Así pienso yo

Así pienso yo

MANUEL A. GARCÍA SALETA
Cuando pienso, lo hago generalmente reflexionando cual será el destino de todos nosotros, incluyendo mis hijos, nietos y biznietos, si continuamos esta guerra de insultos, agresiones, acusaciones, falsedades, inmoralidades, latrocinios, irresponsabilidades y cobardías que parecen interminables, especialmente entre los políticos y los tres partidos principales que están en la palestra por el poder político como son: la presidencia, diputaciones, senadurías y sindicaturas.

No se vislumbra por ningún lado una salida airosa, sincera, patriótica y decidida para retornar a la cordura, donde prevalezca el interés de todos los dominicanos, primero, para defender la Patria y protegerla de las agresiones e invasiones de extranjeros, que quieren unificar nuestro país con Haití, nuestro deber y patriotismo como dominicanos, nos obliga a luchar para que siga en el tope del asta la bandera tricolor, que le indique al mundo, que la República Dominicana, sigue siendo libre, independiente y soberana, como la soñaron Duarte, Sánchez, Mella y Luperón.

Hay que acabar definitivamente con este caos e indecisiones que estamos viviendo todos los ciudadanos, por culpa de los políticos irresponsables, que solamente piensan en sus propios intereses y el de su partido. Sin tener en cuenta a más nadie; les importa tres pitos los demás.

Se ha podido comprobar, a través del tiempo, que en este país, el mejor negocio del mundo es la política, porque todos los funcionarios que pasan por la administración pública salen millonarios y con grandes residencias, muchos de ellos que han estado ganando sueldos de 15,000 y 20,000 pesos mensuales.

Pero, además, una de las cosas que más preocupa actualmente a la población en estos momentos es la inseguridad y la desprotección que vive la ciudadanía actualmente; no hay ninguna garantía cuando manda a sus hijos a la escuela, porque no saben sin van a regresar sanos y salvos a su hogar.

Sucede lo mismo con las jóvenes, que tienen derecho a gozar y divertirse en fiestas y diversiones sanas, pero están expuestas a ser violadas y asesinadas, como sucede a menudo en esta bendita sociedad. La ansiedad de espera del regreso al hogar produce efectos devastadores a los padres y abuelos.

Si las fuerzas vivas de la nación no se unifican y se movilizan para exigir sus derechos de vivir en paz y en sosiego, seremos esclavos para siempre del dolo, la corrupción, el vandalismo, el robo, el crimen y la degradación moral.

Los pueblos que se dejan atemorizar por las amenazas del poder político de turno, son luego víctimas de dictaduras crueles y criminales; nosotros estuvimos al borde de esa situación con la reelección de Don Hipólito Mejía, no por él, sino por los que lo rodeaban, que tenían puesta la mira en las riquezas que otorgaba el narco, con lo cual podían comprar las conciencias de muchas gentes, que todavía creen que el dinero, aunque haya sido del lavado, es todo en la vida. Craso error pensar así.

Por último, pedirle al honorable señor Presidente dominicano, doctor Leonel Fernández que no debe seguir dando la impresión de temor a las amenazas del PPH, de involucrar en actos de corrupción a su gobierno, porque si son reales esas acusaciones usted debe asumir, responsablemente, las consecuencias que eso pueda originar.

Presidente, todos los dominicanos, sin excepción, están exigiendo que Usted proceda en consecuencia. Hágalo ya.

Recuerde señor presidente, que usted tiene una deuda muy grande con el pueblo dominicano, que lo apoyó para que volviera a ser presidente con un 55% de los votos sufragados; cuando usted expresó en la campaña electoral,que todos los corruptos irían a la cárcel, usted fue ovacionado calurosamente.

Actúe en consecuencia, que mañana puede ser muy tarde. Todo el mundo está esperando que usted cumpla con esa promesa electoral.

Puedo garantizarle que el pueblo se siente defraudado y así lo expresan abiertamente y con tristeza.

No queremos verlo a usted en la misma situación en que está el Presidente del Ecuador. Los pueblos no se pueden estafar políticamente hablando, porque las reacciones surgen en forma inesperadas y a veces muy agresivas.

Por Dios, evítese esa situación.

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