Arte público para la Altagracia:
Pintando a la Virgen frente a su casa”

Arte público para la Altagracia: <BR>Pintando a la Virgen frente a su casa”

El Centro León celebró una jornada de arte público el pasado domingo 16 de enero. “Murales a la Altagracia: pintando a la Virgen frente a su casa” es el nombre del evento que se realizó en el Parque Colón y contó con la participación de una veintena de artistas de Santiago.

Ernesto Rodríguez, Wali Vidal, Eridelbis López, Víctor Tavárez, Gina Pérez, Rosario Grullón y Jairo Ferreira, entre otros, realizaron sus obras en el espacio abierto del centro histórico de la ciudad y dialogaron con el público que acudió a la actividad.

Los murales que realizaron los artistas santiagueros podrán apreciarse en el Parque Colón hasta el 30 de enero. Las celebraciones en honor a la Santísima Virgen Nuestra Señora de la Altagracia, madre espiritual de los dominicanos, son la festividad más importante del mes. A partir del 12 comenzaron las novenas en honor a la Virgen, cuya basílica, diseñada por el arquitecto francés Dunoyer de Segonzac, recibe a miles de peregrinos hoy,  21 de enero. Las novenas culminan con misas, rezos, cantos, peticiones y aclamaciones. En el calendario folclórico dominicano, editado por el Instituto Dominicano de Folclore, sus autores hacen una precisa relación de todos los sitios del país donde se hacen celebraciones por la Virgen de la Altagracia, cuya correspondencia en la religiosidad popular es Alailá, a quien se presenta como una señora de edad, tranquila y tierna.

“Luego de los primeros minutos, el público se había duplicado y cerca del mediodía las puertas de la Iglesia vieron pasar a cientos de feligreses que salían de misa y se dirigían directamente al parque”, dijo Rafael Emilio Yunén.

“En ese preciso momento llegó el Arzobispo de Santiago, monseñor Ramón de la Rosa y Carpio, quien rápidamente fue asediado por periodistas, amigos y religiosos para conocer sus reacciones. Todo tipo de preguntas contestó el distinguido visitante con mucha sencillez y amabilidad, abundando por ratos en detalles particulares sobre el culto a la Virgen, tema de su predilección al que le ha dedicado devoción y estudio convertidos en libros, conferencias y publicaciones diversas”.

Para el Arzobispo, la representación de la figura de La Altagracia se ha hecho de cientos de maneras, siendo el arte popular el más rico en la simbología a utilizar. Con esta amplitud mental y espiritual se paseó por entre todos los artistas, con algunos entabló conversación, mientras que otros parecían no percatarse de su presencia, cosa que él mismo respetó al limitarse a observar con interés lo que estaban haciendo. Antes de marcharse, el Arzobispo supo que los murales se iban a quedar expuestos por varias semanas en la verja del parque, ante lo cual ratificó la invitación de que pusieran también algunos de estos cuadros alrededor de la Iglesia.

 Entre las obras más comentadas por la gente estaban las representaciones no-tradicionales de la Virgen. Llamó mucho la atención el caso de un mural donde La Altagracia estaba ambientada en un espacio de ga-gá propio de la zona oriental del país, entre bueyes,  palos y fu-fú… “Mire joven, pinte a la Virgen como ella é y no así, dizque negra… no, no, la Virgen no é negra”, refunfuñaba una señora negra vestida de blanco con el collar de tela roja del que colgaba una medalla antigua del Sagrado Corazón de Jesús.

Ni hablar del otro mural sobre una Virgen semidesnuda y embarazada, frente a lo cual otra señora le reclamaba a la artista: “Oiga señorita, no presente a la Virgen así, fíjese que en ese cuadro ella no había ni siquiera dado a luz y por lo tanto todavía no se le conocía como La Altagracia…”. Los artistas reaccionaban de diversas maneras frente a este tipo de comentarios de parte del público. Algunos parecían disfrutar de las ideas que espontáneamente recibían, mientras otros preferían no entrar en polémicas y sonreían cortésmente, o callaban seriamente, ante las sugerencias que seguían llegando y llegando de parte de los inquietos visitantes.

A media tarde los artistas terminaron sus trabajos. Asombra constatar las particularidades de cada obra. El eje de la diversidad se hizo presente en el público y en todas las manifestaciones artísticas que actualmente se encuentran expuestas de frente a las calles que rodean a la Iglesia La Altagracia.

“Se dice que a partir de la cacería de indios llevada a cabo por el enviado de Nicolás de Ovando, Juan de Esquivel, en lo que era entonces el territorio de Higüey, se instaló el culto a la Virgen de la Altagracia –apunta Marcio Veloz Maggiolo, curador de Antropología y Arqueología del Centro León–. Sin embargo, tal afirmación es incorrecta. Para muchos el acontecimiento se produjo entre 1502 –con la llegada de la imagen– y 1512, cuando los hermanos Trejo llevaron la misma al lugar. Lo cierto es que desde los inicios de la Colonia, la Virgen de la Altagracia pasó a ser parte de la religiosidad dominicana”.

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