Así, también es Francia

Así, también es Francia

AMPARO CHANTADA
No todos sabían que Francia corría un peligro. No el de los disturbios, eso es el iceberg de la sociedad francesa, el peligro es  lo que no se ve del iceberg, son las intrigas y los acuerdos de aposento, que se realizan dentro de todos los partidos vencidos el, 28 de mayo 2005, por el  NO a la Europa y que los medios de comunicación presentan como la recién unificación de las dos tendencias dentro del Partido Socialista hasta la recomposición del Frente Nacional y de la derecha tradicional francesa gaullista, republicana y conservadora.

Para muchos, Francia idílica, es el país del amor, de la Torre Eiffel, del río Sena pero esa,  es la que se proyecta, la del turismo y  la,  del disfrute de una minoría. París, desde el siglo XIX viene transformándose, ya París no es la imagen de La Comuna, del verano 36 ni de la Liberación de París, ni el París que abandoné en 1982. 20 años fueron suficientes para uniformizar, explosionar hacia las afueras, lo que era una ciudad colorida socialmente. Hoy París, se llena en el  día, de trabajadores y empleados y los manda a sus casas, cada noche, en un tren repleto, en la lejanía del suburbio. París se vacía cada noche  para quedarse, con una población que puede pagar precios de apartamentos de mínimo un millón de euros por un 4 piezas y  alquileres por encima de los 2000 euros. París, es bello, muy bello, pero nadie o casi puede vivir en ella. Por eso la encontramos como altanera y fría, le falta alegría, la perdió. Y peor aun, no tiene el tiempo de ver lo que pasa a sus alrededores. Por eso, la juventud quemo, incendio, para que los vean, para que los oigan para decir estamos aquí, mírennos, que ya estamos hartos de maltratos. Pareciera gritar a esa Francia que no los mira, somos  franceses, como uds. con los mismos derechos pero nos los niegan, no tenemos  trabajo, estamos sin hogar y sin amor. París tiene a sus alrededores “banlieues” (conglomerado humano que forman municipios, sin área rural) que fueron conformándose, social y políticamente en función de su población y de sus actividades durante los primeros decenios del siglo XX. Al Oeste y al Sur de París, la clase media estaba conformada por  comerciantes y empleados, votaban conservador. En los barrios al Norte y del Este de París, las municipalidades  albergaban por tradición,  todas las  fábricas grandes de metalurgia, de pinturas, de químicos, de jabón, de aceites, de autos, cerca del Sena, del Canal, de las  vías ferroviarias y de las carreteras nacionales, eran municipalidades comunistas todas. Tenían una política social que facilitaba la inserción, construyan multifamiliares, combatían los impactos de algún desempleo, aliviaban las desigualdades pues cargaban con el déficit de las políticas estatales en cuanto a servicios y subsidios.

Recibieron los primeros contingentes de poblaciones emigrantes por crisis económicas  (polacos, italianos)  y después los refugiados políticos de la Guerra de España. Allí llegaron mis padres, en 1948, sin nada. Mi padre era dentista, de ahora en adelante seria obrero de una fabrica de pintura, toda su vida. Sus dos sueños, eran que sus hijas pudieran estudiar, ir a la universidad y ver  la República Española, un día.. Es en  La Courneuve, donde pasé mis mejores años de juventud. Mitad rural, mitad urbana.

La Courneuve era una vieja aldea dividida en dos: allá, al norte los franceses y al sur, los emigrantes. Detrás, La Courneuve, el aeropuerto del Bourget, donde aterrizo Lindberg, al Este, Saint Denis, la ciudad de los Reyes Católicos enterrados en la Basílica.

En esa vieja comarca, éramos los nuevos, no nos querían pero nos encontrábamos todos en las ceremonias de conmemoración de la Segunda Guerra Mundial, en las retretas, en los parques, en los estadios, en los bancos de la escuela y en vacaciones. Todos juntos, fuimos a esquiar en los Alpes, en la Costa Azul por primera vez, vi  el mar, todo eso, casi gratuitamente.

A cada año escolar, nos daban zapatos, cuadernos, nos vacunaron contra la tuberculosis y la poliomielitis. Todas las grandes cruzadas unieron la población, sin diferencia. Éramos extranjeros, cierto, no había gente de color, por cierto, nacimos francesas, pero seguían tratándonos de “españolas” mientras se nos afirmaba que la Francia Republicana, asimilaba a todos sus mejores hijos, gracias a la educación.

Nunca la asimilación fue fácil: la cocina, la música, la lengua, la bulla de los extranjeros siempre han molestado los franceses. Ni la escuela jugo el papel idílico que se le confería. Pocos de mis amigos fueron bachilleres, menos aún fueron a la Universidad. En ese entonces, era una sola, la mítica Sorbona, en el centro de París, estaba bien lejos e inaccesible.

Para muchos, era para la élite, que era sinónimo de francés. Pero Francia tenía trabajo y la primera generación se incorporo, no a cualquier precio, al precio de un enorme sacrificio  y de muchas privaciones.

Llegó el fin de la era colonial y legítimamente, los franceses del exterior acudieron en grandes olas. Francia recibió de todas sus colonias, la gente leal a la Colonia, franceses de color de toda África y de África del Norte. En los años 90’s Francia cambio de color,  de cocina,  de música, de moda y de bailes.

Francia es el reflejo de su inmenso pasado colonial. Francia tiene frente a ella, a la segunda y tercera generación de francés del exterior, si francés, hijos de franceses, con  su Ministro del Interior, Nicolás Sarkozy, un nieto de polaco, que  da el mal ejemplo por ser un desbocado, agresivo y provocador. 

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