Artes marciales en las vacaciones

Artes marciales en las vacaciones

Pekín (EFE).  Aprender Wushu, o artes marciales chinas, puede ser otra manera de pasar las vacaciones. De hecho, 10,000 extranjeros se desplazan cada año a China para estudiar esta práctica del taoísmo, pero también sus escrituras y medicina.

En los patios de Baiyunguan, el Templo de la Nube Blanca, en Pekín, un alumno español repite los movimientos que le indica su maestro.

Es uno de los doscientos que cada año acuden a este templo, el más importante de la enseñanza del Tao en toda China.

“He venido a Baiyunguan a estudiar Wushu tradicional con el maestro Zhao Yuanfu”, señaló a Efe José Daniel Martín Peñarroya, un toledano que también ha visitado en otras ocasiones la cuna del Kung Fu, el Templo de Shaolin, en la provincia de Henan (centro de China), para aprender otras modalidades, como el látigo.

Martín aprovecha sus vacaciones para ello.

“Aquí estoy, en estas fechas, lejos de mi familia, entrenando y dedicando muchas horas a lo único por lo que he venido aquí a China”, explica. Aunque el Wushu y el Kung Fu (Gongfu, en mandarín) se han convertido en sinónimos de las artes marciales chinas, en realidad tienen significados distintos, ya que el primero describe una gran variedad de tradiciones marciales, y el segundo se refiere a la ejecución del estilo.

A pesar de que practica menos de tres horas diarias, el maestro Zhao somete a Martín Peñarroya a prácticas a veces duras, como el entrenamiento del Baguazhang, una de las modalidades, que consiste en caminar en cuclillas sobre ladrillos durante más de una hora.

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