Asturias, Arévalo y Arbenz

Asturias, Arévalo y Arbenz

JOSÉ ANTONIO NÚÑEZ FERNÁNDEZ
Vamos a dar un paseo retrospectivo por Guatemala, la cuna de la civilización maya, tierra fraterna que algunas veces ha sido regida y victimada por tiranos grandes y tiranos pequeños, por déspotas desorientados y déspotas enfermos. Nada importa que se hayan llamado Rafael Carrera, nombrado por un congreso arrodillado, como mandatario supremo y perpetuo; Manuel Estrada Cabrera, mandante absolutista, que a su lado tenía a José Santos Chocano como cantor de «sus glorias». O Jorge Ubico de corte nazi, que sobre el lomo de un caballo prusiano se retrataba luciendo monóculo y fusta. De estos enemigos de la libertad no diremos nada. Frente a esta fauna hostil, guardaremos silencio.

En estas semblanzas hablaremos primeramente del profesor Juan José Arévalo, luego del coronel Jacobo Arbenz Guzmán y finalmente del eminente literato Miguel Angel Asturias. Los tres son en buena ley, tres cumbres de la dignidad guatemalteca. Ellos amaron entrañablemente a su noble patria. Por eso, mal vistos fueron por los enemigos de nuestra América parda, mulata y mestiza. Arévalo fue un leal amigo del pueblo dominicano. Fue un democrático mandatario de la patria del quetzal. El gobernó en su país del 1945 a 1951. Como escritor es el autor de «La Fábula del Tiburón y las Sardinas». Este libro representó un reloj puesto en la hora del despertar de América. El tiburón habla inglés, las sardinas se entienden en español. Se narra que en el fondo de estos mares, mares de los eternos peligros, las leyes para el feroz yantar, las dicta un ser infernal, deidad de los avernos, que se llama Méduso-Cálamo-Sérpen, que representa una mezcla de descomunal medusa, calamar gigante y serpiente con la triple dimensión de una feroz anaconda. La citada deidad protege con esmero al voraz tiburón de la fábula arevaliana.

El coronel Arbenz Guzmán resultó un buen alumno del profesor Arévalo, lo reemplazó en el 1951 en la presidencia de la nación y los enemigos lo llamaron «El coronel rojo de Guatemala». El soñó conque las tierras ociosas de la «Mamita Yunai» sirvieran para el asentamiento de algunos de los campesinos sin tierra.

Entonces en el 1954 ese progresista gobierno fue tirado por los suelos por los hermanos «Allan y Foster D.», resultando instalado en la palaciega poltrona el coronel Carlos Castillo Armas. En la instalación ayudó la mano larga de «nuestro querido Jefe» y en la liquidación también.

El presidente Arbenz que gobernó de 1951 a 1954, resultó amigo de los dominicanos que nuestra patria teníamos clavada en la cruz de todos los martirios.

Miguel Angel Asturias es un alto prestigio de la literatura, una verdadera gloria de América. Auténtico retratista de los desertores del género humano que se llaman tiranos. Asturias distinguido letrado de la Universidad de Guatemala, realizó estudios en la Sorbona de París; pero exclusivamente quiso ser poeta y escritor de alto timbre y gran renombre.

De este escritor fecundo se pueden citar Rayito de estrella, Leyendas de Guatemala, El papa verde, El alhajadito, Los ojos de los enterrados, El hombre de maíz, Dos veces bastardo, y larga se podría hacer la lista. En verdad, la obra de Asturias, que lo colocó entre los escritores de altura y de primera fila, es la famosa novela «El Señor Presidente», que representa una biografía caricaturesca de un supuesto mandatario que gobierna en una imaginaria república de nuestro continente. Creemos que puede ser algo entretenido un fragmento de esa obra. ¡Helo aquí, pues: «El Presidente se dejaba ver, agradecido con el pueblo que así correspondía a sus desvelos, aislado de todos, muy lejos, en el grupo de los íntimos. ¡Señor, Señor, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria! Las señoras sentían el divino poder de Dios amado. Sacerdotes de mucha enjundia le incensaban. Los juristas se veían en un torneo de Alfonso el Sabio. Los diplomáticos, excelencias de Tiflis, se daban grandes tonos convirtiéndose en Versalles, en la corte del Rey Sol. Los periodistas, nacionales y extranjeros, se relamían en presencia del redivivo Pericles. ¡Señor, Señor, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria! Los poetas se creían en Atenas, así lo pregonaban al mundo. Un escultor de santos se consideraba Fidias y sonreía poniendo los ojos en blanco y frotándose las manos, al oír que se vivaba en las calles el nombre del egregio gobernante. ¡Señor, Señor, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria! Un compositor de marchas fúnebres, devoto de Baco y del Santo Entierro, asomaba la cara de tomate a un balcón para ver donde quedaba la tierra.»

Acabamos diciendo que A Miguel Angel Asturias en Rusia le confirieron el Premio Lenin de la Paz. Y la Academia Sueca de Estocolmo lo elevó a la altura suprema poniéndolo al lado de la excelsa chilena Gabriela Mistral. Después junto a ellos fue colocado el colombiano Gabriel García Márquez. El famoso Gabo de «Cien Años de Soledad» y de «El Coronel no tiene quien le escriba». Estos tres escritores de la lengua española, escritores de América, están en el templo de la fama de los Premios Nobel de la Literatura. Se encuentran compartiendo la gloria en este Cuatrocientos Aniversario de El Quijote, con los ilustres españoles: José de Echegaray, Jacinto de Benavente y Juan Ramón Jiménez.

¡América y España, España y América, así tenía que ser… Pues, esto va con aquello y aquello viene con esto!

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