Atados a la esperanza

Atados a la esperanza

Los números no presagian otra cosa que el empeoramiento de la crisis global, el rumbo que han tomado las economías de las grandes potencias.

Y marcan, de paso, un impredecible porvenir para aquellas naciones altamente dependientes de otras economías, como la nuestra.

Con un plan de reestructuración demorado, Estados Unidos ve aumentar cada día el desempleo y reducir una actividad comercial e industrial acostumbrada a los excesivos consumos.

Empresas de otrora gran estabilidad, como Microsoft, Intel, Sony, IBM y Sprint Nextel, han anunciado despidos masivos, lo que sin duda se reflejará en el comportamiento del consumo y de la vida ostentosa.

La nación estadounidense lucha denodadamente contra un monstruoso escenario inflacionario, y sigue buscando la luz que habrá de iluminar el final del túnel. Es como para morir en el intento.

Si bien por aquí los sectores más representativos de la sociedad tratan de consensuar medidas de contención de la crisis, no es mucho lo que podemos esperar.

Pero tenemos que aferrarnos a la esperanza, confiar en los mejores hombres y mujeres de la patria.

Con voluntad firme y espíritu de acero, los dominicanos estamos en el deber de aunar compromisos, para resguardar el país de los vientos huracanados del Norte y de Europa, región esta última metida también en la ola desestabilizadora.

Necesitaremos para ello, eso sí, asumir una actitud crítica y autocrítica, e impedir cualquier acción desenfrenada que tienda a deteriorar los avances logrados, aún fuere a base de sacrificios individuales.

¡Cambiemos el rumbo!

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