Asturias en el corazón de Mirna Pérez

<P>Asturias en el corazón de Mirna Pérez</P>

POR CLARA  SILVESTRE 
Los recuerdos de Mirna Pérez revolotean en su memoria como mariposas que vuelan en busca de los más bellos lugares. Entregada a estos sueños, da color al lienzo, en un recorrido por Asturias, una hermosa ciudad de España, la cual a través de su padre pudo conocer.

Mediante las historias que él contaba, construyó la más exacta imagen de la casa de su padre, al recrear en su mente la ventana desde donde observaba el río Navia, las bellezas del campo y el ambiente de un lugar, que gracias a su padre, llegó a percibir como idílico y mágico.

De esta forma es que Mirna se plantea expandir su alma de artista, presentar su primera exposición y dedicarla a su padre, convirtiéndola en un homenaje póstumo. Sus obras son imágenes de las fotografías de la casa de su padre, vistas desde ella y otras estampas del entorno.

La exposición titulada «Asturias, desde La Casa del Outeiro», se exhibe en el Pasillo de exposiciones de Casa de España. «Virgen de Covadonga», «La Cuadra», «Puente Romano, El Sella», «Casa antigua», «Hórreo I-Techo de ladrillo», Hórreo II-Techo de pizarra», «Hórreo III –Payones de maíz» y «Hórreo V-Pensando, Ujo Asturias», son algunos de los títulos de sus obras.

«Cuando éramos niños, nos dio a conocer, mediante dibujos y cuentos, como era su pueblo, como eran sus vivencias, desde los techos de pizarra, el grosor de los muros, la cuadra en el sótano de su casa familiar, sus famosos hórreos, en fin, la forma de vida que había dejado atrás», dijo.

Agregó que en ese transcurrir les relataba historias sobre la raposa, conejos, ardillas, lobos y osos, transmitiéndoles ese amor por su tierra, la cual pudieron visualizar a través de su historias y cuentos, «sucedió que un día me encontré con esas fotos que tenían un tiempo en el álbum y decidí pintar la casa de mi papá. Era una fotografía de 1967, y cuando estaba pintando me vino a la mente pintar cosas de la ciudad, como el caso de los hórreos que son construcciones muy asturianas, construidas sobre piedra que se usan para guardar las cosechas. Mi padre murió hace 30 años».

Lo más interesante de todo esto es que todas esas imágenes se las creó primero mentalmente y luego pudo corroborar lo que él le había dicho, «que los techos de donde nació son de una piedra que se conoce como pizarra, y hablaba del frío que hacía y lo pesadas de sus ventanas, del agua que por el frente de la casa corría y eso que era mayo, que los muros de las paredes son anchos, me explicaba sobre las construcciones y la forma de vida de allá».

Mirna recordaba esos cuentos de ardillas y zorras. Era la más pequeña de sus hermanos y recuerda cómo todos las miraban cuando su padre los contaba, pero especialmente que, definitivamente, amaba mucho su tierra.

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