“Arte de Café” y la pintura dominicana

“Arte de Café” y la pintura dominicana

“Arte de Café” puede considerarse como una tradición establecida en la vida cultural dominicana, al celebrarse desde el año 2003…. Si la primera vez constituyó una sorpresa, desde la segunda surgieron las esperanzas de que el arte dominicano tuviese al fin una difusión pública, más allá de museos, galerías y colecciones, o de publicaciones especializadas, a través de objetos cotidianos, pero no “corrientes”.
La matriz de cuadros en miniatura se convertía en la parte estética de un objeto, compartido y de destino familiar. Santo Domingo ya ingresó al círculo de países que solicitan a sus artistas obras especiales susceptibles de ser disfrutadas masivamente.
Si nos referimos a la importancia de la iniciativa, es que gracias a esta iconografía llevada a la porcelana, Casa Cuesta ha integrado entre sus ofertas, la cultura y el arte dominicanos. La receptividad ha sido incuestionable desde el principio, el éxito a la vez esperado e inesperado, varios diseños agotándose desde su puesta en circulación y acudiendo un público incontable.
Cabe señalar que la fecha de ese lanzamiento, simultáneamente evento cultural y comercial, coincide con el mayor reconocimiento familiar, el Día de la Madre, muy pocos días antes… Este año, por la justa y necesaria prohibición de reuniones, grupos y proximidad física, no se pudo realizar una ceremonia pública de apertura con toda la formalidad.
Difusión artística. Hasta quienes no suelen interesarse por el arte e ignoran aun el nombre de los artistas, ponen espontáneamente atención a las imágenes que ornamentan un plato o una taza, y por esta “ilustración”, los adquieren. De ahora en adelante, les habrá nacido un interés nuevo. La tradición se ha sentado de tal manera que, al suspenderse por tres años, los “habituados” de Arte de Café manifestaban su sorpresa.
El medio artístico está a la expectativa del evento. Los artistas están deseosos de ver cuál fue el feliz elegido, noticia que se mantiene en secreto. Y quienes simplemente disfrutan el arte, se muestran curiosos de las obras venideras y transferidas a la porcelana. ¡Las ediciones se siguen, pero no se parecen!
Los pintores dominicanos seleccionados por Casa Cuesta tienen en común una pintura representativa de la identidad dominicana, del país profundo con sus paisajes, su hábitat y su gente.
Es esta vertiente de sus respectivas creaciones, la que se escoge para la (re)producción en la lejana China, tierra plurisecular de la porcelana.
No solamente es una colección muy bien hecha técnicamente, sino que está concebida para el disfrute unánime… Aparte del deleite de sorber el café y saborear la torta en una loza de calidad, muchos convierten piezas de esa vajilla artística en cuadros; las cuelgan como ornamentos de la casa, cuidadosamente montadas y enmarcadas hasta con ostentación.
Los compradores de “Arte de Café” se convierten en coleccionistas. El conjunto retrospectivo de las porcelanas, ilustradas por nuestros artistas, es una muestra propia de un museo de la porcelana. Además, a cada edición, Casa Cuesta brinda una nueva colección, aumentada con un mayor número de piezas, a modo de una vajilla –¡solamente han desaparecido del conjunto los ceniceros!
Cada cafetera, cada taza, cada platillo, cada platón, proponen obras distintas, acordes en forma, escala y tamaño.
La porcelana, pasta de arte. El aspecto de obra de arte es importante, si nos circunscribimos al arte occidental, la porcelana –aquí conservan la forma de las piezas clásicas de los siglos XVIII y XIX!– se disfruta diariamente, pero también se exhibe en museos especializados o una sección especial donde se admiran servicios, vajillas y objetos en pasta dura, modernos y antiguos.
El mejor ejemplo es el Museo de las Artes Decorativas, ala del Louvre en París, que presenta colecciones históricas, fascinantes y de extraordinaria riqueza. Por cierto, reproducciones –exquisitas– se venden al público.
Los decorados, que tanto realzan el objeto, necesitan la calidad del material, frecuentemente de un blanco brillante. Antaño, los motivos de los diseños, como figuras, aves y flores eran creaciones de pintores expertos, anónimos o conocidos.
A menudo, junto a familiares, ellos llegaban a vigilar la cocción de los colores, en el marco de grandes manufacturas. Esta práctica sigue vigente, aunque parece increíble.
También se puede solicitar la colaboración de artistas plásticos prestigiosos, a quienes encargan los motivos pictóricos o que autorizaron el traslado de su pintura a aquellas piezas. Entre los dominicanos, recordamos que Darío Suro, de creatividad insaciable, tenía pasión por la pintura sobre porcelana y pincelaba sus paisajes sobre la pasta vitrificada.
Igualmente lo hizo Mariano Eckert, que elaboraba decorados antiguos con una paciencia infinita. Ahora bien, eran dibujos a color, exclusivos y únicos. La concepción de “Arte de Café” es completamente distinta, como lo expresamos.
Los artistas. Unos quince artistas, fallecidos o vivos y plenamente activos, ya han tenido el privilegio de ingresar a esta colección. En su mayoría, se trata de pintores magistrales y representativos de las grandes tendencias del arte dominicano y universal aun, pero ha habido oportunidad para pintores más jóvenes y diferentes.
Obviamente, el ambiente tropical, la cultura popular, el folklore nacional, el mundo rural y citadino, igualmente los rostros fuertes y hermosos, son componentes recurrentes en los temas plasmados, a la vez fruto de un estilo personal y de un sentido de la observación, plural e incansable.
Hay una preocupación de belleza accesible a los distintos públicos que no siempre aprecian la expresión contemporánea.
Ello explica que ciertos grandes maestros no hayan tenido su lugar en Arte de Café: la fruición aquí se concibe como unánime, con obras pictóricas que se adecuan más a la copia sobre porcelana y la decoración.
“Arte de Café” se dedicó, en el 2020, al artista Jennaro (Jennaro González Pacheco), que, nacido colombiano, se nacionalizó dominicano. Su pintura, apasionada, colorida y luminosa, fue comentada en la versión hecha, escogiendo entre obras idóneas para su transferencia a la porcelana.

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