El arzobispo metropolitano de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria, ofició ayer una misa en ocasión de la Jornada Mundial de los Enfermos, en la que pidió a la comunidad cristiana orar y cuidar a los aquejados en su salud.
En su homilía en la Catedral Primada de América, el Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo citó una frase del mensaje del Papa Francisco para la jornada mundial del enfermo, “ningún tipo de enfermedad puede separar a los enfermos de Dios, el pecado si nos separa de Dios”.
En ese sentido, el religioso sostiene que los enfermos no son impuros, sin embargo el pecado sí lo es, y eso es lo que separa a los hombres de Dios.
Visión. Refiere que todo el evangelio habla de las curaciones que hizo Jesús, quien sentía compasión por los enfermos, por eso desarrolló un gran ministerio curativo porque su visión fue estar presente en ellos.
El arzobispo destacó que los enfermos son como catedrales y en ellos esta Cristo, “por eso nos encontramos con él en cada enfermo”. Dijo que al igual que Jesús la misión de los cristianos también deben ser los enfermos.
Velar por los enfermos. “El evangelio nos dice que el enfermo de lepra era separado de la comunidad, pero la nueva visión del cristianismo nos enseña que de ninguna manera el enfermo puede estar separado de la comunidad, tiene que velar por los enfermos y tratar de que se sientan respaldados, acompañados por su comunidad”, expresó monseñor Ozoria.
Señaló que la iglesia Católica se preocupa y vela por sus enfermos, y por eso fue creada la Pastoral de la Salud, para estar atenta y preocupada por los aquejados de salud y para integrarlos a la comunidad.
Pastoral de la Salud. Asimismo, monseñor Ozoria valoró y agradeció el trabajo que realiza la Pastoral de la Salud en todas las diócesis.
“Continuemos nuestra celebración encomendando a todos los enfermos, orando por ellos, teniéndolos en cuenta, nunca separándolos de la comunidad y reconociendo en ellos a Cristo”, sostuvo.
Ungió enfermos. Luego de la prédica, el arzobispo Ozoria ungió con aceite a los enfermos, quienes en primera fila imploraban con fe y esperaban la unción sanadora.