En esta ocasión le tocó el turno a Frank Castillo, la temporada que viene puede ser a un jugador, directivo, coach, dirigente y quizás a un presidente de algunos de los equipos y por qué no a un miembro del organismo que rige el torneo la liga dominicana de béisbol.

La reacción de LIDOM,   después del altercado donde Wilson Valdez, estelar torpedero de los Gigantes del Cibao, amenazó dos veces con quebrarle la boca al comunicador Frank Castillo, es sin dudas permisiva y solidaria con el pelotero.

El doctor Leonardo Matos Berrido, en su condición de presidente, le dijo a Valdez que no lo volviera hacer y éste con la astucia que caracteriza a las personas que no respetan a sus semejantes le contestó que él no tuvo ningún inconveniente con Castillo,  simplemente fue un mal entendido. Esas fueron las palabras del ilustre campocorto.

Como de costumbre en nuestro país, esto ya tiene un paño con pasta y como dice el lenguaje popular: «No ha pasao na monstruo», y que siga la fiesta.

La liga y su comisión de disciplina no se preocupó por buscar testigos, que por cierto había muchos.

Tampoco investigó los antecedentes del pelotero, y quizás del periodista tampoco, simplemente todo quedo ahí.

Los Gigantes del Cibao, equipo al cual pertenece el pimentoso jugador, le han restado importancia al bochornoso acontencimiento, algo que no habla bien de sus directivos debido a que este mismo jugador en el pasado, amenazó y sacó del clubhouse al asistente especial del presidente del conjunto, el periodista Juan Mercado y públicamente ha tenido conflictos con varios compañeros de equipo.

El accionar de LIDOM y de los Gigantes del Cibao muestra una vez más las debilidades de la sociedad dominicana y se puso de manifiesto que los eventos deportivos no están ajenos a la pérdida de valores que sacude el país.

Esperamos que esto no vuelva ocurrir y si algo sucede y la sangre llega al río, toda la responsabilidad debe de caerle a la comisión de disciplina de Lidom y a los Gigantes del Cibao, por no amonestar al jugador Wilson Valdez,  quien posee un historial de actos que van en contra del buen desenvolvimiento del pasatiempo nacional.