Asistencia necesaria

Asistencia necesaria

El Norte y el Nordeste del país han sido nuevamente víctimas de la furia de la naturaleza.

En septiembre pasado, las furias de la tormenta Jeanne se abatieron sobre gran parte del país, siendo las regiones Este, Noreste y Norte las más damnificadas.

Los habitantes de esas regiones no se han recuperado todavía de la destrucción causada entonces a la infraestructura vial, agropecuaria y hogares, pero ya están enfrentados a nueva destrucción y daños a la producción.

La más reciente embestida de las fuerzas naturales dañó numerosos hogares y la producción agropecuaria ha sido nuevamente devastada por las inundaciones.

Estas zonas del Cibao han sido rudamente golpeadas durante las últimas temporadas ciclónicas, como puede comprobarse en los historiales meteorológicos.

En esta virtud, el Gobierno tiene que dejar sentir con más vigor su asistencia a las familias damnificadas, especialmente a los productores, cuyas pérdidas se han multiplicado.

También deberá revisar sus criterios en cuanto a manejo de los recursos hidráulicos, en términos de proveer la infraestructura necesaria para un mejor control de caudales. Las grandes inundaciones en el Bajo Yuna, que han ocasionado enormes pérdidas agrícolas, son el resultado de la falta de presas y represas.

Se impone que la asistencia técnica y económica del Gobierno fluya en abundancia y con agilidad hacia estas regiones abatidas con tanta fuerza y tan frecuentemente en los últimos tiempos.

Hay asistir a productores pecuarios y agrícolas, así como a las familias cuyos hogares resultaron destruídos o dañados.

Cuanto más rápido fluya la asistencia, se evitará que la condición de damnificados prevalezca más tiempo del que se debe, como ha ocurrido en el pasado por situaciones similares.

A diferencia de las devastaciones de septiembre, cuando ya se había agotado todo el presupuesto del año, en esta ocasión el Gobierno puede hacer acopio de recursos para hacerle frente a las contingencias que se han presentado en el Norte y el Nordeste.

Inclusive, aunque ya en septiembre se trabajó en el aspecto sanitario, para evitar brotes de enfermedades, se impone que sean reforzadas las medidas de inmunización.

Definitivamente, la asistencia, en todos los órdenes, debe dejarse sentir con mayor fluidez para los habitantes de esas regiones.

Hoy por ellos…

La ocasión es propicia para volver la cara hacia Asia, una zona del mundo en la cual el tamaño de la tragedia todavía no ha podido ser medido cabalmente.

Estamos hablando de cientos de miles de personas muertas y desaparecidas, y daños incalculables a infraestructura de todo tipo.

Aunque los dominicanos estamos ocupados en nuestras calamidades de origen natural, nada nos impide que nos desprendamos de un parte de lo poco que tenemos para ayudar a tantos desvalidos que ha dejado el maremoto de Asia.

El Gobierno y el sector privado deben coordinar aunque sea un concurso simbólico para ser puesto a disposición de la Organización de las Naciones Unidas, que encabeza la captación de ayuda humanitaria para los damnificados de Asia.

En otras oportunidades hemos demostrado que nuestras limitaciones, y aún nuestras calamidades, no nos impiden ser generosos, humanitarios y solidariamente desprendidos cuando se trata de causas tan dolorosas como la de los pueblos de Asia.

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