Con gran placer escribimos, fascinados por una exposición que, por primera vez se presenta en el país, y no solamente porque su autor es Iván Tovar, excepción en el arte dominicano, sino, que creemos primicia la revelación de esta categoría de obras.
Probablemente nadie había hecho tantas, de una singularidad, de un refinamiento, de una riqueza, comparable, ni tampoco las había presentado la familia del artista, aquí a través de la Fundación Iván Tovar, encabezada por Daniela, su hija.
Y más encanto surge desde el título, tan simple como auténtico y fervoroso: “Bocetos de la Familia”.
Un suceso, también primicia -lamentable-, que debe mencionarse, aunque no influya en el ansia de escribir.
“Desapareció” – así lo anuncian- uno de los bocetos expuestos… Misterio, infortunio, sustracción de una obra original por primera vez aquí. Creemos que tiene su origen en la poca protección institucional y seguridad de las piezas expuestas.
Ojalá se recupere, sobre todo, por la pena que causa a todos, y cuando se celebra, de un modo jamás visto en Santo Domingo, una exposición extraordinaria y espectáculo expositivo: “El Surrealismo vivo de Iván Tovar”, por cierto, muy cerca del Museo de las Casas Reales, en la Plaza de España…
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Los bocetos de Iván Tovar
No consideramos necesario definir un “boceto”. Se ha evidenciado que el término está al alcance de cualquier pantalla, proponiendo distintas modalidades, presentes en esta exposición: esbozos, bosquejos o croquis.
Lo que nos parece fundamental es que, se trata de una exposición densa y muy diversa, de un repertorio de formas que Iván Tovar delineó, con plena libertad, espontánea y hasta compulsivamente…
Pero, en su mente siempre activa e inquieta, el virtuoso del lápiz sobre papel ya estaba proyectando sus futuras máquinas de sueños, trazando líneas de construcción, inventando ángulos, elaborando redes y recovecos.
Los dibujos se convertirían en pinturas sublimes, haciendo cantar el color y llevando el óleo a una perfección turbadora.
Muchos bocetos significaron (en el sentido de apuntar signos) “estudios preparatorios” de grandes cuadros, y a menudo los reconocemos. Otros fueron puro juego de la mano, de la imaginación, de aquella risa inconfundible de Iván Tovar…
Este lenguaje primordial, tan propio, nos brinda, en cada hoja colgada, un deleite, inmediatamente reiterado por la siguiente, arriba, abajo, lateralmente.
La magia ‘tovariana’ impera, de manera diferente y fiel, instantánea, voluble, irreverente, infinita, ligera, a veces casi inmaterial.
Así son y seducen, cientos de pequeños e insólitos tesoros -casi llegan al millar- que posee la familia de Iván Tovar. El espacio no nos permite agregar palabras…
Mucho más importante es que disfruten esta extraordinaria exposición, con la suerte de aprovechar, antes o después, una visita a la Feria del Libro.