Resulta que el recién pasado jueves, durante la presentación del concierto del Coro Nacional en el Palacio de Bellas Artes, en ocasión de conmemorar 55 años de su fundación acompañado de una Orquesta Filarmónica, y varios directores y solistas, repentinamente regresé a los años dorados de la juventud, cuando ese Auditórium hoy dedicado a la grata memoria de Máximo Avilés Blonda- era sede permanente de las actividades de la Sinfónica Nacional y tanto los directores titulares, Roberto Caggiano, luego Manuel Simó y los que surgimos después cobijados bajo el generoso y noble impulso de Simó – que podemos llamar justicieramente, creador de directores sinfónicos-, ese Auditórium repito- era nuestra casa, mayormente una Sala de Conciertos, un Music Hall donde además se presentaban otras manifestaciones artísticas, tales como Teatro, Ballet y alguna Opera.
Se han deslizado casi imperceptiblemente, muchos años. Aquellos jóvenes envejecimos. Muchos compañeros hicieron el misterioso viaje hacia el inevitable misterio del más allá. Otros permanecemos arropados en el arte. En el arte que, como apuntaban los sabios latinos, es largo, mientras la vida es breve. Sí, es breve, pero se expande y vuela alto cuando existe un corazón que se carga de luz y pasión. El arte es un estuche de noblezas, un escamoteador del tiempo que transcurre, un prestidigitador capaz de extraordinarias magias insoñables.
Ver otra vez repleta de público esta histórica sala querida, me transportó a tiempos de eventos gloriosos, a noches de encantamiento y ensoñación. Hoy, sin la comedida formalidad de otros tiempos. Pareciera que la confusión de la libertad mal entendida o mal manejada que se enseñorea en el mundo, se hubiese adueñado del lugar.
Pero pensé que un nacimiento o un renacimiento nunca es perfecto en el inicio.
¿Estará naciendo un nuevo público? ¿Un público que, encantado por la música, nos sorprende con una brusca interrupción de aplausos fuera de lugar, violando tradiciones de fórmulas culturales, dejándose arrastrar por el entusiasmo?
Es un público nuevo.
Regocijémosnos de su respuesta y exaltación.