Artes Plásticas
La curaduría como crítica de arte

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Tal como  ya he advertido en varias ocasiones, la venta de obras de arte en el sector privado, tanto en las ferias como en las subastas, registra hoy un proceso de fluctuación que tiene que ver con los efectos de la crisis financiera internacional. Esta nueva realidad ha determinado que la mayoría de las ferias de arte a nivel internacional estén respondiendo mediante la readecuación de  sus funciones y objetivos como forma de estar al día frente a un  mercado mutante que también se expande a un ritmo sorprendente. 

En su edición del 2009, “arteaméricas” profundizó en su programa de conferencias, debates y conversaciones sobre el mercado y sobre las prácticas artísticas y curatoriales. Este programa de conferencias, co-producido por el Miami Dade College, fue  coordinado y moderado por la historiadora de arte y curadora Cecilia Fajardo-Hill. En el mismo participaron figuras reconocidas del mundo del arte internacional como las coleccionistas  Estrellita Brodsky (Nueva York) y Rosa de la Cruz (Miami); Julieta González, Curadora Asociada de Arte Latinoamericano de la TATE Modern (Londres); María Bonta de la Pezuela, Vicepresidenta y Directora de Sotheby’s para Latinoamérica; Vivian B. Pfeiffer, Vicepresidenta y Directora Regional de Christie’s; Gabriel Pérez Barreiro, Director de la Colección Patricia Phelps de Cisneros y la galerista neoyorkina Cecilia de Torres, quienes disertaron sobre la situación actual del arte latinoamericano en el mercado global y sobre “El curador como agente en la valorización de la creación artística y su comercialización”.

Silvia Karman Cubiñá, Directora Ejecutiva del Bass Museum of Art (Miami) y los curadores independientes Eva Grinstein (Buenos Aires)  y Gean Moreno (Miami), intervinieron en esta última sesión sobre las consideraciones criticas, estéticas y conceptuales que intervienen en la valorización de la obra de arte contemporánea, así como sobre la pertinencia y vigencia de disciplinas como el vídeo, la fotografía y la performance.  A raíz del debate suscitado por las desafortunadas intervenciones de tan distinguidos especialistas, he tenido que autogestionarme otra vez esta cuestión: ¿Es el intento de reflexionar sobre la curaduría como práctica crítica un  acto tardío o precipitado en el Santo Domingo de  estos esplendidos y precarios instantes de la fiesta del Cyborg?

El arte se confunde hoy con el espectáculo, las carteleras de cine y las noticias de farándula. En este instante donde se dispara el poder de los medios especializados, también nos enfrentamos a una apuesta terriblemente desesperada al sinsentido, a la maldición y hasta a la eutanasia de la crítica de arte. Desde luego, esta es la apuesta de los descarriados… Aprovechándose de que en América Latina y el Caribe el “Arte” apenas traspasa las cuatro paredes de las elites seudo ilustradas, amplios sectores de la crítica, la curaduría y el mercado del arte son cómplices del prejuicio desprevenido, la alienación y el miedo a la lectura despejada del hecho creativo.

En el Caribe, el debate sobre la relación entre  curaduría y ejercicio crítico es una tarea pendiente. La Crítica como producto artístico, en tanto está salpicada y participa de las principales características de la tendencias culturales, en y desde las cuales se proyecta, es una practica ética y lucida que exige su admisión como sumatoria de saberes. Y esto mismo se aplica a  la práctica curatorial. El crítico aborda el arte como forma especializada  y fuente inagotable de pensamiento. El curador incorpora a su práctica toda experiencia cognitiva necesaria en su búsqueda de nuevas plataformas  de lectura, difusión y mejor posicionamiento de la producción artística.

La curaduría como proyecto expositivo se torna una estrategia  valida y efectiva para la crítica de arte. Un medio emergente y expansivo de la práctica critica. La curaduría implica la investigación integral, así como la muestra, el despliegue museológico de sus proposiciones críticas y autocríticas. La virtualidad, la página en blanco, el muro institucional y el catálogo son espacios naturales para la crítica de arte y la curaduría contemporáneas. La crítica y la curaduría se confunden en los textos museográficos sobre los muros de las salas de los museos, galerías y centros culturales; en las hojas de salas y las guías de recorrido de las exposiciones, elaboradas de manera didáctica. La curaduría es texto prospectivo,  ejercicio, crítico desplegado en la espacialidad.

 La crítica de arte y la curaduría son dos disciplinas autónomas e interrelacionadas.  Ambas estarán siempre signadas por lo humanístico e ideológico. Su interrelación  se efectúa en el orden de su especificidad cultural. Operan esencialmente a partir de la contextualización, la ordenación, el análisis, la legitimación o empoderamiento social y político del producto artístico. 

En ninguno de los dos casos se trata de seguir normativas. Podrían ser disciplinas  diferenciadas, pero tienen su misma base en el saber multidisciplinario y en el compromiso auténtico de su apuesta a la liberación definitiva del espectador. Redención respecto de las prisiones de la ignorancia y la insensibilidad que cierran las vías hacia una experiencia  intelectiva plena con la realidad artística. Ambas disciplinas se contaminan, se complementan y atienden a los secretos de la técnica, la diversidad de lenguajes, géneros, categorías, materiales, medios  y movimientos estéticos o antiestéticos.

El producto artístico es resultado sociocultural y puede ser abordado desde diversos puntos de vista: histórico, poético, político, sociológico, psicológico o estético-filosófico. Pero ninguna de estas lecturas por sí mismas agotará la polivalencia o multiplicidad de significados de la obra. En este sentido, curaduría y crítica implican la puesta en acción de una diversidad de saberes y los asimilan a su autonomía y especificidad discursivas.

El discurso curatorial es un discurso paraliterario. Los parámetros organizativos, criterios museológicos y conceptos significativos que aborda la práctica curatorial contemporánea sólo podrían expandirse si el curador asume a plena conciencia su oficio como práctica ética y crítica en proceso.

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