Así es Asunción

Así es Asunción

Asunción, Paraguay.- Contrario a casi la totalidad de las capitales del mundo, la ciudad de Asunción pareciera resistirse a rejuvenecer. Arquitectónicamente vive en un mágico letargo, sin prisas, amenazas e injerencias…, disfrutando del encanto de sus tradiciones, y, casi sin inmutarse -aunque no de espaldas- ante el agitado curso impuesto de forma dictatorial por la modernidad.

Es como si sostuviéramos un gratificante reencuentro con el hermosísimo Gascue de los años 70, ese que vivieron parte de nuestros adultos mayores y que los más jóvenes apreciamos con añoranza en alguna que otra publicación.

Así es la capital paraguaya, una ciudad de época, que coquetea sin ruborizarse con la modernidad, cohabitada, de forma armoniosa, por una variada población en su mayoría indígena y blanca, con rica arquitectura de aire europeo, angostas calles y muchos, muchos negocios, que se auxilian promocionalmente de enormes y vistosas vallas, que proliferan por doquier, evidencia de que existe una gran conciencia entre sus residentes de la importancia de la publicidad.

Esta realidad se refleja en las programaciones televisivas y en periódicos de gran importancia como “ABC”, “La Nación” y “Última Hora”, que son los de mayor tradición y circulación.

En esta ciudad se degusta una rica gastronomía, muy propia y predominantemente apegada a sus raíces, se vive una interesante vida cultural y las noches, después de las 8:00, adquieren un ritmo agitado en bares, restaurantes, discotecas y calles. Por ejemplo, la noche del sábado pasado el embajador dominicano aquí, Marino Berigüete, tuvo la deferencia de invitarnos, a mi esposo y a mí, a cenar donde -según anunció mientras nos desplazábamos al lugar escogido- “se come la mejor comida paraguaya”. Cuando llegamos sólo estaban los camareros, y en un abrir y cerrar de ojos, el hermoso y enorme local estaba repleto. En cuanto a la comida, tenía razón, estaba realmente muy buena.

Para sus residentes la comida es cara; sin embargo, al mediodía habíamos ido a comer a La Vianessa, un restaurante tradicional del centro de la ciudad, donde pedimos unos bastoncitos de queso como entrada, arroz al quesú, alitas a la teriyaqui, (10 unidades) y raviolis de pollo en salsa tres quesos, como plato fuerte, dos cervezas, un refresco y dos cafés: un cortadito y un capuchino. ¡Ah! nos llevaron cuatro variedades de pan con salsa de ajo y la cuenta fue del equivalente a 1 200 pesos dominicanos. ¡Juzgue usted!

Cuando vayan, no olviden pedir una sopa paraguaya, ¡de seguro se sorprenderán!, no tiene nada que ver con la receta que conocemos: se trata de una especie de arepa a base de maíz, ingrediente base de la mayoría de sus platos. De igual modo, nadie que vaya a Asunción o a cualquier otra ciudad de Paraguay puede dejar de degustar su rico asado, uno de los mejores del mundo, fruto de su gran producción vacuna, de envidiable calidad. Y, por supuesto, el tereré, un mate que en vez de caliente los paraguayos lo toman frío. ¿Un asunto de estilo o pura diferenciación con sus vecinos argentinos?…

En Paraguay, contrario a nosotros, no existe ley de restricción, así que la rumba puede extenderse hasta el otro día. Eso sí, se toma mucho alcohol, aunque una buena noticia es que el índice de consumo de droga es mínimo, según algunos jóvenes.

A propósito de juventud, Paraguay en su totalidad es un país de gente joven; la guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia, se cobró la vida de más de tres millones de personas, quedando apenas unas 500 000, según relatan. La población actual es de unos seis millones 786 mil personas.

Un destino seguro. Por Asunción se puede caminar, de día o de noche, sin necesidad de mirar constantemente para atrás; varios “rankings” sobre seguridad urbana la posicionan como la tercera ciudad más segura de Suramérica y la número 103 entre 215 ciudades del mundo.

Pero no hay ciudad sin gente, el asunceno es persona amable, conversadora y educada, de esas que preguntan sobre la procedencia e inmediatamente muestran una agradable sonrisa y suelen desear una buena estadía. Por lo general, visten muy bien: formal y moderno, similar al atuendo europeo, sobre todo en estos días, cuando aquí comienza el invierno y el frío ataca.

¡Su artesanía!, qué decir, ¡simplemente espectacular!, de terminación fina y bien delicada; destacan manteles, caminitos, individuales y servilletas de mesa bordados y tejidos en técnicas típicas como los encajes ñanduti y ju y en la tela ao po’i. Todo esto herencia guaraní.

Además su orfebrería es bastante rica. Los indígenas confeccionan también joyas con hilo de plata y oro extrafino, una técnica conocida en toda América del Sur, pero fabricada de esta manera sólo en Paraguay. Los artículos en cuero -calzados y carteras- también poseen una terminación de primera. ¿Los precios?, muy, pero muy buenos.

Todo esto y otras tantas cosas más convierten a Asunción en una de las pocas ciudades con estas peculiares características y atractivos en el mundo.

Asunción por dentro. La capital paraguaya data de 1537; fue fundada un 15 de agosto por Juan de Salazar y Espinosa de los Monteros. No posee playa, pero está bañada por el gran río Paraguay, uno de sus grandes orgullos, que conforma lo que se conoce como la bahía de Asunción. Este es el cuerpo hidrográfico más importante de la ciudad, ya que a través de él se desarrolla el comercio fluvial, y también es un gran atractivo turístico. Produce energía para el consumo del país, tan sólo el 11 %; el resto la vende a sus vecinos fronterizos, Argentina, Brasil y Bolivia, de donde proceden la mayor cantidad de sus visitantes. También llegan norteamericanos.

Otros grandes tesoros de esta interesante ciudad son el Palacio de los López, que es la casa de Gobierno, el Panteón Nacional de los Héroes, el Cabildo o ayuntamiento, la Catedral Metropolitana, el hotel Guaraní, el Teatro Municipal Ignacio A. Pane y la iglesia de la Santísima Trinidad.

Asunción es conocida como la “Madre de Ciudades”, porque durante la conquista partieron desde aquí varias expediciones con el objetivo de fundar otras ciudades del cono sur americano, entre ellas Buenos Aires, Corrientes, Santa Fe, Concepción del Bermejo, Santa Cruz de la Sierra, Santiago de Jerez y Ciudad Real.

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