Astucias musicales en la dictadura

Astucias musicales en la dictadura

Necesitamos descanso, alivio y consuelo de tantas inquietudes y confusiones del manejo político. Requerimos el “respite and nepenthe” (tregua y bálsamo para el dolor) por el que clamaba Edgar Allan Poe en su famoso poema “El Cuervo”.
Quiero recordar cosas simpáticas de la dictadura trujillista. Las malignas y abusivas las tenemos, de sobra, presentes.
Hace algún tiempo me intrigaba cómo pudo ser posible que en plena “Era de Trujillo” fuese popular un merengue llamado “La miseria”, que repetía una y otra vez que “la miseria ‘tá acabando”. Un agradable amigo, profesional de la radio, me explicó que la letra decía que la miseria está acabando “allá”, en el extranjero, en Estados Unidos. El texto era: “Yo le dije a mi sobrino aquí/ no te vayas más de tu país/ que la cosa no está buena allá/ la miseria ‘tá acabando”.
Recalcaba “la miseria ‘tá acabando” un montón de veces, en un pegajoso jaleo gozón y envolvente de entusiasmo.
La astucia irónica pasó desapercibida a la cuidadosa censura del Jefe.
De igual manera pasó un exitoso merengue que ironizaba los rumores de que Petán Trujillo, instalado en Bonao como su feudo, solía terminar con la virginidad de las muchachas bonitas de la “Villa de las Hortensias”, llamada así por la profusión de estas flores en el pueblo. El merengue decía: “Yo iba pa’ La Vega y pasé por Bonao/ y allá me dieron agua en un jarro pichao”. Un insistente estribillo repetía: “pichao, pichao, pichao por to’ los laos”, aludiendo la cantidad de vírgenes abusadas. Curioso que la gente “le cogió la onda” al merengue, pero no sugirieron nada al tremebundo dueño de la apacible población. Y el merengue siguió sonando para deleite popular.
Petán, apodo de José Arismendi Trujillo Molina, era un personaje inculto, abusador y primitivo, pero que hizo grandes favores a la cultura nacional con sus empeños en la radio y luego con la televisión. Por fortuna, en cierta ocasión le pusieron dificultades para que la Sinfónica Nacional participara en una Semana Aniversario de su emporio radial-televisivo y Petán ordenó al embajador dominicano en Roma: “Contráteme a los mejores músicos de Italia”. E hizo su propia orquesta, integrada por instrumentistas del más alto rango. Entre ellos vino Danilo Belardinelli, un excelente violinista muy respetado. La contratación de tantos artistas de primer nivel se debió a la dramática situación europea tras la Segunda Guerra Mundial.
Recién llegado el grupo de artistas, Petán, movido por la fama virtuosística de Belardinelli, le ordenó a Abraham Santamaría Demorizi, su segundo al mando y administrador general de la empresa, que fuese a ver qué estaban haciendo los nuevos músicos.
Santamaría se acercó al pasillo donde Belardinelli, caminando de un lado a otro, practicaba un Capricho de Paganini. Lo observó un momento y fue a reportar: “General, esa gente toca más bemoles que el carajo”.
-¡Ah bueno! –fue la respuesta.
Días después fue a presenciar un ensayo de la flamante orquesta clásica de La Voz Dominicana. Estaban todos sentados en sus correspondientes lugares, pero no empezaban a tocar.
Petán preguntó la razón. Faltaba la música en los atriles. Le explicaron: “Es que Mozart no ha llegado, General”.
-¿Cómo que no ha llegado? ¡Tránquen a ese faltador… aquí se llega a tiempo, carajo!
Me pregunto: ¿Nos hará falta que se nos exijan correctos cumplimientos de responsabilidades y deberes?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas