Arte po, la modernidad en lo cotidiano

Arte po, la modernidad en lo cotidiano

Surgió un neo-dadaísmo que a diferencia del dada original no renegó del arte, pero que, como hizo Duchamp, volvió la mirada a los objetos cotidianos para descubrir su belleza. Pero el pop no quedó en el afán nihilista y provocativo (Duchamp no dudó en utilizar el urinario como elemento de arte), sino que se fijó más en la sociedad de consumo, en los mensajes de masas, en la publicidad, en el sexo… en los símbolos de la sociedad que se empeñaba en un desarrollo económico y que reemplazaba sus iconos tradicionales por el rostro de la famosa artista del celuloide o el bote de conserva.

Se apropió el pop de las técnicas de comunicación de masas y utilizó métodos tradicionales del cartelismo: colores planos, nitidez, visibilidad; un arte con color urbano, capitalista.

James Rosenquist fue una figura clave, fascinado por la decoración industrial; creador de obras donde presenta combinaciones fragmentarias de ese mundo que se agolpa ante los ojos del ciudadano de su tiempo. Desde el 13 de mayo al 17 de octubre, en el Guggenheim de Bilbao se puede ver “James Rosenquist: retrospectiva”, una muestra que analiza la trayectoria de este artista a través de alrededor de 150 obras –pinturas, esculturas, dibujos, grabados y collages– procedentes de museos y particulares de Estados Unidos y Europa, así como de la propia colección del artista.

[b]Sobra Rosenquist[/b]

Rosenquist nació en Gran Fork, Dakota del Norte, en 1933. Cuando cursaba estudios de secundaria obtuvo una beca para estudiar en la Escuela de Arte de Minneápolis y posteriormente, entre 1952 y 1954, estudió pintura en la Universidad de Minnesota. Durante los veranos pintaba vallas publicitarias, lo que le proporcionó la oportunidad de aprender las técnicas de pintura figurativa y comercial, hasta que en 1955 se trasladó a Nueva York para estudiar en la Art Students League. Dejó este centro al cabo de un año, volviendo a pintar vallas publicitarias en Times Square y por toda la ciudad de Nueva York.

En el inicio de la década de los 60, Rosenquist alquiló un pequeño estudio en el bajo Manhattan. Trabajando a contra corriente del entonces predominante expresionismo abstracto, desarrolló su propia versión del Nuevo realismo, un estilo que al poco tiempo sería bautizado como arte pop. Como otros artistas pop, adaptó el lenguaje visual de la publicidad y la cultura popular al contexto de las bellas artes.

Fragmentando y recomponiendo imágenes de tamaño y escala desproporcionada, el artista ha retratado los objetos más comunes (un camión trailer, espaguetis enlatados, flores y muñecas) del modo más provocativo y abstracto. Alcanzó el reconocimiento internacional en 1965 con su pintura de gran escala F-111, cuyo título responde al nombre de un bombardero en desarrollo en aquel momento para la guerra de Vietnam. Este cuadro fue la respuesta del artista ante el conflicto bélico y el complejo industrial y militar que favoreció la economía americana de mediados del siglo. Reconocida como una pieza testimonio de la historia moderna, fue considerada como una proclama antibelicista que emulaba la relevancia y el poderío del Guernica de Pablo Picasso.

A lo largo de las cuatro últimas décadas, el trabajo de James Rosenquist ha reflejado el mundo actual. A través de su iconografía ha expresado temas modernos y de actualidad, dejado constancia de proclamas anti-bélicas y dado voz a las inquietudes sociales, políticas, económicas y medioambientales con relación al destino del planeta. Durante gran parte de su trayectoria el artista ha puesto también de manifiesto en su obra su fascinación por el cosmos, la tecnología y la teoría científica.

El artista, que en la actualidad trabaja a caballo entre Nueva York y Florida, sigue realizando encargos de gran formato, entre ellos el grupo pictórico de tres lienzos El nadador en la a-bruma-dora economía (1997–98), encargado por el Deustche Guggenheim, y una pintura proyectada para el techo del Palais de Chaillot de París. Su trabajo sigue siendo un referente para las nuevas generaciones de jóvenes artistas.

[b]LA MUESTRA[/b]

El Guggenheim presenta en Bilbao una gran muestra retrospectiva dedicada a James Rosenquist, artista que lideró el pop en los años 60, junto a sus contemporáneos Jim Dine, Roy Lichtenstein, Claes Oldenburg y Andy Warhol.

La exposición abarca más de cuatro décadas de trabajo y sitúa en su contexto histórico las obras pop tempranas de Rosenquist al tiempo que establece su consistente importancia en el arte de finales del siglo XX y principios del XXI. La muestra comienza con algunas de las abstracciones que Rosenquist realizó a su llegada a Nueva York en 1955, cuando el expresionismo abstracto dominaba el panorama artístico.

Posteriormente se presenta la evolución en la década de los 60 con las llamativas pinturas que le vincularon con el arte pop, cuadros tempranos muy influidos por su actividad previa como pintor de vallas publicitarias, obras que le granjearon el reconocimiento del público.

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