Bagdad.- El asesinato de doce soldados iraquíes en Kirkuk ha puesto fin a dos días de relativa calma en Irak, mientras que el primer ministro Iyad Alaui reconoció estar en contacto con grupos suníes para formar un nuevo gobierno.

Los doce soldados murieron anoche al caer en una emboscada tendida por un grupo de insurgentes cerca de la ciudad de Kirkuk (250 kilómetros al norte de Irak), según un comunicado del Ejército iraquí.

Los militares volvían a Kirkuk en un autobús tras terminar su jornada como guardianes de las vitales instalaciones petroleras de la región, cuando un grupo armado los esperaba junto a la localidad de Zab y, al llegar, descargó sobre ellos sus ametralladoras.

Este incidente es el más grave sucedido tras las elecciones del pasado domingo, y pone fin a dos días de relativa calma, en los que los ataques contra tropas extranjeras o instituciones iraquíes han sido excepcionalmente raros.

Por otro lado, un infante de marina de EEUU murió ayer durante «una operación de seguridad» en la provincia de Al Anbar, según informó hoy un comunicado militar norteamericano.

A estas víctimas hay que añadir las que hoy se produjeron en el sur de Bagdad, por enfrentamientos entre fuerzas del orden e insurgentes en el barrio de Al Dura, según informaron fuentes policiales.

Precisaron que los choques tuvieron lugar en el área de Abu Dashir cuando unos hombres armados dispararon contra una patrulla conjunta iraquí-estadounidense, que se encontraba en la zona, escenario de ataques frecuentes de los rebeldes iraquíes.

En otro suceso, dos iraquíes que trabajaban para las tropas norteamericanas murieron hoy en un ataque perpetrado por un grupo armado desconocido al norte de Bagdad.

Además, un comunicado militar estadounidense afirma que los «marines» mataron la pasada semana a catorce insurgentes, entre ellos un supuesto ayudante del cabecilla terrorista Abu Musab al Zarqaui, el hombre más buscado de Irak.