SERGIO SARITA VALDEZ
La Comisión de Justicia del Senado de la República que preside Francisco Javier Domínguez Brito, teniendo como vicepresidente a Andrés Bautista García y como secretario a Noé Sterling Vásquez, además de los miembros Wilton B. Guerrero Dumé, Félix M. Vásquez Espinal, Prim Pujals Nolasco y Francis E. Vargas Francisco, acaban de asestar cinco desconsideradas puñaladas, así 17 articulados balazos a quien en vida respondía al nombre de Instituto Nacional de Patología Forense.
De nada valieron los alegatos por vivir de un ser que desde su nacimiento tuvo como única misión servir a la verdad a través de los experticios que realizó con transparencia y pulcritud a la sociedad dominicana y al mundo.
El cadáver de la víctima reposa aún en la calle Correa y Cidrón de la Zona Universitaria. Todavía no se ha determinado adónde serán velados sus restos. Se tiene programado que el acto de enterramiento lo lleve a cabo la Cámara de Diputados y que el panegírico le corresponda al Poder Ejecutivo. La enlutada familia médico-forense agradece de antemano las muestras de condolencia expresadas por la parte sana y consciente de la sociedad dominicana. De poco sirvieron los alegatos de los actores forenses criollos en favor del ahora difunto. Hubo oído sordo y una ceguera cómplice en los perpetradores del horrendo crimen.
En vez de externar una mirada duartiana sobre la realidad social dominicana prefirió el presidente de la Comisión de Justicia, autor intelectual del proyecto, tomar prestada el alma de Pedro Santana, copió un modelo foráneo, pidió la intervención de ultramar, pisoteando y dejando sin vida los cuerpos de los nuevos Francisco del Rosario Sánchez, hermanos Puello y otros anónimos que solamente la posteridad reivindicará. Triunfó el avasallador poder de la fuerza del Senado, mientras que la razón y lógica técnica nacional resultaron ser brutalmente aplastadas. A pesar de comprender que la actual coyuntura favorece al pensamiento anexionista, no nos cabe la menor duda de que más temprano que tarde este pueblo sabrá restaurar sus auténticos valores nacionales.
Fuera de la estructura del denominado Instituto Nacional de Ciencias Forenses han quedado el Colegio Médico Dominicano, nuestra legendaria Universidad Autónoma de Santo Domingo, los gremios que agrupan a los hombres y las mujeres del Derecho, así como los que representan los derechos humanos en el país. En el limbo queda la Escuela de Formación de Médicos Forenses. Poca gente se da cuenta del daño que esta acción homicida producirá en el futuro del desarrollo de la medicina forense dominicana. Ni la ley general de salud, ni la ley de colegiación podrán salir en auxilio de los galenos que en el mañana puedan ser pisoteados o lesionados por quienes detenten el control y poder del naciente órgano. Nadie absolutamente nadie, ni laboratorio o empresa alguna estarán facultados para emitir documento alguno de naturaleza médico legal en el territorio dominicano, a menos que estén enrolados en la estructura del INACIF. Digamos adiós al exequátur que permite ahora la libre práctica médica y de los laboratorios.
Infructuosos resultaron nuestros alegatos acerca de la conveniencia de crear una plataforma básica para el ejercicio médico-forense en la República Dominicana. En esta ocasión hago acopio del relato bíblico de Mateo acerca de la crucifixión de Jesús. Dice el evangelista en el versículo 24 del capítulo 26 lo siguiente: Al darse cuenta Pilatos que no conseguía nada, sino que más bien aumentaba el alboroto, pidió agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: <<Yo no me hago responsable de la sangre que se va a derramar. Es cosa de ustedes>>.
El tiempo y los hechos se encargarán de decir si era racional y prudente empezar a volar sin un previo lugar donde aterrizar. No se crean de la noche a la mañana los recursos humanos ni las riquezas bien habidas. Se trata de un proceso que cual abecedario debió empezar por la letra A y concluir con la Z. No por mucho madrugar amanece más temprano. La modernidad habrá de llegar pero con pasos firmes y acciones concretas acordes con las posibilidades que nuestras circunstancias lo permitan como diría Ortega y Gasset. Esta vez más que nunca se vuelve lapidaria aquella sabia expresión mexicana que dice: Quien de ajeno se viste en la calle lo desnudan. También llega a nuestra mente una frase que a finales del siglo XIX, José Martí, prócer y gloria de las letras antillanas nos legara: Nuestro vino es agrio pero es nuestro.
Todo el tiempo he vivido imbuido por la fe y la confianza que estas palabras del patricio provocan en mi espíritu y por eso nunca me cansaré de repetirlas: Por desesperada que sea la causa de mi Patria, siempre será la causa del honor y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre…nuestra patria ha de ser libre e independiente de toda potencia extranjera, o se hundirá la isla.
¡Que Dios y el pueblo se apiaden de las almas de quienes hoy cegados y henchidos por el poder cercenaron de un plumazo lo que tanto sacrificio, cárcel y dolor nos costó crear y desarrollar!
Requies-cat in pace el Instituto Nacional de Patología Forense.