Arremete contra demócratas

Arremete contra demócratas

WASHINGTON (AFP).- La administración del presidente George W. Bush recurrió a la artillería pesada para contrarrestar la avalancha de críticas a su política de lucha antiterrorista, mientras sus adversarios demócratas cerraban filas en torno a su candidato, John Kerry.

Enfrentado a una economía en problemas porque no se generan nuevos empleos, el presidente saliente cuenta sobre todo con los supuestos avances en la lucha contra el terrorismo para mejorar su imagen entre el electorado.

Pero a menos de ocho meses de la elección presidencial, este tema está tomando mayor importancia en la batalla electoral que enfrenta a George W. Bush y al senador de Massachusetts, John Kerry.

«El presidente Bush está cansado de que la Casa Blanca esté a la defensiva», escribe el viernes The Washington Post en análisis, en el que se constata que Bush decidió devolver «golpe por golpe».

Ello explicaría la respuesta de Bush, tanto en lo que concierne al terrorismo como al muy controvertido tema de Irak. «Debido a que actuamos, el mundo goza de una mayor libertad y Estados Unidos es más seguro», dijo el jueves de noche durante un viaje a los feudos de Kerry, en Boston (Massachusetts, noreste).

«Mi rival (Kerry) admite que Saddam Hussein era una amenaza. (Pero) no apoyó mi decisión de derrocarlo. Tal vez esperaba que Saddam perdiera la siguiente elección iraquí», ironizó.

Las llamas fueron avivadas este semana por el ex responsable de la lucha antiterrorista en la Casa Blanca Richard Clarke, cuyo testimonio en el Congreso ante una comisión investigadora independiente sobre los atentados del 11 de setiembre de 2001, erosionó considerablemente la imagen de Bush como paladín del anti-terrorismo.

Frente a los diez miembros de esa comisión independiente, Clarke, que dice haber votado por los republicanos en el pasado, acusó a Bush de haber tomado a la ligera la amenaza de Al Qaida antes de los atentados de setiembre de 2001, y más tarde de «sabotear» la guerra contra el terrorismo al concentrarse en el Irak de Saddam Hussein.

Estas palabras, sumadas a la publicación esta semana de su libro «Contra todos los enemigos», en el que se sostiene la misma tesis, fueron objeto de numerosas críticas por parte de los republicanos.

Varias personas cercanas a Bush, entre otras su consejera de seguridad nacional, Condoleezza Rice, y su portavoz, Dan Bartlett, pusieron en duda la credibilidad de Clarke, dando a entender que lo que lo motivaba era la promoción de su libro.

Esa obra «está a 180 grados de todo lo que ha dicho siempre», disparó Rice, quien tras haberse negado a comparecer en público ante la comisión investigadora, aceptó finalmente dar su testimonio a puertas cerradas tras las repetidas demandas de varios de sus miembros.

«Las audiencias de la comisión refuerzan las dudas acerca de la sabiduría y la conducción (de Bush) y la honestidad de sus declaraciones públicas», estima Tommas Mann, un politólogo de la Brooking Institution.

«Combinada con la difícil transición en Irak y la aparente buena salud del movimiento terrorista, esas nuevas revelaciones sugieren que Bush es más vulnerable que fuerte en esta campaña», añade el experto.

El senador Kerry, que fue visto con el libro de Clark bajo el brazo, evitó hasta ahora emitir el menor comentario sobre su contenido, dejando que la polémica crezca, ya que considera que eso lo favorece.

Tampoco dijo una palabra el jueves de noche durante una cena en Washington para recolectar fondos para la campaña demócrata, verdadera demostración de fuerza y unidad del Partido Demócrata detrás de su candidatura.

«Les prometo de todo corazón y con toda mi alma que lucharemos, que responderemos (a los ataques) y que ganaremos», dijo Kerry, quien se rodeó, entre otros, de los ex presidentes Bill Clinton y Jimmy Carter.

Mientras tanto, el presidente se alejó este viernes de la polémica y de Washington e hizo campaña en Nuevo México (sudoeste), uno de los estados cuyos resultados parecen más inciertos en las presidenciales de noviembre.

El presidente saliente prefirió discutir sobre el acceso a una vivienda propia por parte de las minorías étnicas durante un debate en Albuquerque, la ciudad más grande de este estado, en el que vive un gran comunidad hispana.

«Estamos aquí para hablar de cómo ayudar a la gente a realizar su sueño», lanzó el presidente, mientras la multitud coreaba «¡cuatro años más, cuatro años más!».

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