ARTE CONTEMPORÁNEO
Adiós al maestro
del azul: Cándido Bidó

<STRONG>ARTE CONTEMPORÁNEO<BR></STRONG>Adiós al maestro <BR>del azul: Cándido Bidó

A las 6:45 de la tarde del pasado lunes 7 de marzo, luego de sufrir una complicación coronaria severa que había obligado a su ingreso el día anterior en el Centro de Diagnóstico, Medicina Avanzada y Telemedicina (Cedimat), ha fallecido el admirado gran Maestro de la plástica dominicana Cándido Bidó, con cuyos proyectos artísticos y culturales tuve la dicha de colaborar de manera estrecha durante más de dos décadas.

Se desprendió en silencio, como un simple buscador que advirtió lo buscado siempre más adentro… En las entrañas de sí mismo y de la tierra. Y se nos ha adelantado otra vez  el Maestro Bidó sin los alardes de sus miles de admiradores que le dieron fama bien conquistada y más que merecida. No fama de “la crítica” ni del “art world”, del “marketing”, de  revistas rosas o de las penúltimas “redes sociales” del hipermundo. Tampoco de la que a muchos lleva a criar cuervos, acostarse sin soñar y luego explotar como unos cohetes. Pero, sí de la que se obtiene como milagro telúrico y ardiente -¡digan los nombres de tres pintores dominicanos!: ¡Cándido Bidó, Guillo Pérez y!…-, como preciosa risotada que estalla en los muros callejeros de toda la ciudad y conserva expansivo el mismo ritmo en el corazón del pueblo.

Mas no hará  solo el Maestro Bido  el viaje a las estrellas. La dama de la luz se le ha adelantado unas horas. Ella es la historiadora de la historia, la crítica de las críticas y de los críticos, la comunicadora de las peridistas. Doña María Ugarte fue guía iluminadora, como lo sería el mismo Cándido Bidó más adelante, para su pueblo, compañeros y generaciones. Y así como el nombre del artista recordado espontáneamente por el pueblo dominicano es Cándido Bidó, yo digo que el nombre de la crítica de arte en Santo Domingo tiene que ser María Ugarte. Nadie ni ninguno jamás estará solo, pero este archivo aun no se abre…

El universo azul-solar-ultramarino que estalla fresco y transparente en la lírica imagética de Cándido Bidó se proyecta como una de las maravillas culturales que la República Dominicana ha dado al mundo. Durante las últimas cuatro décadas, Bidó figura como una de las personalidades más emblemáticas de las artes plásticas en Hispanoamérica y el Caribe. Artista silencioso, discreto, persistente, con aportes históricamente significativos y trascendentes, en cuya atractiva Alquimia se materializa una de las más sutiles y hermosas elaboraciones estéticas del  sentido de la tierra y de nuestra polisíntesis cultural identitaria.

 La Vastedad de la riqueza estética, espiritual y material que contenga la producción plástica global de Cándido Bidó jamás llegará a “pesar” tanto en el proceso de trascendencia de su legado como seguramente lo harán sus fructíferos aportes educativos, culturales y recreativos a favor de su comunidad, su patria chica, “la Villa de las hortensias”, su eternamente amado pueblo de Bonao que ahora mismo está en el “mapa cultural” nacional-global con su Plaza de la Cultura de Bonao, el Premio Bienal Paleta de Níquel, la Fundación Bonao para la Cultura y el Museo Cándido Bidó. En este sentido, difícilmente se encontrará en la clase artística nacional un ejemplo de calidad humana,  apertura ideológica y fraternidad al nivel de Cándido Bidó.

El mundo azul de Cándido Bidó es manifestación de una sensibilidad privilegiada a la hora de transparentar y celebrar las dimensiones más ingenuas y diáfanas de lo real y de lo no real. Dimensiones fantásticas, ancestrales y cotidianas que designan “lo real-maravilloso en estado puro” (A. Carpentier) como signo inminente de la  Eutopía  evocadora: el paisaje americano. Topos de la sugestión. Universo mutante que habrá de revelarnos en cada imagen al Maestro Bidó siempre esplendido, afable, esencial y  cálidamente intraterrenal.

Paisajes de dorados girasoles, árboles, frutos, cielos y sueños de la fascinación. Horizontes de pájaros y nubes  traslucidas y livianas como estatuas de agua milenaria… El mundo azul de Bidó está perpetuamente habitado por palomas, caballos, peces, mariposas, flores, amantes, figuras infantiles, muñecas y rostros femeninos de facciones puras, maternales, melancólicas e interraciales, irradiando una ternura autobiográfica y profundamente conmovedora.

Como pintor de estilo propio, Cándido Bido llegó a materializar con virtuosismo y gracia inevitable, su ofrenda y homenaje a  la mujer como madre y alegoría máxima de la naturaleza. En esta serie destacan obras como las tituladas “Caribeña”, “Cuando llega la Primavera”, “El Pañuelo Azul”, “El paseo de las muñecas”, “Jóven con mariposa roja”, “La Dama de la Flor Azul”, “Madre”, “Mujer Antillana”, “Madre en Azul” y “Vendedoras de Montañas”, “Niña de Primavera”, las naranjas del Florero” y “Niño paseando un Pájaro Amarillo”. En su mundo de azules, Bidó proclama la celebración de la naturaleza como reino fundador y nutritivo de la belleza esencial. Belleza que es ternura, maternidad, feminidad, inocencia, semilla, florecimiento y plenitud de la naturaleza. ¡Adiós, amigo, maestro de la luz y la sombra; pequeño guerrero azul de la imaginación. ¡E.D. Máster, Budablestyou!

Las palomas de Bidó

De César Sánchez Beras

Hay palomas cuyo plumaje de luz sostienen en sus alas, la simple identidad de los humildes. Hay palomas grises en donde el llanto de los hombres hace cauce con la tristeza del creador. Hay palomas amarillas, de trigo o de raíces encendidas como la solidaridad.  Hay palomas azules como la tarde del regreso  del que añora la patria, palomas verdi- negras, como las que sobrevuelan el combate. Hay palomas violetas como el amanecer que vendrá para los niños sin juguetes, palomas de arcillas o de bronce, como la vigilia del que tras los barrotes grita a voz en cuello que la vida no tiene nombres ni apellidos. Hay palomas simplemente blancas, como el amor o como el eco dulce del ensueño, palomas blancas como manos de maestros, como dedos de pianistas. Hay palomas simplemente negras, como un golpe seco de destino inexorable, como un manotazo feroz de la ignominia, como una herida en medio de la fe. Pero sobre todo hay palomas con vocación del arco iris, con plumaje de dignidad o de servicio, con las alas ingrávidas de la verdad postrera. Esas son las palomas que pintaste. Las Palomas que hoy sobrevuelan tu adiós, con la mansedumbre de los pájaros y el sueño.

Cándido Bidó

A modo de biografía

Tal espacio especular, materializado siempre desde una visión mágica y prístina de la naturaleza, la condición  humana y el mundo fáctico, ha hecho de  Cándido Bidó una de las personalidades artísticas latinoamericanas  más admiradas y respetadas en ciudades  europeas y americanas donde su obra se exhibe regularmente desde las últimas tres décadas, tales como Londres, Berlín, Madrid, Roma, Venecia, París, Washington D. C., Nueva York, Miami, Panamá, Guatemala , San José, Costa Rica, Caracas, San Salvador, Quito, Santo Domingo  y San Juan de  Puerto Rico. Entre 1983 y 1990 expone en importantes galerías y museos de México, Londres, Caracas, París, Venecia, Bonn, Madrid, Miami, San José y Martinica.

En 1985 participa en la Primera Bienal de La Habana, Cuba.  En el 2003 fue condecorado como Caballero de las Artes y las Letras por el Gobierno Francés. Maestro esencial de la pintura dominicana, Cándido Bidó, Nació en Bonao, en el año 1936. Entre sus principales distinciones recibidas destacan: Primer Premio Concurso Esso de Artistas Jóvenes, Santo Domingo (1965), Cuarto y Quinto Premio Concurso E. León Jimenes, Santiago, R. D., (1966), Tercer Premio XII Bienal Nacional, Santo Domingo (1972), Primer Premio XIII Bienal Nacional (Santo Domingo (1974), Segundo Premio XIV Bienal Nacional, Santo Domingo (1979), Primer Premio Concurso E. León Jimenes, Santiago, R. D.(1981), Cuarto Lugar Concurso Internacional NOMA, ilustración para libros infantiles, Japón (1982); Premio El Gaucho, Bonn, Alemania (1985).

En 1999 inaugura el Museo Cándido Bidó en su provincia natal. En 2001 presentó una muestra retrospectiva de sus últimos 40 años en el Museo de Arte Moderno.  En el 2005 crea la Bienal Paleta de Níquel, en Bonao.  En el 2007 recibió el Premio al Mecenazgo en las Artes Visuales Dominicanas, durante la V edición de los Premios Nacionales de la Crítica, organizado por la sección dominicana de la Asociación Internacional de Críticos de Arte. En este mismo año expone individualmente en Uri Art Gallery, San Juan, Puerto Rico. Falleció a los 74 años de edad.

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