Asumo mi responsabilidad

Asumo mi responsabilidad

Quienes ejercemos la política sabemos que para convertir en hechos nuestras estrategias, tenemos que construir una fuerza mayoritaria o una coalición de éstas. La militancia política o social obliga a estar adentro, a ser parte y no espectador o espectadora.

Es lo que hago ahora y lo que he hecho a lo largo de mi carrera política. Estando dentro participé en las elecciones de las más aceptadas juntas centrales electorales. Estaba dentro en el tramo inicial y en el impulso a la renovación de la Justicia. Por estar adentro, participé activamente en el diseño y elaboración del Programa de Reforma y Modernización del Congreso Nacional.

Por estar adentro, conformé la Comisión de Mujeres Asesoras del Senado que produjo importantes reformas de leyes contra la discriminación por razones de género. Por estar adentro, he sido parte de las acciones encaminadas a lograr un proceso de renovación del Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Por estar adentro, he participado en la creación de nuestra democracia.

Por estar adentro, pude crear el Sistema de Transparencia que opera en la Secretaría de Estado de Educación. Vencer la falta de educación sexual en nuestras escuelas, rescatar las Pruebas Nacionales, entregar un millón 500 mil diplomas de educación media atrasados, hacer real el derecho de los niños indocumentados a la educación, canalizando la obtención de sus actas de nacimiento, y elevar los índices de cobertura de todos los niveles del sistema educativo.

Desde adentro advertí que a partir de la reforma constitucional y de las elecciones legislativas y municipales de mayo del 2002, se iniciaba desde mi partido y mi gobierno, una especie de reconexión con el pasado. La falsa visión de que presuntas debilidades de José Francisco Peña Gómez nos habían alejado del poder por más de una década, generaba en nuestra organización la aparición de líderes y seguidores del pragmatismo a ultranza. Nos apropiamos de la consigna «a paso de vencedores»,olvidando que con esa frase se trazó «la raya de Pizarro» que cerró el paso a Peña a la Presidencia de la República en 1996, y aunque pareciera que somos una sociedad cada vez másconservadora, históricamente el perredeísmo, ha tenido un aporte de votos propios y provenientes del sector liberal que no retomar las consignas del pasado.

El propósito de reelegir al presidente Hipólito Mejía en las elecciones del 2004, creó, en lo que definí como una «conspiración no inteligente», dificultades y asomos de división en el PRD.

Articulando y sumando fuerzas. Como ciudadana y dirigente perredeísta, con una tradición liberal y convencida de que la reelección es negativa en países de poco desarrollo institucional, pero además, por la difícil situación del PRD, la crisis financiera y sus componentes de inflación y devaluaciones,he buscado, construido o ayudado a construir una o varias sumas de fuerzas internas que evidenciaran lo inoportuno del proyecto reeleccionista.

Me detengo aquí para preguntar a los que aseguran que ya somos una nación institucionalmente fuerte: ¿Por qué el atraso durante décadas de la supervisión bancaria? ¿Por qué asumimos compromisos no presupuestados postergando la seguridad social? ¿Por qué tuvimos que entrar en un debate sobre la Junta Central Electoral que terminó con la creación de una nueva Comisión de Seguimientos al tribunal electoral?

El PRD fue la organización creadora, en nuestro país, de las primarias y el voto universal para escoger su candidatura presidencial, pero debemos reconocer que durante los últimos años el Partido no quiso exponerse a la renovación interna, paralizando su dinamismo y el funcionamiento de sus organismos, afectando su desarrollo institucional y su democracia interna. Todos tenemos que asumir esa responsabilidad.

Durante más de un año hemos buscado una salida unitaria, unidad especialmente necesaria por la agudización de la crisis económica, financiera, y por lo tanto social.

Analistas políticos, han criticado nuestra búsqueda incesante por sumar fuerzas internas para disuadir la repostulación. Siento que he cumplido con mi deber, a pesar del alto precio pagado.

La sociedad civil, los partidos políticos, los actores económicos y sociales, los sindicatos y los intelectuales con quienes concertó el Gobierno la reforma constitucional convocada mediante decreto No. 410de fecha 21 de marzo del 2001, todos ellos conocen por experiencia como funciona el PPH, y pueden suponer la tensión y el esfuerzo que hemos realizado primero con el grupo de los siete precandidatos; con Emmanuel Esquea y Fello Suberví e Hipólito Mejía; Esquea, Fello y nosotros. Con plebiscito o convención, o con caricaturas de convenciones y la proclamación de una oferta electoral, cuando aún flotan en el ambiente nacional los efectos del recién finalizado paro nacional.

¿Debíamos desertar entonces? No es nuestra historia. Vengo de la resistencia a la tiranía. He vivido desgarramientos políticos dolorosos. Cumplo 40 años de ser una de las pocas mujeres deportadas de su tierra. Retuve entre combates la vida del ser que más amo, sé lo que es luchar contra corriente, ser mujer y abrir camino a mujeres que nunca conoceré. Pero más difícil ha sido ser Vicepresidenta y disentir del Presidente, seguir siendo y actuando como debo,sea defendiendo el derecho de expresión de César Medina y su equipo o actuando para que no se retroceda en los pasos avanzados por la reforma del Poder Judicial.

Así también en la defensa y preservación de la fuerza que hemos construido, que afirmo es esperanza de renovación y cambio.

La resolución de la Cámara Contenciosa de la Junta Central sobre la convocatoria al plebiscito, estableciendo que la inscripción reeleccionista estaba definida en la Constitución, restó fundamento legal a la posición sustentada por el presidente del PRD, compañero Hatuey Decamps, de no aceptar la precandidatura del presidente Mejía. Teníamos que buscar salidas.

Conocimos de Emmanuel Esquea, su propuesta de «convención plebiscitaria», que aprobamos en la cumbre solicitada por Rafael Suberví:resultaba plebiscitaria al establecermás del 50%para ganar la convención, a lo que se agregó mi propuesta desumatoria de votos de los precandidatos opuestos al repostulante, que hacia posible vencer la reelección.

La posposición de la convención pactada tuvo que ver con el grupo de fuerzas que habíamos constituido. A Frank Joseph Thomen, tuvieron que buscarlo, porque se hizo claro que Fello, Esquea y yo estábamos juntos.

Un año atrás, la politóloga Rosario Espinal explicaba la estabilidad de nuestro sistema de partidos. Personalmente creo que se debía a que la red social preocupada por el desarrollo de nuestra democracia, de la que José Francisco Peña Gómez fue aliado y fuerza determinante, y que se acompañaba en esas tareas de Tirso Mejía Ricart, había logrado vencer el voto de arrastre mediante elecciones congresionales y municipales separadas de las presidenciales; elegir por consenso tribunales electorales; y últimamente, elecciones de diputados con el voto preferencial, en las que muchas listas partidarias fueron vencidas por la voluntad ciudadana.

El éxito de Duhalde. Ya inmersos en la crisis partidariareeleccionista, hace más de 10 meses le expliqué al compañero Hipólito Mejía la importancia de crear una comisión que estudiara cómo el presidente argentino Eduardo Duhalde, aún en una situación financiera aguda y ante la división de su partido, estaba ganando la batalla y construyendo una salida. El rechazo del compañero Mejía fue inmediato, no pudimos «mirar más allá de la curva» en tiempo oportuno, como aludía Peña Gómez a la obligación del líder de planificar el futuro. Duhalde dirigió un proceso exitoso, aunque no fuera candidato.

Así que el estudio del caso argentino y la sumatoria interna de votos fueron introducidos en el debate interno partidario por nosotros, son acciones de mi exclusiva responsabilidad, los que entonces no me escucharon, ahora la han tomado en sus manos. Nuestras iniciativas quizás despertaron la vuelta a la Ley de Lemas, que José Francisco Peña Gómez y Tirso Mejía trataron públicamente en la crisis de 1986, y que Mejía Ricart, como director del Consejo Nacional para la Reforma del Estado, replantea ahora como una democratización del sistema político, un avance como fue el voto preferencial en la elección de los diputados.

El mérito del voto preferencial presidencial es de Tirso Mejía Ricart, que tiene el convencimiento de que contribuye, como expone Maurice Duverger, a la necesaria ampliación de la democracia frente al poder de las élites partidarias. Mejía Ricart fortalece sus criterios bajo la concepción de que el debilitamiento de los partidos políticos y la probada dificultad de creación de fuerzas emergentes podría dañar la gobernabilidad. Los ensayos de Collor de Mello, en Brasil, y de Alberto Fujimori, en Perú, no fueron felices.

He luchado hasta el cansancio por la unidad del PRD. Ante cada proceso frustrado, construimos una nueva salida para preservar el Partido, instrumento social creado por más de un millón de dominicanos y dominicanas, con el que transité,junto a Peña Gómez, Miolán y mi hermano Fernando Arturo, en la Caravana de la Libertad.

El mismo partido acusado de complicidad trujillista,y que bajo el liderazgo de Bosch creó las bases de la democracia, y con su resistencia al golpe de estado fue el actor principal del Movimiento Constitucionalista del 24 de Abril de 1965; el que incorporó las bases populares a la vida partidaria; el de las primarias, el voto universal, la cuota de las mujeres, la difusión y fortalecimiento de las relaciones internacionales. Tenía y tengo la obligación de luchar por su pervivencia.

Reconozco hoy que nuestros esfuerzos por la unidad no han tenido éxito, lo reconozco y hacerlo público es obligación de honestidad. Pero no puse en primer lugar mis intereses personales, nunca me coloqué en una caja de cristal. Prioricé mi obligación con la democracia y su instrumento, el Partido Revolucionario Dominicano. Sabía los riesgos que esto representaba.

Pago los costos de luchar en una organización política de estructuras sin funcionamiento, que no estableció las condiciones internas para superar el proceso y con la presencia interna de otra fuerza que estima que el poder es para usarlo y no para servirlo, lo que desnaturaliza la esencia democrática perredeísta. Actuando frente a una sociedad civil debilitada, con voceros incapaces de distinguir los matices en esta lucha por la democracia partidaria en condiciones adversas.

Los costos de la unidad. Acepto que el camino de búsqueda de la unidad ha tenido sus costos para Milagros Ortiz Bosch pero si el pensamiento que creí representar no logra permear a los sectores de pensamiento, a las llamadas fuerzas vivas, a los partidos políticos ¿Cómo sobrevivir sola, honesta y transparente? ¿Cómo entender a una mujer capaz deinvolucrarse hasta el fondo en una crisis partidaria, en una lucha de poderes? ¿Por qué no somos una fuerza nacional con el respaldo correspondiente a nuestros hechos, o la reserva que para muchos constituimos?

Si se puede hablar de derrotas y de atrapamientos, no estamos hablando de Milagros Ortiz Bosch, conmigo pierde la transparencia, la institucionalidad, el respeto a la participación ciudadana, y pierden los que me reclaman que hiciéramos nosotros lo que la sociedad no ha podido realizar, los que nos piden que detuviéramos lo que ellos no han podido detener, porque no es un problema individual, es un resultado social.

Se nos ha pedido una declaración de apoyo a la Ley de Voto Preferencial Presidencial, figura que en tiempo oportuno le solicitamos al Presidente estudiar y rechazó, la que ayudamos a aplicar internamente con la sumatoria para una convención que dañó el involucramiento de segmentos partidarios externos al PRD, y que dañó el uso excesivo de recursos. Con Tirso Mejía Ricart revisé sus bondades pero ahora el juego no está en nuestro terreno, la bola, el árbitro y los jugadores están en otras manos.

Creo que ayuda mucho al país que cada cual enfrente las consecuencias de sus aciertos o sus errores, asuma su debilidad o fuerza, para contribuir a crear luz, salidas a las crisis en que nos vemos envueltos y aprendamos a recomponer fuerzas, entendiendo el papel de las mismas y sus posibilidades.

Estar adentro me obliga y obligó a buscar salidas para el Partido Revolucionario Dominicano, y lo hicimos aspirando a ser Presidenta de la República porque sé que estoy preparada para gobernar con eficacia, honestidad y transparencia, con visión de progreso. Lo que represento recibirá más temprano que tarde la aceptación mayoritaria de los dominicanos, y no le pido a otros que asuman mi difícil papel, el mío no puedo evadirlo. Somos parte de la sociedad y sólo lograremos las metas que esta sociedad esté dispuesta a alcanzar.

Lucho por construir dentro del PRD un camino diferente a la reelección. Sigo convencida de que ese es el mejor camino para la organización política de mi militancia.

Espero los acontecimientos por venir, los resultados de una «convención» distante del historial democrático del PRD. Espero que la ambición no devore al Partido y que podemos iniciar elreencuentro de la institucionalidad y la modernidad de la organización política que mayores aportes ha hecho, y estoy segura seguirá haciendo, a la vida democrática del país.

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