Asfixia por estrangulación manual

Asfixia por estrangulación manual

No todo lo que brilla es oro; así reza un dicho popular. Otro pensamiento de similar interpretación, pero con mayor nivel intelectual es el de que hay cosas que aparentan lo que no son y otras que son en realidad distintas a lo que aparentan. Estas sabias expresiones sirven de soporte filosófico para tratar de explicar hechos particulares del diario vivir.

Uno de esos episodios lo constituye el concerniente a una humilde adulta mayor de sesenta años residente en la barriada de Gualey, ubicada en la parte norte del Distrito Nacional.  La infortunada fue encontrada en condición de cadáver echada boca abajo con la cabeza dentro de una ponchera plástica llena de agua. La versión aportada por “testigos” a los investigadores forense era que la desdichada mujer perseguía un gato dentro de su hogar, momento en que tropezó y cayó accidentalmente dentro del recipiente, con la cara mirando hacia el fondo del agua.

La coartada infantil fue de principio aceptada como buena y válida por los responsables del peritaje. En apoyo a la tesis del supuesto percance con el felino se mostraba el estado de desorden de  los ajuares hogareños, incluidas las gavetas. Recordamos un principio médico legal que en esencia dice: el forense lo oye todo pero solo cree lo que es científicamente demostrable. El análisis detallado de la autopsia mostró una marcada congestión de la cara con un punteado hemorrágico en las mejillas, conjuntamente con enrojecimiento de las conjuntivas de ambos ojos. En el cuello se observaron marcas recientes de uñas. Al disecar los tejidos blandos de la parte alta y media en ambos lados de la zona cervical podía notarse sangrado fresco en la musculatura, además de fractura de la nuez de Adán y del hueso hioides.

Esta constelación de hallazgos documentados como evidencias y acompañados de fluidez sanguínea, congestión visceral generalizada, cianosis y edema pulmonar no dejan duda médica razonable acerca de la causa y la manera del fallecimiento. Expertos de la categoría de Vincent J. M. Di Maio aseguran que la conjunción de fractura del hioides y cartílago tiroides, unido a contusiones en los músculos de la parte alta del cuello y en presencia de reacción vital, confirman como regla, la existencia de un homicidio por estrangulación manual.

El argumento a favor de la naturaleza criminal del hecho es que ninguna persona puede suicidarse apretándose con sus manos el cuello, puesto que antes de llegar a la inconsciencia los dedos que sujetan al individuo quedan liberados. La fractura accidental del hueso hioides es muy rara, pues se trata de una estructura ósea escondida y protegida en la parte más alta de la región cervical anterior.

Cuando se realiza un peritaje médico legal en donde se sospecha estrangulación manual hay que asegurarse de poder demostrar sin ambigüedad alguna todas las características enunciadas arriba, de lo contrario, estaríamos en presencia de un informe poco serio e insostenible ante una corte en donde se hurgue hasta el fondo la búsqueda de la verdad.

Cuando la autopsia se realiza con honestidad, capacidad y sin prejuicio alguno, las conclusiones suelen ser de gran valor en la administración de la justicia en casos donde se sospecha que hayan actuado manos criminales.

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