Ascenso de Grupo León se basa legado familiar

Ascenso de Grupo León se basa legado familiar

POR MARIO MÉNDEZ
El presidente del Grupo León Jimenes, José A. León, dijo ayer que el desarrollo de ese grupo empresarial se ha apoyado en los valores que le legaron sus padres y abuelos. Al ofrecer una charla a invitación del Centro de Estudios de Formación Empresarial de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode), León afirmó que esos principios son valorar a todos los que laboran en las empresas en el cumplimiento de la visión y la misión del grupo empresarial, cultivar relaciones de mutuo beneficio entre las empresas, su personal, los suplidores y consumidores; dar cumplimiento a las regulaciones legales, a las reglamentaciones y a las obligaciones y retribuir beneficios a la comunidad que les ha permitido ser exitosos.

“Ese siglo de gestiones empresariales comenzó a desarrollarse en una extensión de ochenta tareas de tierra cultivadas de tabaco por nuestro padre, Eduardo León Jimenes, en la comunidad de Don Pedro, Guazumal, provincia Santiago. La Aurora empleaba en sus inicios, en 1903, apenas seis empleados; hoy en día, las empresas de nuestra familia emplean a más de siete mil personas de manera directa y generan por encima de cien mil empleos indirectos”.

También dijo que el crecimiento del grupo empresarial que preside se sustenta en un compromiso inquebrantable, “transmitido de una generación a otra, con cuatro principios fundamentales que rigen nuestras actividades empresariales”.

Para el señor León, si bien el dinero tiene un valor por las cosas que permite adquirir, “a menudo hay que hacer un alto y revisar si estamos poniendo en riesgo aquellas cosas que el dinero no compra y que son las verdaderamente esenciales”.

“Los cuatro principios que enumeré son productos de las enseñanzas de mis padres y de mi tío Herminio, quienes supieron inculcarnos las lecciones que han guiado el comportamiento empresarial de sus descendientes y que, conjuntamente, con los valores que nos inculcara mamá, nos han servido de preceptos para nuestro relacionamiento con el resto de la sociedad dominicana y el de las sociedades de otros mercados en los que hemos incursionado”, manifestó.

Contó una anécdota que, según dijo, ilustra cuán determinantes fueron esas lecciones para forjar esos valores.  Dijo que un día de verano su papá llevó a sus dos hermanos mayores a probarse unos trajes de dril blanco.

“Eduardo y Fernando se pusieron sus trajes y se pavonearon frente al espejo del sastre como suele ser costumbre de los jóvenes con ropa nueva. Entonces, Papá los invitó a acompañarlo a la plantación de tabaco”, recordó.

Agregó que al llegar a la siembra con sus flamantes trajes blancos, les ordenó que recorrieran la plantación.

“Ambos siguieron al pie de la letra las instrucciones y al concluir su recorrido entre los surcos de plantas de tabaco, los trajes nuevos de Eduardo y Fernando estaban manchados del viscoso líquido que emana la hoja del tabaco”, expresó.

Entonces, su papá les dijo: “Esa es la miel del trabajo. No ensucia; enaltece. Ámenla como lo hago yo. No es mucho lo que les dejo, pero si trabajan siempre unidos, con seriedad y con el favor de Dios, triunfarán”.

Añadió que la evidencia de cuánto calaron estas palabras de su papá en sus hermanos “es la sorprendente habilidad de Fernando, por la que recibió reconocimientos, tanto a nivel nacional como internacional, de distinguir a partir del olor del tabaco la finca y el predio en el que había sido cosechado y de sentir un gran orgullo por la gestión que realizaba”.

“Esto es un ejemplo de lo que más valoro en un ser humano: que sienta pasión por lo que hace. El propio Fernando, hablando con un grupo de personas les recalcó en una ocasión: las hojas de tabaco se acarician, no se manejan.  El amor por la tierra y sus frutos no se pueden aprender.  Se precisa vocación y deseo”, dijo.

León consideró que “esas palabras encarnan la manera de trabajar y de vivir que inculcamos en nuestra familia, y que intentamos hacer viva en cada una de las actividades profesionales, comerciales, y personales en las que tenemos un rol que cumplir”.

“El profundo respeto, involucramiento y compromiso con cuantos hacemos esa gestión, es una actitud que promovemos en todas nuestras actividades empresariales”, sostuvo.

Dijo que “sólo quienes viven apasionados por lo que hacen pueden soñar con mayores logros a futuro”.

Manifestó que eso lo aprendió de su tío Herminio, “quien decía algo que nos ha servido de lección a todos: cuando no puedas abrir las puertas del almacén con el mismo entusiasmo del primer día, déjalas cerradas”.

“El amor por lo que hacemos es la fuerza más poderosa que cualquier compañía o institución puede tener. Sin pasión, el Grupo León Jimenes sería una empresa de fabricantes y vendedores de productos, en la que primaría el ejercicio mecánico de tomar órdenes y entregarlas”, sostuvo.

Explicó que las huellas de su papá sirvieron de ruta para su tío Herminio, “quien asumió a su partida el rol de padre de familia y enseñó, primero a Eduardo y a Fernando, a respetar la institucionalidad del negocio y la humildad con la que debían asumir sus cargos en la empresa y a reconocer el mérito individual sin distinción de ningún tipo”.

Recordó que la llegada de sus hermanos mayores a los negocios familiares coincidió con el inicio de la peor etapa empresarial, “período al cual nosotros nos referimos como la época de las vacas flacas”. 

“El país vivía bajo una dictadura, régimen que no sólo coartaba los derechos individuales, sino que intervenía en los derechos comerciales, aplastando cualquier oposición a los negocios propiedad de quien pretendía ser el dueño absoluto de la República Dominicana”, expresó.

Recordó que en ese período, “procurando diversificar nuestras operaciones, tratamos de incursionar en el negocio de cigarrillos. Iniciamos los planes para establecer una fábrica, pero el proyecto fue descarrilado cuando Eduardo recibió una invitación de Trujillo a una reunión en Palacio, en la que le recibió con el siguiente mensaje: hombres como tú son los que necesito en el gobierno.  Eduardo, que no podía negarse, tuvo que dedicarse a funciones oficiales durante años”.

“Pese a estas distracciones, el equipo gerencial seguía fortaleciéndose con la entrada del mejor talento, tanto de nuestra familia, como de la familia extendida de profesionales dominicanos. Pues siempre hemos puesto en práctica algo que decía el empresario norteamericano Andrew Carnegie: Uno de los mayores secretos del éxito en cualquier empresa consiste, no en hacer uno mismo la tarea, sino en reconocer a la persona apropiada para realizarla”, agregó.

Primera con sindicato, 1957

Explicó que en atención a esta máxima, “Fernando, cuyo talento para identificar el mejor tabaco era ya legendario, se hizo cargo de las relaciones con cientos de agricultores que nos suplían materia prima. Guillermo, el tercero de mis hermanos, tomó bajo su cargo la administración de los recursos humanos, gestión que en nuestras empresas siempre se ha caracterizado por fomentar relaciones de gran respeto, solidaridad y afecto”.

Dijo que bajo el liderazgo de Guillermo, en 1957, “la nuestra fue la primera empresa privada en la que se formó un sindicato, la primera en negociar con los empleados beneficios particulares que se recogieron en la firma de un pacto colectivo ese mismo año y la primera en establecer un plan de pensión para los trabajadores en el 1968”.

Dijo que tras la dictadura, “una vez contamos con institucionalidad democrática en el país, pudimos ir tras nuevos objetivos comerciales.  Retomamos el proyecto de cigarrillos y, con la ayuda del ingeniero Jack Corrie, esposo de nuestra hermana Carmen, y otros dedicados colaboradores,  logramos establecer una moderna planta de cigarrillos en 1963”.

“Y a propósito de oportunas colaboraciones, déjenme contarles una historia ocurrida cuando empezábamos a hacer pininos en la producción de cigarrillos. Nos tocó superar un curioso obstáculo, no lográbamos que las confeccionadoras pegaran los cigarrillos. Tratamos con una fórmula extranjera y nada. Probamos con otra de un renombrado suplidor alemán, tampoco funcionó. Intentamos con almidón de yuca, ¡pero qué va!. Para aquella época, Eduardo ya estaba casado con Ana Tavares, que en paz descanse, una mujer  inteligente y habilidosa que preparaba una gran maicena.  A Ana se le ocurrió que quizás la cocción que ella confeccionaba podía dar resultados y envió una porción para ser puesta a prueba. Afortunadamente dio excelentes resultados y nos permitió resolver el problema que hasta entonces había consternado a los más renombrados expertos”.

“Ese ejemplo de solidaridad que nos dio Ana, es el mismo que siempre hemos tenido de todos los integrantes de nuestra gran familia, en particular, de nuestras esposas y hermanas. De ellas siempre recibimos el amor, el respaldo y la confianza absoluta en todos los órdenes, lo cual ha sido vital para fomentar una verdadera unidad familiar, amén de una unidad de propósitos y una visión compartida en nuestras gestiones empresariales”.

Resaltó como un verdadero hito en los negocios del Grupo, la consecución en 1969 de una asociación con la mayor empresa de cigarrillos en el mundo, Philip Morris, “que nos permitió contar desde ese momento crucial con tecnología de punta y asesoría especializada para fortalecer nuestra posición en el mercado con marcas como Nacional y Marlboro que han logrado un sólido liderazgo. También nos brindaron una valiosa colaboración en el inicio de la exitosa siembra de tabaco rubio en el país”.

“Los esfuerzos por la diversificación continuaron. En la década de los ochenta incursionamos en el mercado cervecero con la construcción de la Cervecería Bohemia, contando con la asesoría de Miller Brewing Company. En esa coyuntura, Eduardo articuló la filosofía competitiva que siempre hemos asumido y que hoy prevalece: competiremos con nuestros recursos, con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas y entusiasmo, pero con lealtad, sujetos a los más elementales principios de ética profesional. Competiremos con calidad de producto, de talento, de organización, con calidad de intenciones, con una gran fe en Dios y en el futuro de nuestro querido país”, expresó.

Añadió que “esas visionarias decisiones, tomadas hace veinte años, fueron determinantes para contar hoy con un portafolio de marcas vencedoras, entre ellas, las tres principales marcas de cerveza de la República Dominicana -Presidente, Bohemia y Presidente Light- que en conjunto, a enero de este año, y junto a nuestras demás marcas de cerveza, satisfacen más de un 95 por ciento del mercado nacional”.

“Estos emprendimientos estuvieron liderados por Eduardo hasta agosto de 1993, año en que recae la responsabilidad de encabezar los negocios familiares en mis manos, el menor de los hermanos”, expresó León.

También resaltó que a partir del 1991, de forma organizada y con estrategias definidas, se inició “la exportación de nuestra principal marca de cerveza Presidente. Responsable de ventas en el exterior que ya superan los dos millones de cajas”.

Dijo que durante la última década, la tasa promedio de crecimiento anual de sus exportaciones de cerveza asciende a un 23%.

“En la actualidad, el mercado de los Estados Unidos representa alrededor de un setenta por ciento de nuestras exportaciones de cerveza. Allí contamos con un equipo, dirigido por dominicanos entrenados en nuestra empresa, que nos ha permitido un gran crecimiento en un mercado muy exigente, en el que se comercializan sobre tres mil marcas de cerveza”, afirmó.

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