Asunto de vida

Asunto de vida

Es probable que, tal como asegura Max Puig, secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en los últimos 30 años la República Dominicana haya logrado aumentar su capa boscosa de un 29 a un 33%. El dato es alentador porque, al menos, pone de manifiesto una real y continuada preocupación de las autoridades nacionales por los peligros que representa la deforestación.

Pero el hecho de haber aumentado en un 4% la capa boscosa no es suficiente como para disipar justificados temores que provoca el hecho de que en el mismo período han desaparecido muchos de nuestros ríos y un número apreciable de ellos está seriamente amenazado.

Ocurre que a la deforestación en las cuencas de nuestros ríos se asocian otros problemas no menos graves, como son el caso de la contaminació desmedida y la extracción indiscriminada de materiales de construcción.

Agreguemos a ello la cada vez más creciente destrucción de zonas boscosas por parte de haitianos que cruzan la frontera para producir carbón con árboles de nuestro territorio, árboles que ya han sido agotados en el territorio vecino.

Con una frecuencia preocupante, nuestros militares en la frontera decomisan grandes cantidades de carbón traficado en ruta hacia Haití. Lo positivo de estas capturas tiene, sin embargo, una contrapartida que debe motivar acciones más ambiciosas de nuestras autoridades, toda vez que cada uno de esos sacos de carbón es vegetación eliminada en nuestra tierra y todos sabemos que reponerla toma bastante tiempo y recursos.

-II-

Deberíamos aspirar a que en vez de decomisar carbón, nuestros militares sean puestos en condiciones de impedir la tala de árboles para su producción y desarticular las bandas y las complicidades que facilitan sus operaciones.

Por otra parte, en algún momento hicimos grandes esfuerzos por lograr que cientos de empresas dejaran de arrojar sus desperdicios a los ríos, pero no parece que se le haya dado la continuidad adecuada a estas disposiciones.

Nuestros ríos están amenazados no sólo por la deforestación de sus cuencas y la erosión en las montañas, sino también por la contaminación y la destrucción de sus cauces por parte de empresas que comercializan materiales de construcción.

Es probable que el aumento de un 4% de bosques que hemos logrado en los últimos 30 años no sea un incremento absoluto, sino relativo. Es probable que lo que hayamos logrado es recuperar un 4% de quien sabe qué cantidad de bosques que hemos perdido.

Nuestra situación forestal requiere decisiones firmes, aplicables para todos, desde el humilde campesino que tumba árboles para hacer carbón hasta las grandes empresas, y desde los barrios y comunidades ribereñas que arrojan desperdicios a los ríos hasta las grandes empresas que depositan desperdicios industriales.

Es necesario que a la vez que sostenemos políticas de rigurosa defensa de nuestros bosques y ríos, se incentive la reforestación y la preservación de las cuencas de los ríos. Y aunque en nuestras zonas rurales se ha aprendido mucho sobre la utilidad de los bosques, es necesario intensificar en la educación y la orientación en materia de preservación del ambiente. Es asunto de vida.

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