Asombrosa desprotección

Asombrosa desprotección

Indigna que la instalación aeroportuaria que es marquesina de la República, y en la que existe el mayor número de cuerpos de seguridad cumpliendo objetivos de defensa y para hacer imperar el orden, haya tenido desguarnecidos algunos puntos críticos como invitando a la mala acción clandestina en capacidad de crear contundentes riesgos sobre episodios de viaje.

El sabotaje que dejó sin señales lumínicas la pista de la terminal de Las Américas parece el resultado de un flagrante incumplimiento de responsabilidades, siendo la aviación una actividad sujeta a la absoluta comprobación de ausencia de peligros. La vigilancia minuciosa de cada aspecto operativo conectado con vuelos no cae en pausa en ningún lugar del mundo donde preocupe la seguridad por mucha gente.

El AILA no debía ser la excepción estando poblado de personal » especializado» en perseguir contrabandos, falsificaciones de documentos, detectar acciones terroristas y robos de propiedades a viajeros y negocios allí instalados.

El subrepticio acto del pasado domingo, lanzado para lesionar con fines inconfesables un lugar clave del intercambio del país con el exterior, no puede quedar impune.

La vulnerabilidad que expone tal aeropuerto, débilmente organizado y tolerante a presencias de intrusos en sus áreas, genera un aspecto que irrita y preocupa y su caso debería ser prioritario en los propósitos de cambios importantes para este país.

Lo tácito de dar para recibir

En las reglas no escritas del juego electoral no falta conceder empleos, simples y complejos, a modo de agradecimientos por los auspicios prestados al partido triunfador.

Es tal la fuerza del condicionamiento que lleva al consuetudinario toma y daca, que a veces fallan los miramientos avasallados por el interés de pagar sin chistar.

Luego vienen los actos contrarios a las agendas gubernamentales, muy bien intencionadas quizás, pero sin la minuciosidad de los cuidados que evitan arrepentimientos.

El afán de expedir cargos menores y mayores tras previas «desvinculaciones», que a veces se pretenden masivas como dio a entender un jerarca palaciego cuyo verbo trascendió, deja dicho que la prisa es mala consejera y no siempre prevé los efectos secundarios de nombrar y nombrar en premiación, sin estudio de aptitudes y antecedentes.

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