Los 25 años del museo del dibujo contemporáneo

Los 25 años del museo del dibujo contemporáneo

Hay exposiciones que son acontecimientos. Así podemos considerar la exposición que celebra los “25 años del Museo del Dibujo Contemporáneo”. Y por varias razones.

En el plano universal, el dibujo, durante siglos menospreciado como estudio preparatorio de la pintura –y aun de la escultura-, ha recuperado su valor de categoría artística completa y exclusiva -en festivales, salones, ferias-, llegando a un auge institucional.

En la República Dominicana, país de grandes dibujantes, la “ignorancia” ha cedido por fin, y ya ningún marchante rechaza comprar un dibujo por ser un “pedazo de papel”. Lo reconocen, lo respetan, lo coleccionan, lo atesoran.

Y el Museo del Dibujo Contemporáneo, ejemplo cimero en el arte dominicano, ha jugado un papel esencial para este cambio, luchando desde 1996, todavía carente de una subvención y de una sede, pero manifestándose como un museo, ¡con todas las actividades de gestión, educación, animación, nacional e internacionalmente! Mejor lo identificamos por sus siglas: el inconfundible Mudic.

Cada victoria tiene a sus héroes. El Mudic cuenta con varios, entre ellos el crítico de arte Abil Peralta que lo dirigió, un Consejo profesional, y por supuesto los artistas…

Pero quien lideró su ascenso desde el humilde nacimiento fue Mildred Canahuate, ideóloga y práctica. Utópica y militante, convencida y convincente… Mujer de todas las batallas por el arte, logró aliar galería, talleres, fundación, campañas, y aquí está el resultado.

¡Una exposición formidable, en la Galería Nacional de Bellas Artes, sella e ilustra un compromiso de 25 años, cinco lustros, un cuarto de siglo!

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La exposición

Llevar a una exposición esta “memoria” no era una tarea fácil. Pidió semanas de estudios, contactos y preparación concreta.

Felizmente, Mildred Canahuate encabezó el proceso, y Salvador Bergés, museógrafo estelar, diseñó y realizó un montaje que hace pensar en milagros escenográficos. El método, el entusiasmo, la labor en equipo produjeron una inmensa colectiva… que requiere ciertamente dos visitas para asimilar fuerza, diversidad, poesía –sí- del dibujo, dispuesto en el magno Salón cupular, dos galerías y cuatro salas. Una muestra compleja, fuera de lo común, nacional e internacional.

El Mudic presenta, centralmente, una selección de su fondo permanente, de muy alta calidad, iluminada por artistas magistrales, pero de nivel compartido hasta por artistas simplemente confirmados. Luego, nos deleita con dos individuales de Paul Giudicelli y de Domingo Liz, sobresaliendo, entre construcción y magia, con una generación de diferencia, como dibujantes excepcionales.

No podía faltar el Salón del Dibujo, iniciado en 1989, que resistió diez años y periclitó… hasta una anhelada resurrección. Observamos sus resultados ejemplares, que llegaron a incluir a artistas del Caribe y América Latina. ¡Ojalá amparen a una iniciativa, fructífera, necesaria y única!

Y, en otro espacio, descubrimos que existen grandes “coleccionistas de dibujos”, y ellos prestaron a Mildred sus tesoros…

Aquí está, finalmente, la impresionante documentación testimonial, fotos, notas y artículos –aunque hay muchísimos más-, desplegada en el monumental modulo central de la Cúpula, cuya dimensión es un símbolo de la importancia, de la valentía, de la magnitud del todavía itinerante Museo del Dibujo Contemporáneo. La exposición dura tres meses e incluye actividades de animación sobre el dibujo

“El dibujo es un lenguaje que no se fabrica, sino surge con espontaneidad y descubrimientos continuos, asombrando al mismo autor”, Domingo Liz.