Aserto cita fallida en Anápolis

Aserto cita fallida en Anápolis

UBI RIVAS
Conforme a como predije en la entrega a HOY el 27 de noviembre último, la cita que ese día organizó con ribetes de comparsa bufa el presidente George Bush Jr. dizque para conciliar las reyertas de 59 años entre el Estado de Israel y los palestinos, constituyó un fiasco, una burla y un irrespeto del gobernante norteamericano a los palestinos y al mundo.

Una cita en que no existía una agenda previa a tratar y definir, es el símil más calcado de pretender tomar sopa con un tenedor, en vez de con una cuchara, cuando precisamente Estados Unidos ha sido siempre la cuchara de todos los encuentros que ha organizado, mientras que sus anfitriones han resultado ser los tenedores. ¿O no ha sido así siempre?

En esta ocasión, empero, algunos ilusos forjaron cálculos optimistas estimando que la más posible era que Bush jr. obtuviese un éxito político internacional, habida cuenta de que no solamente no ha conseguido ninguno, sino que ha encendido las hogueras de Iraq y Afganistán, apenas ha aplacado la del Cercano Oriente, y se ha peleado con todos, con los presidentes Vladimir Putin de Rusia, con Bachar El Assad de Siria, con el ex-de México, Vicente Fox, con el de Venezuela, Hugo Chávez, con Kim Il Sun de Norcorea, con Néstor Kirchner de Argentina. Ni hablar del comandante Fidel Castro, de Cuba.

Además que en el frente interno confronta una crisis financiera por los créditos subprime del sector inmobiliario, inclusive avalados por calificadoras de riesgos-país como Standard & Poors, y una famélica aceptación de sus paisanos que apenas bordea el 30%, es decir, que un 70% rechaza su política internacional por dos guerras que no avanzan en sus objetivos norteamericanos, más el atascamiento de Levante.

Los cables noticiosos post-Annápolis informaron que Bush Jr. precisaba «usar todo nuestro poder para ayudarlos a (ustedes) a medida que adopten las decisiones para la fundación de un Estado Palestino que vivirá lado a lado en paz con Israel». Debió precisar «mutua paz, Israel con los palestinos y viceversa.

Ese, por lo menos, es el sentir y anhelo más profundo y acabado de la humanidad en la versión de sus ciudadanos más calificados y sensatos: una paz definitiva, honorable, en que ambas partes se comprometan para siempre, de verdad, no de poses, a convivir en paz, a cooperar los unos con los otros, a dirimir directamente y sin intermediarios, que en la versión estadounidense, presionado por el caucus judío, ha desvirtuado los propósitos enaltecientes.

Ha resultado así desde Camp David I del 26-03-79, El Cairo sobre la Franja de Gaza y Jericó del 04-05-94, Madrid del 30-10-91, Oslo del 13-09-93, Camp David I y II entre el 11-25 de julio 2000, Wye River del 23-10-98, Sharn el Sheik del 04-09-98, la Hoja de Ruta del 15-05-03, hasta arribar a la ópera bufa de Annápolis.

La Hoja de Ruta, el documento más completo, realista, contundente, visionario que se haya elaborado jamás en relación a concluir un diferendo reciente de 59 años, pero que en realidad se remonta en la neblina del pretérico, cuando el patriarca Abrahán, en 1996 a.c. fue autorizado por su esposa Sara a cohabitar con su esclava Agar para que le proveyera descendencia que Sara no podía, hace de eso 4003 años.

De la cohabitación de Abrahán con Agar nació Ismael, padre de la progenie árabe, pero luego Sara, a los 70 años, logró un embarazo primerizo, del que nació Isaac, y cuando Ismael tenía nueve años, un día se burló de Isaac y Abrahán lo echó de la casa junto a su madre Agar.

El tiempo no ha podido sobreponer las ofensas primigenias, cuando las diferencias entre particulares son por un tiempo, no para siempre, mucho menos entre hermanos, pero con ribetes de drama terrible, los dos, árabes y judíos. han preferido imitar a Abel Sánchez, el famoso personaje de don Miguel de Unamuno, que se resistía a morir porque no quería enterrar su odio.

Así, no se vale. Así, nada progresa. Así, no se solda la paz, y con un anfitrión imperialista cargando los dados de un lado, nunca.

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