Así no

Así no

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Normalmente, la incoherencia, la intolerancia y la prepotencia andan de mano y producen una borrachera que hace ver lo que no existe y oculta lo que está visible. Es cierto, en algunas cosas «e’ pa’ lante que vamos» pero al mismo tiempo en otras caminamos velozmente en la dirección del cangrejo. Hay una gran cantidad de escuelas con problemas físicos, pero se dotarán no sé cuántas escuelas de sofisticados y costosos equipos de informática. El gobierno juega a la gallina ciega en muchas áreas y ofrece una lamentable imagen de incoherencia e intolerancia que, en algunos casos penosos, se intenta ocultar con bravuconadas que están fuera de lugar.

Asimismo se recurre al viejo y gastado expediente de acusar a la prensa de dañar gestiones y esfuerzos, cuando publica informaciones que no son del agrado de algún funcionario.

Con la reforma fiscal, el gobierno actúa como un elefante en una vidriera, con una torpeza o con una mala fe digna de estudio.

Durante semanas se ha intentado condicionar la opinión pública con un discurso en el cual se asegura que el gobierno dejará de percibir 31 mil millones porque se disminuirán los aranceles (cobros) de las aduanas y desaparecerán algunos impuestos.

Papá subía del río y su amigo Fernández bajaba hacía el río. Ambos eran sordos. Fernández pregunta: ¿vienes del río? Y papá le responde: no, vengo del río.

Así andamos: el gobierno se reúne con grupos de interesados en mantener sus privilegios, aquellos que más tienen y quienes continuarán colocando la carga sobre la mayoría.

Se dice que hay un consenso nacional sobre la reforma fiscal que pretende hacer, sin tomar en cuenta los intereses de la mayoría y favoreciendo, como siempre, a los que más tienen.

No es cierto, no hay consenso nacional.

Se quiere imponer, léase bien, imponer, su reforma, que no es necesariamente la que conviene para encaminar el país hacia el desarrollo de sus fuerzas productivas.

Además, el gobierno parece estar de parte de la fiera, para que se coma el león a los sectores productivos nacionales que no cuentan con ningún respaldo, con ninguna medida compensatoria, a juzgar por los proyectos presentados.

Y lo peor es la prepotencia: ahora hay funcionarios que dicen que el Congreso tiene que aprobar la propuesta que le mandó el Poder Ejecutivo porque la misma es fruto del consenso, de la discusión organizada, dirigida y aprobada por el gobierno y una parte de sus ricos amigotes, una reforma con guantes de seda para proteger a los que participaron en las conversaciones.

Parece que olvidan, por la intolerancia y prepotencia, que la instancia constitucional para la discusión, formación y aprobación de las leyes es el Congreso Nacional.

Vistas públicas con la reforma fiscal, para que se enderecen los entuertos y evitar que continúen los abusos contra la mayoría, en beneficio de la minoría de siempre.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas