La capital dominicana y otras ciudades crecen a toda prisa, desordenada y horizontalmente, sin respetar las normas elementales de construcción, sin estrategias que permitan preservar espacios urbanos y rurales ambientalmente naturales sanos. No hay armonía entre construcción y naturaleza.
Los centros urbanos se han convertido en los últimos años en espacios caóticos, donde prima el desorden en el quehacer cotidiano: Caos en el transporte, pésima calidad de los servicios públicos, ruidos infernales de negocios donde expenden bebidas alcohólicas, de plantas eléctricas, bocinas de vehículos, música chirriante, guaguas anunciadoras, altoparlantes, dióxido de carbono y otras calamidades que agreden el medio ambiente natural que trastornan la vida de la gente.
¿Qué hacer? ¿Será necesario destruir las edificaciones ya levantadas para sustituirlas por nuevas, con diseños arquitectónicos ambientalmente sustentable, aprovechando los recursos naturales de manera que minimicen el impacto ambiental de los edificios sobre el medio ambiente y sus habitantes?
Es un proyecto ideal, pero costosísimo, inviable. Sería un plan maravilloso, perfecto, si los profesionales del área proporcionaran escenografías y microclimas amables, armoniosos con las necesidades de uso de la gente y sin dañar el medio ambiente.
Sin embargo, las cosas pueden mejorar si hay voluntad, disposición. No es imposible lograr armonizar las construcciones con la naturaleza. Sugerencias para eventuales soluciones han sido analizadas y aplicadas en varias naciones por los promotores de la denominada arquitectura sustentable, también denominada arquitectura sostenible, arquitectura verde, eco-arquitectura y arquitectura ambientalmente consciente.
El concepto no es nuevo. Cobra fuerza en toda América Latina y diversas naciones de otros continentes. La arquitectura sustentable es un modo de concebir el diseño arquitectónico de manera sostenible, buscando aprovechar los recursos naturales de tal modo que minimicen el impacto ambiental de los edificios sobre el medio ambiente y sus habitantes. Se basa en tres principios:1) el análisis del ciclo de vida de los materiales; el desarrollo del uso de materias primas y energías renovables y la reducción de las cantidades de materiales y energía utilizados en la extracción de recursos naturales, su explotación y la destrucción o el reciclaje de los residuos.
Principios. La consideración de las condiciones climáticas, la hidrografía y los ecosistemas del entorno en que se construyen los edificios, para obtener el máximo rendimiento con el menor impacto.
La eficacia y moderación en el uso de materiales de construcción, primando los de bajo contenido energético frente a los de alto contenido energético.
La reducción del consumo de energía para calefacción, refrigeración, iluminación y otros equipamientos, cubriendo el resto de la demanda con fuentes de energía renovables
La minimización del balance energético global de la edificación, abarcando las fases de diseño, construcción, utilización y final de su vida útil.
El cumplimiento de los requisitos de confort higrotérmico, salubridad, iluminación y habitabilidad de las edificaciones.
Apoyo oficial. En septiembre de este año, 25 profesionales dominicanos se entrenarán para adquirir las herramientas que permitan integrar el diseño arquitectónico a las normas estandarizadas que velan por la preservación del ambiente natural. Los participantes tendrán la oportunidad de obtener la certificación LEED (Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental), luego de la aprobación de los exámenes correspondientes.
Las instituciones responsables de impartir el diplomado son The University of Georgia, Southface Institute y Green Spaces, tres instituciones consideradas de alta reputación en los Estados Unidos, y líderes en la investigación y aplicación de normas «verdes» en la arquitectura.
Los profesionales tendrán la oportunidad de ejercer la arquitectura en Estados Unidos y Europa, aplicando las normas LEED que garantizan un ejercicio honesto, de respeto por el medio ambiente natural y ecológico urbano y rural.
El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales apoya el programa de la Fundación Palm y otorgó tres becas para la formación de jóvenes arquitectos dentro del programa elaborado.
Desenfreno y derroche
Lo insostenible de la creación constructiva, por el alto costo de los materiales y la utilización de refinadas tecnologías, ha puesto de manifiesto, nuevamente, que la arquitectura no puede estar únicamente al servicio de las clases de alto poder adquisitivo.
Los protocolos internacionales, inoperantes en sus elementales aplicaciones y desdeñados por las grandes potencias industriales, han obligado a reflexionar y han revertido el efecto de diseñar despilfarrando por una economía en la planificación, obviando todo aquello superfluo por ornamental y escabroso.
El retraso tecnológico e industrial nos sitúa en un punto menos que medio con relación a la oportunidad de redescubrirnos como país antillano, tropical y caribeño, situado en el mismo trayecto del sol y de los huracanes anuales…
Los materiales y métodos constructivos tradicionales nos aproximan más a encontrar soluciones adaptables, apropiadas y adecuadas al clima ambiental natural y a las características físicas del suelo sismo resistente.
Las piedras, el barro, la arena, el ladrillo, las maderas, las cubiertas vegetales, las fibras, el agua, la flora y la fauna, proporcionan escenografías y microclimas amables, cónsonos con nuestras necesidades de uso, sin necesidad de agredir el medio ambiente natural.
El exhibicionismo arquitectónico no es nuevo. Empezó con la ostentación románica del Coliseo, por ejemplo, y no se detuvo jamás, alcanzando un paroxismo inigualable en las catedrales góticas. Las guerras mundiales le pusieron límites de advertencia, pero se han erguido de nuevo con los portentosos edificios corporativos, los recintos deportivos y para espectáculos mediáticos.
El efecto es el mismo. El individualismo se impone y las ciudades se demarcan en dispersión hacia donde la especulación ofrece mejores condiciones de vida, lejos del mundanal ruido. Pero depende cada vez más de redes de transportes masivos o individuales, de comunicaciones, de sistemas sanitarios, de seguridad de electricidad y energía más allá de la simple y convencional.
Las episódicas ocurrencias de calamidades asociadas al desequilibrio climático por fin son entendidas por los más incrédulos, y su asociación con los desmanes humanos son ya comprendidas sin que se cuestionen los procedimientos de esos entendimientos.
El concepto de vida con prisas hace de las ciudades organismos ansiosos por que lleguen los fines de semana para huir del efecto atractor que las devora de angustias insospechadas. Alarmas, rugidos de plantas de emergencias, gritos, bocinas, altoparlantes, escapes de motores, ruidos, humos y contaminantes, acogotan la vida normal en cualquier barrio de ciudad.
La ciudad, el urbanismo, y las arquitecturas que en ellos se fraguan, necesitan del silencio de las reflexiones, de la contemplación de la naturaleza, fuente de toda experiencia constructora, ahora y siempre.
Arq. Emilio Jose Brea Garcia
Sec. Gral de la Fundación Erwin Walter Palm