Así nos llevan ¿por qué lo permitimos?

Así nos llevan ¿por qué lo permitimos?

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

¿Habrá pasado, definitivamente, el tiempo de la esperanza? ¿Está condenado nuestro pueblo a sufrir un mal gobierno y otro y el que viene?
¿Dónde se fueron los principios de honestidad, seriedad, cumplimiento de la palabra empeñada?
¿Dónde se ha ocultado la vergüenza? ¿Qué es lo mal hecho? ¿Vale la traición más que la lealtad? ¿Quién es leal? ¿Qué es la lealtad? ¿Será que los tiempos actuales son tiempos de renovación que ponen la silla con las patas para arriba y compran una nueva, de lujo, cara para sustituir la anterior?
¿Se impuso el chernaje, sobre la seriedad? ¿Quién ha dispuesto que la propiedad pública, a propiedad de todos, sea usufructuada por unos pocos?
¿Por cuál razón se acepta, como bueno y válido que tanto tienes, tanto vales?
¿Acaso no importa cómo son adquiridos todo tipo de bienes sin que sus propietarios puedan justificar la procedencia?
¿Debemos aceptar a nuestro lado a los administradores del gobierno que se llevan a sus casas las propiedades, dineros y bienes del Estado?
¿Acaso es bueno y aceptable permitir que los malos se enseñoreen sobre la sociedad y se conviertan en modelos para la juventud?
¿Qué hacer ante tal descomposición social? ¿Qué hacer ante tanta inconducta demostrada y estrujada a la cara de todos?
¿Qué papel juega la familia, el grupo, la sociedad, la iglesia, las instituciones públicas y privadas, en favor de la decencia?
¿Qué es decencia? ¿Qué es a indecencia? ¿Es decente una persona que roba, engaña al fisco, trafica con drogas, introduce artículos de contrabando, con o sin la complicidad de funcionarios de aduana?
¿Es que acaso a nadie le importa cómo se desmorona la conducta moral de la mayoría?
¿En qué sociedad vivimos? ¿En qué sociedad queremos vivir? ¿En qué sociedad podemos vivir?
¿Cuál es el sueño, cuál la esperanza, cuál la posibilidad de actuar en una sociedad donde el terror, el temor y el crimen sean acorralados y podamos vivir sin temor?
¿Cómo es posible que vivamos personas, algunas convertidas en ídolos, aunque sepamos que son carne de presidio?
¿Es que debemos aceptar como bueno y válido lo que el crimen organizado y los políticos corruptos nos presentan como oro de buena ley?
¿Estamos condenados a permitir que unos pocos se adueñen de la riqueza nacional mediante jugadas tan claras como el uso del dinero y el poder para adquirir el poder de gobernar, de crear leyes, de disponen quién o quiénes deben administrar las leyes e imponer la justicia?
Recordemos, mientras en la Cancillería, para sólo citar un ejemplo se roban millones de dólares en sueldos a personas nombradas en el exterior que nunca han viajado fuera el país los hospitales públicos carecen de los elementos necesarios para hacer frente a las demandas de los enfermos.
Así no podemos seguir.

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