Arte de café, para que todos disfruten la obra de Guillo Pérez

Arte de café, para que todos disfruten la obra de Guillo Pérez

Las primeras tazas que lanzaron la colección “Arte de café” se ornamentaron de pinturas de Dionisio Blanco. Nos preguntamos entonces si los misteriosos sembradores tendrían sobre porcelana la popularidad que merecía la muy buena idea de su transferencia a las artes aplicadas. Esta iniciativa significaba el inicio de un aporte nuevo al arte nacional de particular apertura, y se mantuvo en secreto cuál sería el próximo elegido para esa contribución a una gran difusión de la pintura dominicana moderna.

Las respuestas no pudieron ser más positivas. Las tazas de Dionisio Blanco –así las llamaban corrientemente agotaron sus existencias. Constituían el regalo ideal para la casa, la familia, los amigos, y por supuesto para atenciones internacionales, como presente accesible y presencia de la República Dominicana. Una segunda edición está prevista.

Con otro pintor el aporte sigue y se amplía: a las tazas y sus platitos se agregan platos de postre, con cuatro decorados diferentes. El artista del 2004 es un maestro emblemático de la pintura dominicana, Guillo Pérez, y conviene que hayan incluido, en los cofres, información sobre el autor del diseño original. Si se adquiere una obra que lleva el sello de un artista, se aspira a conocer a quien la concibió, y para la divulgación internacional es dato indispensable.

Deseamos ponderar el aspecto de obra de arte. Si nos circunscribimos al arte occidental, la porcelana –¡estas tazas conservan la forma de las piezas clásicas de los siglos XVIII y XIX! se disfruta diariamente, pero también se exhibe en museos, donde se admiran servicios, vajillas y objetos en pasta dura, modernos y antiguos. El mejor ejemplo es el Museo de las Artes Decorativas, ala del Louvre en París, que presenta colecciones históricas fascinantes, de extraordinaria riqueza.

Los decorados, que tanto realzan el objeto, necesitan la calidad del material, frecuentemente de un blanco brillante. Antaño los motivos de los diseños, como figuras, aves y flores, eran creaciones de pintores especializados, anónimos o conocidos. A menudo junto a familiares, llegaban a vigilar la cocción de los colores, en el marco de grandes manufacturas.

La práctica continúa hoy. También se solicita la colaboración de artistas plásticos prestigiosos, a quienes encargan los motivos pictóricos o que autorizaron la transferencia de su pintura a aquellas piezas. Recordamos que nuestro Darío Suro, de creatividad insaciable, tenía pasión por la pintura sobre porcelana y pincelaba sus paisajes sobre la pasta vitrificada. Igualmente lo hace Mariano Eckert, que elabora finos decorados antiguos.

[b]Trayectoria y talento de Guillo Pérez[/b]

No podía hacerse una mejor elección para la segunda propuesta del “Arte de café” que Guillo Pérez, quien siempre manifiesta una curiosidad efusiva por nuevos modos de expresión.

Maestro de maestros y generaciones, Guillo Pérez nació en Moca en 1926. Después de cursar estudios de religión y música, definió su vocación por las artes visuales y se graduó en la Escuela de Bellas Artes de Santiago, donde en 1952, le nombraron profesor.

Se estableció en Santo Domingo en 1955, demostrando en exposiciones individuales y colectivas un dinamismo que nunca abandonaría. Viajó a Europa, participó en concursos y bienales –nacionales e internacionales , siguió viajando a EE UU, a Israel, a Japón, invitado como artista e integrado a colecciones públicas y privadas. Recibió numerosos premios, en la Bienal nacional y sobre todo en el Concurso E. León Jimenes –hasta en tres ediciones consecutivas . Fue profesor y director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, renunciando en 1979 para dedicarse completamente a la pintura. También impartió clases en universidades.

Sus participaciones en colectivas son incontables. Ha presentado 50 muestras individuales, sus exposiciones en México y Nueva York sobre el tema de las culturas precolombinas han sido muy comentadas.

En su “constructivismo antillano” –según la propia definición del maestro , con la misma pasión y virtuosidad, ha plasmado paisajes coloniales y monumentos, campiña criolla, escenarios de caña, bueyes y bateyes, gallos inconfundibles, entre otros temas de la naturaleza y la vida vernácula.

Guillo Pérez no imita la realidad, él la recrea, la reinventa, hasta el punto de que la miramos y la sentimos con mayor intensidad, después de haber contemplado sus cuadros. La escritura elegante, los colores vivos, la luminosidad antillana, se aprecian en cualquier formato.

Así sucede con las tacitas y los platos, que, más allá de la fruición de un licor –¡Voltaire apreciaba el café como “un pequeño licor negro” que volvía más inteligente! o un manjar, más gustoso en su soporte de porcelana, deleitan la vista cotidianamente. Los motivos, gallos famosos y paisajes de cañavarales, son una elección inobjetable, y su impresión es impecable en tonalidades y precisión. Además esta proyección, accesible a todos, estimula para que luego grandes públicos vayan a ver obras originales y exposiciones del artista.

Alguien expresó que esos platos habrían de colgarse en la pared No dudamos de que esto sucederá, y no olvidamos la hermosa serie de platos, producidos en Santo Domingo por el Jardín Botánico y realizados en Limoges. Igualmente las tazas irán formando parte de una colección: la colección de tazas de café es una de las que más suscitan el entusiasmo, y sus coleccionistas atesoran ejemplares de las más diversas proveniencias y épocas.

Como crítica de arte, siempre hemos abogado por una difusión del arte que no se limite a la minoría, que puede adquirir obras originales y frecuenta museos y galerías. Luego que existan vajillas, con diseños y decorados dominicanos, de técnica perfecta, que interese a nuestras Embajadas en el exterior, que carecen de pertenencias y muestras patrimoniales.

Con este “Arte de café”, un paso significativo se ha dado: a Dionisio Blanco y Guillo Pérez otros artistas se irán agregando. Casa Cuesta merece felicitaciones por una excelente iniciativa con indudable futuro.

¡Una pequeña taza de café puede hacer tanto y más por el arte dominicano, que una gran retrospectiva!

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