El arte popular está viviendo una de sus peores épocas. Y me baso en la siguiente pregunta: ¿Dónde están los cantantes?
Hace años teníamos a un Alberto Beltrán, un Pipí Franco, un Tony Curiel, un Fausto Cepeda, una Luchy Vicioso, una Sonia Silvestre, un Frank Lendorf, una Austria Calderón, un Niní Cáffaro, un Napoleón Dhimes y muchos más que dieron brillo a nuestra música clásica y popular.
Eran cantantes aquí y donde quiera. Ya no existen programas como aquel denominado Voces Nuevas, en el que surgieron muchos cantantes de valía cuyos discos aún se escuchan en programas de música vieja, como si el simple hecho de ser vieja hiciera que esas obras fueran a parar al baúl de los recuerdos.
El problema es que aunque aún muchos de esos cantantes mantienen su voz de antaño, actualmente ellos no tienen relevo, al menos de su calidad.
Al mismo tiempo, prácticamente no existen programas por televisión con los escasos cantantes actuales. Tanto así que para ver y oír a un cantante, de hoy o de ayer, hay que ir a un club nocturno si es que hay suerte.
Merengueros
Ni siquiera merengueros de calidad tenemos. Ya los Johnny Ventura, Joseíto Mateo y otros por el estilo son escasos. Igual pasa con las orquestas.
Por ejemplo, ¿hay orquestas parecidas a aquellas como la San José, Luis Alberti, Melódica y otras, que eran verdaderos espectáculos, para la vista como para el oído?
Ya no hay personas que formen orquestas de ese tipo, que los promocionen y las presenten en clubes sociales o lugares públicos y cuyos discos se escuchen en todas las estaciones de radio del país.
Cultura del disco
Hoy, la cultura del disco ha prácticamente eliminado a las orquestas. En los cabarets están las velloneras donde cualquiera con 50 pesos en el Bolsillo baila hasta cansarse. Y así pasa en algunos clubes sociales donde se puede improvisar un pasadía y bailar jata el amaneca a puro disco.
Las orquestas, como grupos musicales integrados de forma permanente, ya prácticamente no existen.
Y es lamentable, aunque el asunto no es propio de nosotros, ya que en otros países del área la orquesta, en términos generales, es asunto del pasado.
Muy lamentable, repito. Ya todo se ha modernizado en tal forma que, para hacer música, ya no se necesitan músicos. Basta con una vellonera bien surtida y ¡a bailar se ha dicho!
Antecedentes
El danzón nació en Santiago
¿Sabían ustedes que el danzón, que se dice es cubano, nació realmente en Santiago de los Caballeros? Pero nadie lo dice, quizás porque quizás nadie lo sabe. Pero el danzón es santiaguense y fueron dos hermanas, esclavas libertas, quienes emigraron a Cuba llevando con ellas el danzón. Y los cubanos vieron lo que no vieron los dominicanos y prohijaron el danzón en tal forma, que muy pronto se hizo cubano y así se ha quedado.
¿Y los tríos típicos?
Muchos recordamos aquel famoso Trío Reynoso. Nadie puede mencionar otro trío con la popularidad de éste. Y, ¿saben cual es una de las causas? Que las emisoras radiales, más bien los locutores, se dedican a otras cosas.
Adiós a las serenatas
Es cosa del pasado una serenata. aquellos encuentros musicales que al pie de una ventana, se le llevaban a una dama para expresarle el amor que por ella se sentía.
Zoom
La vellonera
La palabra
Viene de vellón y vellón eran, hace muchos años, cinco centavos. Y con cinco centavos se podía escuchar una canción en una vellonera.
Joseíto Mateo
Cuenta entre sus anécdotas que la llegada de la vellonera al país, en 1940, causó una revolución en los bares de la época. Afirma que eso fue un acontecimiento y nos botaron a todos los músicos que cantábamos en cabaré, pues la gente prefería las velloneras.