En la praxis vital y en la obra pictórica de Antonio Guadalupe, la idea de diálogo se torna en búsqueda infinita, juego de transparencias, lúcida y persistente reafirmación desde el sentido de la tierra, la luz, el aire de las islas y sobre los signos culturales identitarios. En las últimas dos décadas, al respecto, Guadalupe nos da excelentes pruebas en cada gesto estético, en cada encuentro fraterno y en cada detalle de su entrega profesional, tanto en su condición de creador-productor de profunda sensibilidad social como en la de incansable animador y gestor cultural.
Desde esta precisa condición, siempre reflexivo, directo, afable e ilusionado, Guadalupe, una de las personalidades más discreta, carismática y respetada, entre los maestros vivos de las artes plásticas dominicanas, activa intensamente en estos días, encabezando el Comité Ejecutivo del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos-CODAP-, junto a un selecto grupo de creadores de distintas generaciones, entre los que destacan personalidades consagradas y respetables como Rosa Tavárez y Milán Suero, así como otras ya bastante fogueadas como Hilario Olivo, Lizette Mejía, Genaro Phillips, Vladimir Velázquez, Leonardo Durán y Kirsys Angeles.
En términos relativos, podemos decir que, hasta ahora, la actual directiva del CODAP avanza una gestión con notables aciertos. Sin embargo, bajo el mismo lema entusiasta de acción total, además del cambio de la madera por el cristal de las puertas y el desarrollo de programas de actividades expositivas, artísticas, culturales o socialmente relevantes, también es necesario transparentar la institución y enfrentarse a su necesaria renovación con la nueva savia que habrá de significar la integración plena de los artistas de las nuevas generaciones. Tarea verdaderamente retadora
En las últimas semanas, Guadalupe y la directiva del CODAP han tenido bastante acción, precisamente tratando de resolver la extraña situación que desde hace alrededor de tres años, como si se tratara de una nueva demostración de la terrible voracidad con que operan los elementos más corrosivos y predatores del patrimonio nacional, ya que envuelve la nebulosa compra-venta o descarado intento de despojo del inmueble situado en la Calle del Conde #58 que, hace más de tres décadas fue entregado legalmente a los artistas plásticos nacionales como sede de su institución, la cual, por cierto, junto a la misma Catedral Primada, la Escuela Nacional de Bellas Artes, Casa de Teatro, el Centro Cultural de España, el Museo de las Casas Reales, el Museo Trampolín, la Academia Dominicana de Ciencias, Casa de UNESCO, Casa de Italia, la Capilla de los Remedios y la Quinta Dominica, entre otras, integran el ámplio, dinámico y atractivo circuito de propuestas y espacios culturales de la Zona Colonial de Santo Domingo.
Con el mismo alto nivel de compromiso y entusiasmo que irradia la valiente posición de la actual directiva del CODAP en defensa de los derechos y espacios institucionales conquistados por la comunidad artística nacional en sus arduas, a veces trágicas y gloriosas jornadas de lucha, uno tiene que ser proactivo y apostar otra vez a la visceral y liberadora reflexión de que estamos éticamente obligados- los artistas, intelectuales, especialistas y gestores culturales- a asumir mayores responsabilidades sociales y/o ¿políticas?, precisamente aquí y ahora, en este, cada vez más enrarecido, espectral y excitante contexto cultural dominicano de la actualidad.
Las palabras precisan, definen, redefinen, matizan y también reducen estos instantes efímeros, virtuales e hipermiméticos del espacio-mundo globalizado. Ahora mismo, esto aplica igualmente al espacio fugitivo de esta breve nota que, ¿acaso se me olvida?, iniciaba advirtiendo sobre la clave del concepto estructural de diálogo en el discurso estético-ideológico de Antonio Guadalupe, así como en los hallazgos más depurados y brillantes de su producción pictórica y dibujística.
Esta distintiva disposición dialógica que signa la obra, la actitud y la trayectoria creativas de Antonio Guadalupe, resulta digna de mayor atención, disfrute y seguimiento por conocedores, coleccionistas, amantes y espectadores verdaderamente interesados en calibrar los depurados niveles de elaboración simbólica que en su rigurosa, espontánea, ardiente, meditada, cristalina y mutante gramática plástica, adquieren la memoria, la naturaleza, el espacio vital, la historicidad, la imaginación y la misma reflexión alrededor de la consciencia identitaria. La ocasión no puede ser más propicia ante la excelente muestra de sus obras recientes que presenta este artista magistral, desde la noche del pasado jueves 10 de junio.
La exhibición está compuesta por 25 trabajos pictóricos, ejecutados en técnica mixta sobre tela y variados formatos y la cual, según él mismo sostiene es el resultado de una serie de estudios realizados durante años, sobre la comunicación y las relaciones de la humanidad con el medioambiente
Estas obras tituladas Diálogo de Fauna, tratan de expresar conversaciones y figuraciones dibujadas por cada espectador de forma individual, comprendiendo siempre que la pintura plasmada en el lienzo, pertenece a quien observa
Figuras entrelazadas, con movimientos compositivos de personajes e innúmeras siluetas representativas de la fauna-y a veces humanas- nos reclaman, nos piden un diálogo. Este reclamo quiere decir que debemos observar -y hasta ver- la sombra que nos cobija y protege, que el árbol que ofrece sombra siempre estuvo ahí y nunca fue posible verlo y reclama: tengo derecho a permanecer brindando la misma sombra
En síntesis
ANTONIO GUADALUPE
Nació en la ciudad de Moca (1941). Inició su formación artística en su ciudad natal con el artista y profesor Poncio Salcedo. En 1959 es becado para estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde tiene como maestros y principales orientadores a Marianela Jiménez y Gilberto Hernández Ortega. En 1965 se traslada a la ciudad de Nueva York, donde estudia con el artista y profesor italiano Prillo Grinilli. En 1967 regresa al país y a su natal Moca, donde es descubierto y apoyado por la escritora y crítica de arte Aída Cartagena Portalatín y el poeta Máximo Avilés Blonda. Funda la Academia de Arte Vincent Van Gogh, hoy Escuela de Bellas Artes de la ciudad de Moca. En una fructífera trayectoria que traspasa cuatro décadas, Guadalupe ha exhibido su obra de manera exitosa en galerías, museos, centros culturales y ferias de arte del Caribe, EE.UU., Europa y América Latina.