Arrasan con metales del Cristo Redentor

<P>Arrasan con metales del Cristo Redentor</P>

En el cementerio de Cristo Redentor, el más extenso  de Santo Domingo, no hay pieza metálica que dure y los dueños de tumbas se lamentaban ayer por la ausencia total de protección a cargo de alguna autoridad.

Del camposanto desaparecen puertas, candados, argollas, letras y cualquier otro objeto con contenido metálico a la vista.

A esto se suma que todavía algunas áreas lucen abandonadas. Allí la maleza cubre las tumbas, sobre todo en las zonas norte y este, a pesar de que en otras se observan labores de rescate muy avanzadas, principalmente hacia el oeste del camposanto.

Sergio Valoy, quien hace trabajos de mantenimiento y jardinería en el lugar, señala que muchas veces los propietarios montan una puerta durante el día, pero en la noche se la llevan los ladrones, lo que atribuye al bandidaje que se mueve en la zona.

En la manzana 10, hace dos días la bóveda de la familia Melo González fue profanada y los malhechores cargaron con 12 argollas de bronce de su interior,  las que aseguraban a igual cantidad de difuntos.

Pedro Sepúlveda, quien reparaba el lugar,  indicó que para penetrar los delincuentes desmontaron la verja de protección de una de las ventanas, lo que sucede dos y tres veces al día en el cementerio.   

No discriminan.  Efrén Azcona, quien limpiaba ayer una tumba en la manzana número 16, denunció que en otro mausoleo que posee en la manzana 15 los delincuentes sustrajeron los candados varias veces, por lo que optó por cambiar de color, de amarillo a blanco por sugerencia de trabajadores del lugar para evitar nuevas sustracciones.

Un poco más adelante, en la manzana 15-O el publicista Bernardo Bergés Peña también lanzó el grito al cielo, ya que en dos ocasiones el panteón de su propiedad ha sido violado. La última vez se llevaron unas  losetas y otros materiales que tenía dentro para la remodelación de la obra.

 Parte de lo robado fue recuperado por la Policía Nacional, pero las demás no hubo forma de que aparecieran.

En ese sentido  las denuncias son constantes en quienes visitan a sus difuntos en el  cementerio Cristo Redentor.

Juan Miguel Frías, un maestro constructor que desarrolla su labor en el cementerio, atribuye la ola delictiva que azota al Cristo Redentor a que ese lugar no tiene privacidad y prácticamente es un campo abierto, por donde entran y salen quienes viven en sus alrededores.

Considera que mientras no se cierre el paso a quienes habitan en la parte atrás del cementerio no habrá forma de controlar la delincuencia.

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