Así se vive al pie de una cañada

Así se vive al pie de una cañada

Más de 400 familias del sector La Puya levantaron  viviendas al lado de una cañada que cada vez que se llena de agua   pone sus vidas en peligro.

 Rodeados de basura, de cerdos para la crianza, de perros realengos, de patos y de otros animales, están cien de estas casas. Estas personas ocupan la parte más honda del caserío que empezó a asentarse en una colina cercana a una exclusiva área del sector Arroyo Hondo.

 Una población compuesta por  dominicanos y de ascendentes de haitianos, se mezclan en una convivencia que resulta en matrimonios informales de personas de estas dos nacionalidades.

 Los niños juegan con el agua de la cañada conocida como La Playita y el Macuto, de la que extraen los juegos que arrastran las aguas sucias, cargadas de todo tipo de desechos. La pestilencia de la corriente que desemboca en el río Isabela es parte del diario vivir de los dueños de las ranchetas levantadas con zinc, pedazos de cartón y una que otras veces, con bloques.

Lo común, de acuerdo a los residentes, es que surjan brotes de enfermedades de la piel, de gripes y de males estomacales. La pequeña Verónica Holguín entró a la hedionda cañada en la tarde de este domingo, en busca de una zapatilla. Es normal para la gente ver a los niños bañarse con el agua putrefacta, porque no tienen forma de evitarlo. Giselle  Pérez cuenta que la gente lanza la basura a la cañada porque no tienen servicio de recogida de los desechos sólidos. Tampoco hay forma de que un camión penetre a la zona baja. Los desperdicios domésticos, del mercado y de las industrias pasan por la cañada hasta llegar al río Isabela.

Ángela Holguín.  Tiene 18 años de edad y cinco meses de embarazo. Se pasea por el área de la gallera improvisada a orillas de  la cañada,  cubierta de lonas viejas y donde se concentran decenas de hombres. Jorge Valdez Martínez afirma que la mayor contaminación está en el vertedero que corre en el agua que se escucha, incluso, en la   cama.

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