Aspavientos de Chávez

Aspavientos de Chávez

PEDRO GIL ITURBIDES
Hugo Chávez se desorbita con mayor frecuencia de lo deseable. Quizá no se preocupe por cuanto piensan algunos de los que escucharon su amenaza contra el gobierno de sus vecinos colombianos. Confieso que al conocer de su bravata, tuve seguridad de que esconde miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en territorio venezolano. Si cuanto afirmamos carece de asidero, entonces su declaración habla por nueva vez de su intemperancia y falta de control emocional.

Aunque nos fíe parte del petróleo, tenemos que decírselo.

Las FARC son, como lo han sido, instrumentos de constante incertidumbre para la gente de trabajo en Colombia. Bajo el mando de muchos de sus comandantes han caído acribillados gentes del pueblo, sin consideración por razones de edad o sexo. Poblados enteros fueron abatidos, sorprendidos en tanto dormían los habitantes, por la sospecha de que alguno de sus hijos era confidente del ejército regular. Por consiguiente, una defensa como la que hace Chávez de las FARC abre una interrogante respecto de sus más íntimas razones para intervenir en conflicto que le es ajeno.

La paz es indispensable a los colombianos. La intercesión para que una reconciliación de sus fuerzas vivas pueda establecerse, es proyecto tan meritorio como plausible. Tratar de imponerle al gobierno colombiano un arreglo con las FARC en términos de igualdad de los contratantes, es diametralmente distinto. Cierto que ninguno de los gobiernos de nuestros países está integrado por santos. Colombia no establece la excepción. El que no hayan sido santos los políticos colombianos no obliga al gobierno a sentarse en pie de igualdad con las FARC. Y esto es lo que veladamente intenta el mandatario venezolano.

Ahora plantea, con su descomedido pronunciamiento, dos cuestiones graves y acusatorias contra sus defendidos. Si en verdad el ejército colombiano no combatió contra Raúl Reyes y su grupo, sino que los asesinó, Chávez reconforta a las fuerzas regulares de Colombia. Un defensor de las FARC hace confesión pública de que esas fuerzas guerrilleras están hartas de pelear y se permiten el lujo de ser sorprendidas. Pero de soslayo acusa al gobierno ecuatoriano, pues el arrebato chavista permite suponer que esa administración hizo causa común con las guerrillas colombianas.

En pocas palabras, hizo un flaco servicio a la causa que enarbolaba de la paz colombiana, el mandatario venezolano. Porque con esa reacción imprudente y desconsiderada, obliga a pensar a muchos de cuantos observamos aquella situación, que nunca se propició una medición por la vida de los raptados y retenidos. La mediación fue concebida para colocar en plano de igualdad política a unos guerrilleros que no han mostrado compasión ni misericordia por sus cautivos, ni por Colombia, en ningún instante.

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