Arte contemporáneo
Obra de Dionisio Blanco en San Cristóbal

<STRONG>Arte contemporáneo<BR></STRONG>Obra de Dionisio Blanco en San Cristóbal

La noche del pasado 22 de noviembre sucedió en la ciudad de San Cristóbal un hecho que, desde mi muy particular perspectiva de criterio y de mirada,  o más bien, por sus significados y trascendencia histórica, entre otras razones,  exige su registro y consideración. Se trata de la inauguración, por parte del Ayuntamiento Municipal, del  conjunto escultórico monumental titulado “Homenaje a la Música, Homenaje a la Tierra”, obra del reconocido artista dominicano Dionisio Blanco, nacido, precisamente, en esta ciudad, el  9 de octubre de 1953.

El monumento asciende como poderosa imagen extractada de dos de las etapas más prolíficas en la vasta y mutante narrativa visual que Dionisio Blanco  llega a materializar con brillantez imaginativa y extraordinaria libertad expresiva lo largo de más de tres décadas de exitosa trayectoria profesional: “sembradores frente al falso espejo” y “sembradores en el trópico secular”.  La obra ha sido instalada sobre un alto pedestal en el mismo centro del remodelado parque “Piedras Vivas”, lugar esencial, espacio de la fraternidad y especialmente emblemático para todos los sancristobalenses, constituyendo un verdadero punto de inflexión en lo que podría ser la relación entre inversión o desarrollo social, cultura, urbanismo y arte público en la República Dominicana.

El nombre del parque nos refiere al  obelisco hecho de piedras traídas de todas las provincias del país para homenajear al tirano Rafael Leonidas Trujillo, nacido, según la leyenda, en el solar de esta plaza. De manera que durante casi medio siglo, el parque “Piedras Vivas” permanece como espacio mítico. Génesis del  espanto y de la terrible desmemoria. Pesebre de la patria y de la amnesia colectiva. Espacio público por excelencia frente a la Catedral Provincial, que forman parte de los recuerdos infantiles de  Dionisio Blanco, en cuyas paredes se pueden observar los grandes frescos de Vela Zanetti y a la que él llama Capilla Sixtina del Caribe.

Después de la destrucción del obelisco, distintas autoridades intentaron la construcción de un nuevo monumento. Ahora el sindico, licenciado José B Montás, ha dado un paso decisivo, recuperándolo como espacio privilegiado para la evocación y celebración de las más hermosas pruebas de sacrificio, ilusiones y persistencias de este pueblo tras sus  vitales utopías de libertad y democracia. El sindico sostiene que la remodelación del “Piedras Vivas” y la instalación de la obra escultórica obedecen al interés del Presidente Leonel Fernández  en impulsar el desarrollo urbano y las bellas artes.

Montás reconoce la importancia  del arte público, en su dimensión  integradora del conjunto urbanístico del centro de la ciudad que dirige. ¿Será su interesante declaración el anuncio del inicio de un verdadero proyecto de arte público para San Cristóbal?. ¿Se atreverá él mismo a propiciar el cambio del nombre y a “barrer” los vestigios del trujillato que aun  resisten en el parque?… Como sea, parece que el alcalde no está sólo soñando con el arte público en su comunidad, pues entre sus colaboradores especiales figuran los ingenieros Juan Temístocles Montás, secretario de Economía y Planificación, Mirna Lorenzo del Villar y Leonardo Lorenzo del Villar.

La materialización  de esta propuesta escultórica de Dionisio Blanco aporta una  nueva imagen, un nuevo “aire” cultural y espiritual que enriquece definitivamente el espacio urbano habitable y reafirma la identidad cultural del pueblo de los sancristobalenses, además de constituirse en un significativo atractivo turístico para la pujante ciudad, ya que se trata de una obra magnífica cuyo autor figura entre los máximos exponentes de las artes visuales latinoamericanas contemporáneas.

El conjunto monumental desborda la escala cívica. Está compuesto por cuatro figuras de sembradores-músicos que tocan el bajo, la tumbadora, el acordeón y un instrumento de viento en forma de cornucopia, símbolo de la plenitud material y de la misma exaltación espiritual con que el artista celebra el ritmo y el sentido de la tierra como signos identitarios. Asimismo, incluye dos bajorrelieves fundidos en bronce, colocados sobre el histórico pedestal restaurado, representando una pareja de sembradores sobre un paisaje con motivos alusivos a los principales productos agrícolas de la región y del país.

Como es característico en el maravilloso universo visual de  Dionisio Blanco, los sembradores-músicos mantienen sus rostros deliberadamente ocultos, como figuras enigmáticas y sugestivamente atractivas, emergiendo desde el paisaje del tiempo, de la memoria y de sus sueños. Pero, en la obra de Dionisio  Blanco, la figura del “sembrador oculto”, no alude únicamente al sentido de la tierra que marca la consciencia latinoamericana, sino que también es alegoría de la historia, del devenir y lo imprevisto. Dionisio sostiene que como hijo agradecido de San Cristóbal ha realizado “un homenaje a la música que pueda irradiar la energía de las raíces culturales de las masas, como si fuera un “happening”, con objetos simbólicos del entorno, combinados para que reflejen en su ritmo oculto al espectador de un teatro humano”.

La realización de las piezas fue en colaboración con la Fundición Asturias, dirigida por José Cadaveda. Para los bajorrelieves, el consagrado artista contó con la asistencia de Luís Alberto Castillo. Utilizó métodos de modelar en vivo como ensamblajes ambientales, así como técnicas y recursos del expresionismo figurativo,  del mismo modo en que lo hicieron los artistas del  Pop Art norteamericano, aunque alterando la naturalidad de las formas y agregando un tanto de la “estética de la fealdad”.

Dionisio Blanco estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Santo Domingo en 1970-1974,  Trabajó en el Museo de Historia y Geografía de Santo Domingo de 1974 al 1978.  Profesor de Dibujo en la Escuela de Arte Cándido Bidó en 1977.  Trabajó en el Museo del  Hombre Dominicano en 1978.  Ha sido profesor de Dibujo de la Escuela de Arte de la Facultad de Humanidades y de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. En 1984 obtuvo el Primer Premio de Dibujo en la XVl Bienal de Artes Plásticas. Es miembro del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos-CODAP- y de la Asociación Internacional de Críticos de Arte-AICA-.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas