Arte y Aduanas  en el Parque Independencia

Arte y Aduanas  en el Parque Independencia

La exposición “Las aduanas en el tiempo: pasado y presente”, que se presenta actualmente en las rejas del Parque Independencia, en Santo Domingo, es ciertamente una de las mejores en su categoría, y puede considerarse como el evento más importante, accesible a todos los públicos en este fin de año. Agrada mucho que, luego de la contundente muestra de El Prado, le suceda, con fotografías de escultura y pinturas esencialmente, un despliegue impresionante de arte dominicano.

Comprobamos que la Dirección General de Aduanas continúa en su apoyo decisivo al arte: fuera de la amplitud y la calidad de una colección pública, estimamos alentador y fundamental que, gracias a la tecnología, salga de sus muros… ¡permaneciendo en ellos! Las fotografías de las obras, numéricas y en alta definición, como en las demás exposiciones del parque, se han imprimido sobre vinil, asegurándoles duración y resistencia.

Estamos seguros de que el fundador y curador entusiasta de la colección, el inolvidable y querido Miguel Cocco, se regocijaría de esta presentación. La disfrutamos pues, como un homenaje y un compromiso ante los artistas y el pueblo dominicano. Tres entidades se han unido para realizar este acontecimiento cultural: el Ministerio de Cultura, la Dirección General de Aduanas y su Fundación de Patrimonio Cultural –que tiene a su cargo la custodia de las obras–.

La exposición. El título nos parece muy significativo, ya que podría anunciar, en paneles, una historia de las aduanas dominicanas. De hecho, la evolución de éstas da inicio a la exposición con fotografías de los edificios aduanales, otros documentos –así el paso fronterizo de Dajabón–, y una modernización paulatina  hasta la portentosa sede actual. Es algo como la historia de un museo… pues le sucede de inmediato la presentación de la colección, obra tras obra, dispuestas por orden histórico.

Toda exposición que se respeta supone un guión, elemento básico para la valoración de las piezas y sus objetivos. María del Carmen Ossaye, la curadora, ha seguido lógicamente la secuencia generacional, una tradición en nuestra historia del arte,  ya implantada por el primer volumen publicado por y sobre la colección de Aduanas, en sucesivos ensayos críticos. Por cierto, muchas de las reproducciones exhibidas en el parque figuran en el magnífico libro, y podemos apreciar así la selección que se llevó a efecto.

Creemos que la curaduría ha correspondido al espíritu de la colección en primer lugar, y luego a las preferencias del público. Si no cabe duda de que tenemos por delante una historia de la plástica nacional con numerosas obras maestras –¡felizmente adquiridas por un organismo oficial con medios!–,  hay también obras pictóricas de menor nivel, que prolongan una interpretación tradicional, costumbrista y realista –en el paisaje sobre todo–, casi hasta la actualidad, cuando ya el arte moderno dominicano había cambiado esos cánones. Pero siempre la campiña, los bohíos y las palmas seducen a las miradas mayoritarias, y exaltarlos en cuadros… es un medio de atraer hacia estilos más personales, hacia otros lenguajes visuales.

También, una potestad del curador, si decide presentar discrecionalmente una o varias obras por artista, consiste en su número según los autores. Esta colección, que suma varios centenares de piezas y de la cual necesariamente miramos aquí una pequeña parte, precisamente de algunos pintores y escultores –menos–  adquirió varias, sino muchas obras. No siempre la cantidad de reproducciones que observamos refleja la representatividad del artista y su importancia en el arte dominicano. A veces quisiéramos ver más de una pintura o escultura, cuando se trata de un creador magistral… pero, por otra parte, ¡esa obra única se destaca más en el conjunto! Ahora bien, toda selección es subjetiva y es un derecho de quien selecciona: hasta lo notamos para el Louvre y el Prado.

Además, la finalidad de la muestra no es museística ni persigue el rigor de una institución especializada. Tal como está, es un evento formidable, y hace descubrir a muchos visitantes/transeúntes, la generosidad del arte dominicano y una colección excepcional, y a los conocedores les procura la satisfacción de mirar y juzgar la evolución de nuestra plástica, incluyendo a grandes, confirmados y a otros… El conjunto, claramente organizado y señalado con fichas informativas, permite apreciar color, forma y factura,  identidad, imaginación y originalidad. ¡Y no cabe duda de que, aparte de contados precursores y predecesores, nuestros maestros de la modernidad –que surgieron en los años 50 y 60, y de los cuales varios han continuado hasta hoy– se imponen como “muy grandes” e insustituibles!  Esperamos que millares de personas no solamente “pasen” y paseen por el Parque Independencia, sino que tomen el placer de detenerse delante de cada cuadro, disfrutando la belleza y la diversidad del patrimonio artístico dominicano a través de una magna colección, un ejemplo que nos ha ofrecido su fundador y gestor Miguel Cocco, y que  siguen quienes fueron sus colaboradores y amigos.

Acerca del parque y el arte

Al final del año 2006, surgió la idea de una exposición de reproducciones de obras maestras del Louvre, especialmente impresas en tirada única por Punto Visual, para su presentación en las rejas del Parque Independencia. Estructuras en metal, construidas anteriormente para colocar las fotos de “La tierra vista del cielo” de Yann Arthus-Bertrand  quedaron fijadas en la verja. Estos marcos fueron cedidos por la Embajada de Francia al Ministerio de Cultura  con el fin de que se utilizaran  para otras exposiciones de arte y de cultura. Las “Imágenes del Louvre” obtuvieron un éxito extraordinario, y se sucedieron en el Parque, desde el 2007, notables exposiciones de distintas clases y temas, siempre en base a la reproducción fotográfica, siendo la última gran muestra, “El Prado en Santo Domingo”.

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