Arrabalización

Arrabalización

En la Sala Capitular de Santo Domingo Este fue puesto sobre el tapete el tema de la arrabalización de la avenida España. Comprendemos que un asunto de mera jurisdicción limita las críticas de varios regidores a un ámbito tan reducido.

La arrabalización, vista en sus justas dimensiones, es una enfermedad que afecta a todos los municipios de la provincia Santo Domingo, y la causa tiene como denominadores comunes la voracidad fiscal de los ayuntamientos y la pésima planificación municipal.

Los tarantines de la avenida España están allí, no por imposición de sus propietarios, sino porque éstos han recibido autorización y pagan arbitrios por ello. Quienes han otorgado esos permisos no se preocupan si los tarantines ocupan las aceras, los estacionamientos o áreas verdes.

En el Distrito Nacional, la mala planificación municipal ha dejado como resultado una avenida Duarte con las aceras ocupadas por vendedores. La avenida Duarte y la calle París son ejemplos de lo que ha sido la falta de planificación y la politiquería que han mediado en el manejo de los asuntos del municipio.

No ha habido proyectos en común entre las administraciones municipales del Distrito Nacional. Si un síndico sustituyó las mesas en las aceras por casetas metálicas para los buhoneros, su sucesor arrasó con todo y se ufanó de construir una llamada «casa del buhonero», que ha servido para todo menos para eliminar la arrabalización de la Duarte y la París.

Definitivamente, la falta de adecuada planificación municipal, sumada a la voracidad fiscal de los ayuntamientos, han contribuido a la arrabalización de espacios y vías públicas.

Así ocurre con la franja de playa entre Boca Chica y Andrés, en la que dueños de negocios que dicen pagar impuestos al ayuntamiento se han adueñado del área común que deben disfrutar sin cortapisas los bañistas.

La mala planificación municipal, o la falta de la misma, ha permitido que sobrevivan y se multipliquen estos y otros arrabales.

Por cierto…

Se ha anunciado la construcción de un moderno hospital de traumatología para reemplazar al Darío Contreras, cuya vida útil ya está agotada.

No sabemos cuáles criterios arquitectónicos primarán en la nueva obra, pero suponemos que no se cometerán esta vez los errores que caracterizaron la construcción del Darío Contreras, que no pareció planificado para crecer armoniosamente y ha terminado siendo un intrincado laberinto.

Las obras de esta naturaleza deben estar proyectadas hacia el futuro, planificadas para crecimiento modular progresivo y armonioso, sin discordancias con el entorno.

En otros hospitales la expansión ha resultado ser un verdadero dolor de cabeza, porque en los tiempos en que fueron construidos superaban con mucho el tamaño requerido para la demanda de servicio.

Con el Darío Contreras se cometió otro error, que fue el de convertirlo en centro único de referimiento para todo el país, cuando debieron planificarse alternativas regionales de traumatología que compartieran la carga de servicio.

Los criterios modernos obligan a construir pensando en el porvenir, algo que no se hizo cuando fue erigido el viejo Darío Contreras.

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