Asimetrías notables

Asimetrías notables

Los resultados de las recientes entregas de la encuesta Gallup-Hoy permiten captar la manera asimétrica en que la gente valora el ejercicio del Gobierno en función del desempeño del Presidente de la República.

Por ejemplo, de abril a agosto del presente año aumentó en un 18.6% el número de dominicanos que considera que la situación económica es mala. En abril pensaban así un 43.4% y ahora piensan de ese modo un 62%.

Sin embargo, en la actualidad el Presidente Leonel Fernández le resulta confiable a un 55.4% de los ciudadanos y esa aceptación no reporta cambios significativos con la de abril. Se deduce que los encuestados no relacionan la situación económica a un determinado ejercicio de la cabeza del Gobierno.

Es decir, desde el punto de vista de los encuestados la simpatía y el desempeño del Presidente de la República parecen no vinculados a la ejecutoria en conjunto del Gobierno.

-II-

Algo que esta asimetría confirma es que la visión presidencialista lleva a muchos ciudadanos a desvincular la figura del Presidente de muchas de las cosas que hacen sus subalternos en términos de ejecución de políticas de Estado.

Pero hay un aspecto todavía más relevante en estas asimetrías, pues la alta simpatía hacia la figura del Presidente es absoluta y no comparativa, lo cual evidencia una condición de gran liderazgo. La popularidad de Leonel Fernández no está medida en función de la popularidad de las demás figuras señeras de los otros agrupamientos políticos.

En otras palabras y siempre en función de los resultados de estas encuestas, son escasas las opciones de simpatía a las cuales podría recurrirse en términos de alternabilidad en el ejercicio del poder partiendo, desde luego, de un escenario ideal en que las elecciones  presidenciales fuesen a realizarse en el más corto plazo.

-III-

El ejercicio que hemos hecho pretende poner a la vista otra arista de la merma de liderazgos fuertes en nuestro país, fruto, quizás, del cada vez más desgastado crédito de los partidos políticos.

Antes podían medirse las simpatías relativas, la aceptación o popularidad de un Juan Bosch, un Joaquín Balaguer, un José Francisco Peña Gómez, un Jacobo Majluta y así por el estilo. No parece que las circunstancias actuales permitan semejante medición.

Podría estar ocurriendo que, desaparecidos aquellos grandes líderes, el país esté en una etapa de transición hacia una renovación, o un relevo, que parece tener entre sus primeras figuras al Presidente Leonel Fernández.

La situación ideal para la fortaleza democrática del país sería contar con alternativas de liderazgo en un número amplio de organizaciones políticas, pero las asimetrías de que hemos hablado indican que no estamos en esa condición.

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