Arrabalización

Arrabalización

El deterioro de cascos urbanos, urbanizaciones, áreas y casas, es frecuente en las ciudades. Ocurre fundamentalmente porque las personas que originalmente vivían en ésas manteniéndolas en buen estado, se mudan a zonas más atractivas, con viviendas modernas, más cómodas.  Esos ciudadanos son substituidos por otros de menos recursos.

El CODIA dice que unas ochenta casas coloniales están en peligro de derrumbarse y el Patrimonio Monumental indica que no tienen dinero para adquirir las propiedades en peligro; se deduce que tampoco para renovarlas. Se plantea así un problema que de seguro ocurrió antes en ciudades emblemáticas de países desarrollados. Ciudad Nueva y Gazcue están en situaciones parecidas, aunque menos alarmantes, pues en ellas se construyó con hormigón armado.

Proponer y ejecutar un programa de renovación urbana es el sueño de arquitectos y urbanistas preocupados por esos menesteres. Estos planes son generalmente costosos y prohibitivos, aun los ayuntamientos de países occidentales ricos no pueden llevarlos a cabo por sí solos. Por tanto, la corrección de áreas deprimidas o casas destartaladas en ciudades estadounidenses, europeas o suramericanas, se ataca con la participación privada. 

Un plan de renovación inteligente, conservando áreas muy simbólicas y permitiendo edificaciones con atractivo económico, introduciendo parques, jardines, etc., atraen al sector privado; así, áreas deprimidas renacen con vigor, verbigracia: Centro Cívico y casco urbano de Boston; Byscaine Boulevard e islas en Miami; Time Square en Manhattan.

Una alternativa es mantener las estrictas regulaciones y gestionar un préstamo internacional para hacer el trabajo. Otra es que el gobierno disponga de los recursos, como hizo el del Dr. Joaquín Balaguer, para ir renovando las áreas deprimidas y deterioradas de la Ciudad Colonial, Ciudad Nueva o Gazcue. Pero, la realidad económica nacional y mundial indica que estas alternativas no se materializarán; hay demasiadas necesidades  precedentes.

Leyendo la Ley 318, el reglamento 4195 y las Leyes 492 y la 41-00, se obtiene la impresión de que los arquitectos conservadores y técnicos que probablemente la redactaron, así como los legisladores que las votaron dejaron una ventanita abierta para la participación privada, inclusive con incentivos fiscales. Es posible que el celo en la aplicación de esas regulaciones haya sido muy estricto. Entonces, quizá lo que proceda, si se quiere comenzar a devolver el encanto a la Ciudad Colonial, Ciudad Nueva y Gazcue, que en sus momentos fueron dignas de encomio, es que las autoridades, en vez de mantener la rigidez hasta ahora mostrada, revisen y flexibilicen las ordenanzas que impiden tocar un inmueble o un área. Planeen entretejer lo antiguo y lo moderno, edificios altos con bajos, modernos con antiguos; en una maraña talentosa y seductora.

Países con no menos interés conservador han tenido que permitir la construcción de torres dentro de edificios bajos que ya no respondían a las necesidades inmobiliarias de la zona; tales son los siguientes casos: La Grand Central Station en Manhattan, la estación central ferroviaria en pleno Manhattan, con sus bellísimas fachadas, fue recrecido de cuatro o cinco pisos, a cuarenta o sesenta pisos; detrás del Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, se observa una torre bellísima de cristal dentro de las cuatro fachadas originales de apenas cuatro pisos; en Salamanca, antiquísima, “cuna” de la literatura española y albergue de la segunda universidad pontificia, siglo XIII, vimos este año, cómo en casi frente a ésa se sostenía con perfiles de acero la fachada de una edificación de cuatro o cinco niveles, mientras se desbarataba el interior para reconstruir quién sabe qué; en Basilea, en pleno centro multicentenario, hace tres años y en la Gran Vía de Barcelona, cerca de la Pedrera sucedía lo mismo.

Congelar toda una ciudad, un barrio o edificaciones para que su arquitectura, urbanización, linderos, alturas, verjas, siga invariable por los siglos de los siglos, es irreal, a menos que estemos hablando del Foro Romano o pequeñísimas áreas de extremo valor cultural e histórico. Congelar ad infinitum una casa por su excelente diseño, además de devaluarla, ¿no empuja a diseños mediocres? Pues, ¿quién quiere que dentro de equis años le precinten su propiedad porque introdujo un nuevo estilo?

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