Arte San Ramón integración de la arquitectura

Arte San Ramón integración de la arquitectura

Al compás de años de planificación y preparación, Arte San Ramón ha ido agregando a sus actividades de enmarcado y decoración, las de una galería de arte, presentando pinturas, esculturas y objetos de colección. Luego modificó su local hasta convertirlo en un punto de exposiciones. Ha establecido paulatinamente un diálogo con los artistas e ido al encuentro de nuevos públicos.

Dinamizar y diversificarse ha figurado entre los objetivos de su directora, Soucy Guzmán, que ahora asume el reto de una impresionante estructura para exposiciones en la segunda planta del edificio. La concepción ampliada conjuga condiciones y exigencias estéticas en un contexto teniendo por meta un papel importante en las propuestas artísticas más actuales, pero sin interrumpir su exitoso movimiento tradicional y los intereses de sus habituados.

Así, gente menos acostumbrada a las corrientes de hoy perderá sus reservas, pasando de un ambiente a otro, y los artistas dominicanos contemporáneos, quejosos de la falta de oportunidades para exponer y vender, encontrarán allí una acogida para su creatividad.

En Santo Domingo, después de un prolongado estancamiento, se observan por cierto unas (in)esperadas energías en ese sector de las artes plásticas, con la renovación de las galerías existentes y el surgimiento de fórmulas novedosas en la materia.

La arquitectura. Conocíamos la extensión anterior de los espacios expositivos de Arte San Ramón, pero cuando se nos invitó a visitar la segunda planta nueva fue un verdadero “golpe de corazón”, y el diálogo con el autor de esta propuesta fue enriquecedor. No pocos consideran la arquitectura como la madre de las artes visuales, y, si se concibe para valorar más a las artes plásticas, la expectativa se hace aun mayor. La joven agencia dominicana Ben & Jáquez, y particularmente el arquitecto Aleshiang Ben Torres, de excelente formación y creciente notoriedad, fueron los encargados de este proyecto y realización, definido con componentes y metas muy precisas.

Nos impresionó en primer lugar la integración inteligente a la ciudad circundante, siendo la Abraham Lincoln una de las vías de tránsito más tupidas. A nivel de la calle, la fachada en vidrio de esa nueva ala de San Ramón enseña los vehículos estacionados. Allí está situado el contexto urbano, el muro delantero del edificio no conlleva una sola ventana como si fuera un amparo y defensa contra el bullicio capitaleño.

Pronto, en el interior, comienza la magia de la comunicación y de la luz. A un paso de transición que conecta a los ambientes con un cuadro espectacular, sucede el área de la construcción recién terminada. Accedemos al piso siguiente por una de las dos escaleras, óptimamente diseñadas, con su protección de cristal, si decidimos obviar el uso del ascensor –una pieza ambiental estupenda desde su caja transparente–. Inmediatamente, tenemos una sensación de unidad espacial, facilidad de circulación y atmósfera viva.

Las salas de exposición comunican, impera una sensación de apertura, todo lo que es separación ha sido reducido al mínimo, teniendo en cuenta solamente las diferentes exposiciones y categorías estilísticas, pues esa superficie excepcional favorece la cohabitación de varias muestras. Esta arquitectura interior se impone como un gran organismo funcional, y es también visualmente fresca por dos paredes vegetales proyectadas por las ventanas: podría interpretarse como una reconquista de los espacios urbanos, irrumpiendo la naturaleza, y esa instalación vertical de la vegetación, especialmente plantada y permanentemente alimentada en agua, la vemos –al menos nosotros – por primera vez en Santo Domingo.

Componentes arquitectónicos. El programa arquitectónico y el circuito correspondiente se han desarrollado alrededor de dos elementos: la comunicación y la continuidad, sin que el arquitecto haya buscado el protagonismo, reservado por él a las obras de arte.

Ahora bien, es una manera de sobresalir como en las mejores museografías: el especialista no privilegia el espectáculo, pero la dimensión sensible; el bienestar –del visitante y… de las obras– prestigia el resultado. He aquí el propósito del arquitecto, apasionado por el proyecto y su ejecución. Un componente fundamental del diseño y la construcción es la iluminación, que nos sobrecoge desde el primer instante. El arquitecto ha trabajado una iluminación natural y difusa, desde el techo y las claraboyas laterales.

De día, la luz artificial, evidentemente modulable, se convierte en un complemento, y esa claridad es sumamente agradable a la vez que, sabiamente dosificada, reserva zonas luminosas menos intensas, convenientes para la preservación de los dibujos. Consideramos este logro como uno de los más importantes y difíciles de conseguir pese a su aparente sencillez, y ciertamente contribuye a comprender los diferentes espacios y su aprovechamiento.

En pocas palabras, un atractivo conjunto de salas, con su calidad de espacios sin puertas y poco tabicamiento, permitirá al espectador una contemplación individualizada, según las obras y los expositores. Pronto, una cantidad de pinturas –ya hay algunas muy buenas– y esculturas –así esperamos–, de fotografías e intalaciones –las habrá y de dimensión considerable– poblarán esta construcción, armoniosa y equilibrada, que se eslabona perfectamente con la galería preexistente y propiciará una innovadora imagen –atrevida aun– de Arte San Ramón.

El arquitecto Aleshiang Ben Torres amerita los mejores augurios, y por supuesto, a Soucy Guzmán, su hija Amanda y su equipo de eficientes colaboradores, expresamos los mejores augurios en beneficio de la clase artística y el auge del arte dominicano.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas