Asesinar delincuentes no para violencia

Asesinar delincuentes no para violencia

POR ALTAGRACIA ORTIZ GOMEZ
La eliminación de jóvenes que delinquen no es la solución al estado de violencia que se ha apoderado del país, advirtió ayer el psiquiatra infanto juvenil doctor José Miguel Gómez Montero.

Asimismo, aseguró que la pobreza, la exclusión social y la disolución de las familias, son algunas de las causas principales de que la sociedad se esté haciendo cada vez más violenta.

Indicó el experto que los programas que se han estado implementando contra la delincuencia son violentos y represivos, «sin una estrategia de Estado horizontal».

«No podemos pagarle con violencia a los trangresores, porque entonces tendremos un Estado violento y eso genera más violencia», dijo.

Expresó que la clase alta no elimina a sus hijos cuando tienen problemas, «al contrario los llevan a los psicólogos y psiquiatras.» «Tampoco los pobres quieren que les eliminen a sus hijos», dijo.

Expresó que lo más peligroso en el país, en estos momentos, es el incremento de una violencia de tipo estructural, lo que significa que la sociedad se ha transculturizado y la gente no tiene respuesta a eso.

«Ha habido un aumento de las conductas desadactadas y transgresoras de las normas sociales. Violencia, pandillerismo, inseguridad ciudadana, feminicidios y homicidios, son problemas acumulados en la sociedad dominicana durante décadas», aseguró.

Indicó que el país carece de una estrategia para frenar la violencia. El analista de la conducta aseguró que la exclusión de la población juvenil es cada vez mayor, la mayoría está excluída del mercado laboral. «Viven en una brecha digital, idiomática y la metodológica que los hacen accesibles al mercado laboral», asegurar.

El doctor Gómez Montero aseguró que la pobreza extrema y la movilidad social de las zonas rurales a las urbanas periféricas, «ha construído verdaderos nidos de delincuencia».

«Son los barrios pobres, los excluídos, los que más violencia están generando a la sociedad dominicana, y eso debe llamar a la acción», indicó el experto.

A su juicio, el tráfico de drogas se ha convertido en un sustento de vida en los sectores excluídos, pero ese negocio trae muerte y destrucción en las comunidades.»

«Las familias están rotas e insanas y eso genera un alto nivel de violencia, pues antes las familias eran una muralla de protección», sostuvo Gómez Montero.

Afirmó que la violencia tiene que ver con frustraciones acumuladas, pobreza y desempleo, gente que no encuentra trabajo y que es rechazado por ser pobre.

JUSTICIA DEBIL

Para el experto en la conducta humana, la justicia es muy vulnerable, la mayoría de los agresores de conductas violentas como los abusos, atracos, secuestros, planificación de crímenes, son reincidentes hasta más de cinco veces y son devueltos a la sociedad sin rehabilitación.

Manifestó que en el país existe una baja penalidad del crimen y esa gente está en las calles. «Aquí tampoco hay programas de rehabilitación y readactación hacia los deportados que llegan al país», dijo.

A su juicio, es importante venderle una estrategia de esperanza, que la solución a sus problemas está llegando.

Consideró que las comunidades se han estado quedando sin líderes en todos los ámbitos.

LAS ALTERNATIVAS

Se necesita una gestión de estrategia interinstitucional e intersectorial que vincule al Estado y a las comunidades, expresó. También es necesario identificar los indicadores de la violencia que tiene cada sector.

«Tenemos unos barrios con mucha violencia por drogas, delincuencia y pandillerismo, pero otros la tiene por pobreza y exclusión social, porque la gente le ha dejado los problemas a los delincuentes», analizó.

Sugirió que en los barrios se creen programas de rehabilitación social en los cuales se integren los comerciantes, las asociaciones comunitarias, los religiosos y los profesionales de la conducta.

A su juicio, la pobreza lleva a la delincuencia cuando no hay familias; antes había redes estructurales que protegían a la gente. «Las familias eran más sanas, más rurales, más afectivas, fiscalizadoras e integradas», dijo.

Analizó que la sociedad de hace 20 años era más solidaria, comprometida y los jóvenes tenían ideología. La escuela era protectora, la iglesia era activa y había paradigmas para seguirlos.

Expresó que todo el que no funciona se queda excluído, y eso genera complejos, resentimiento, pobreza, delincuencia, marginalidad y criminalidad.

«Los excluídos de países pobres produce parasitismo, desesperanza aprendida, frustración colectiva y eso a su vez violencia acumulada», dijo, tras señalar que es necesario fomentar acceso al trabajo inmediato.

Manifestó que los más jóvenes deben ser integrados a programas de tecnología a corto plazo y las escuelas deben tener programas de prevención.

Deploró que en el país la gente pobre y los que viven en barrios deprimidos sean considerados delincuentes. Que se les estigmatice como personas delincuentes.

Recomendó que se quite ese estima con estrategia, que dejen de lado el hambre, la falta de dignidad, el hacinamiento. Todo eso amerita recursos, pues es necesario normatizar la vida.

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