Arte Contemporáneo
Julio Suárez

Arte Contemporáneo<BR>Julio Suárez

“Nada disturba más que el incesante movimiento de lo que parece inmóvil”. 

La cita es del filósofo francés Gilles Deleuze (1925-1995). Aireándose sobre su abierta disposición especular la redescubre Julio Suárez (1947), como obsequiándonos  una mínima clave que nos posiciona de manera privilegiada ante el alto grado de vitalidad y nitidez conceptual que registra la producción de este gran pintor puertorriqueño contemporáneo en su muestra individual titulada “Pinturas recientes/Serie Santo Domingo”, que actualmente y hasta principios de marzo se mantiene abierta en la segunda planta del Museo de Arte Moderno.

Julio Suárez es un auténtico renovador en el contexto caribeño y latinoamericano. Su obra pictórica evoluciona desde la estética del color field (campo de color) en la década de los 70, pasando por un período abstractoexpresionista de lírica profunda y vehemente gestualidad en los 80, hasta llegar a un posminimalismo preciso y admirable en cuanto a estructura formal; pureza del color-luz; precisión del diseño y  efectividad poética de  los espacios contenidos.

“Pinturas recientes/Serie Santo Domingo” es una excelente propuesta que desde ya no dudamos en estimar como una de las exhibiciones de arte contemporáneo más trascendentales del 2010 en nuestro medio. Compuesta por más de 30 pinturas a la acrílica sobre tela en distintos formatos, este resistente extracto de su reciente producción se constituye un sentido y significativo homenaje que Julio Suárez ha querido dedicar a la “República”( como nos dicen los boricuas) y al pueblo dominicano en ocasión de la oportunidad de  volver a exponer en el país, gracias a la estrecha colaboración con su colega dominicano Marcos Lora Read y a la invitación especial que le hiciera la dirección del Museo de Arte Moderno, encabezada por la historiadora del arte María Elena Ditren.

Julio Suárez estuvo presente en Santo Domingo la noche de la apertura (11/12/09). Esa noche, sin embargo, los espectadores asistentes se dedicaron a disfrutar de las “Recapitulaciones” del dominicano Elvis Aviles y de las fotografías del español Agustín Centelles,  exposiciones abiertas y exhibiéndose simultáneamente,  ya que no pudieron ver las obras de Suárez instaladas, debido a que la empresa encargada de su transporte  no pudo hacer la entrega a tiempo. El retrazo suscitó uno de los hechos más curioso y  absurdamente memorable en la historia del Museo de Arte Moderno, no sólo por la “no presencia” de la obra en la nitidez de los espacios del MAM, sino también porque el artista estaba tan emocionado en medio de todo el proceso y el acto de apertura de su “exposición de obras ausentes” que confesó haber disfrutado en grande esta primera experiencia  “en blanco” o “invisible”, luego de una trayectoria que traspasa ya las tres décadas de fructífera actividad creadora.

En 1993, en Casa de Bastidas, Julio Suárez exhibió una impactante serie de obras pictóricas correspondientes a un espíritu y a unos conceptos estéticos muy distantes y distintos de los que sostienen su reciente etapa productiva. El proceso de depuración formal, conceptual y espiritual que se filtra en el cuerpo de obras que articulan su “Serie SD” nos permite el registro de un momento de síntesis expresiva definitivamente brillante y espectacular para la pintura latinoamericana contemporánea. Sobre las motivaciones personales de esta serie el mismo artista sostiene: “El flujo de energía que produce una porción de espacio con determinado color es experiencia de vida. Siempre he querido hacer algo para un lugar específico; que el trabajo realizado se convierta en el lugar. Lo imagino con un solo color, con una sola forma; que exista cuando hay alguien presente para luego desaparecer”…

Julio Suárez cuenta con muchos amigos, seguidores y admiradores de su obra en la República Dominicana, en primera línea se encuentran sus reconocidos colegas Dionis Figueroa (1956) y Marcos Lora Read (1965). El Laureado escritor José Alcántara Almánzar y  Leonora González, organizadora de la magnifica y memorable muestra de la Casa de Bastidas y quien representara su obra a nivel internacional hace ya más de una década, figuran igualmente entre sus grandes amigos dominicanos.

En su ensayo  brillante y vital, titulado “Julio Suárez y el sonido de una mano que aplaude”, Dionis Figueroa, con toda seguridad el artista dominicano de más profunda relación con la  Escuela de Nueva York y con la fuerte tradición pictórica abstracta de Puerto Rico,  nos revela ciertas claves sobre la “Serie Santo Domingo”: “Las seis salas contiguas donde el artista integra su obra, con la sola presencia de éstas, se han transformado en otro espacio vivo y dinámico. Probablemente en el espacio  que sus arquitectos visualizaron al concebirlo como santuario del arte. Un lugar donde se dignifica la calidad creativa del espíritu del artista y donde se estimule esta condición innata en el hombre cual proyecta lo divino en él. Lejos de ser política o religión…

“Cuando veo la obra de Suárez, entiendo todo eso porque sé que estoy ante una obra simple que comunica acerca de las complejidades de la existencia en su propia realidad, pictórica y conceptual,  simple y compleja, grande o pequeña. Percibo y valoro su capacidad de síntesis. De simplificar y reducir aún lo más a lo mínimo, a lo esencial. Y esta relación directa con la esencia es lo que distingue esta serie de obras. Porque desde esa esencia es donde se logra entender el sentido de un koan zen que nos llama a escuchar sólo “el sonido de una mano que aplaude”…

En síntesis

JULIO SUAREZ

Julio Suárez (San Juan, Puerto Rico, 1947) realizó estudios en la Escuela de Artes Plásticas  del Instituto de Cultura Puertorriqueña y en la Universidad Autónoma de México. 2004.  Sus obras forman parte de las colecciones del Museo de Arte de Puerto Rico, Museo de Arte de Ponce, Museo de Arte Contemporáneo de Panamá y Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico. Entre sus individuales más recientes destacan: “Pinturas de Luis Hernández Cruz y Julio Suárez”, BBVA., San Juan, Puerto Rico (2005); “Amarillo”, Biblioteca de la Escuela de Artes Plásticas de Puerto Rico (2006); “Trabajos Recientes”, Galería Comercial, San Juan, P.R. (2007) y “Pinturas”, Galería Petrus San Juan, P.R. (2007). Recibió el Premio M.H. 2000, Universidad de Puerto Rico, Recinto Mayagüez y el Premio de Arte Público, Asociación Internacional de Críticos de Arte, Capítulo de Puerto Rico, por su obra “Los pasos perdidos”. Actualmente es profesor en la Escuela de Artes Plásticas  del Instituto de Cultura Puertorriqueña.

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