Atados por las trampas del azar

Atados por las trampas del azar

JOSE R. MARTINEZ BURGOS
En este país de ciegos y locos, es difícil encontrar a alguien que nos ayude a soportar el tormento de ver claro, por eso vivimos atados por las trampas del azar, aún cuando ya maduros como estamos, podamos disfrutar de secretos deleitosos, como el pecado de la doblez tan común de nuestra sociedad y que muchos jóvenes no sospechan que a lo largo de su vida será una de las trampas que la vida les impondrá y que los aduladores de hoy y de siempre, utilizarán como forma de vida para engañar a los incautos, porque venden u ofrecen prevendas y se enriquecen a costa del hambre del país y olvidan que para morir todo nace: los hombres y las instituciones. Los adulones jamás acometen una buena acción y son responsables de todas las injusticias de este mundo.

Todos deseamos en esta hora crucial, que los nuevos dirigentes del país sacudan de las trampas que el azar, por desgracia, les han tendido, pues conocemos, presentimos, que por furtona hay síntomas que anuncian el tan esperado final de un capítulo de nuestra historia, sobre el cual es posible que podamos construir una vida justa y libre, una convivencia digna de los dominicanos, ya que es posible, que sobre los escombros del basurero dentro del cual nos ha tocado vivir todos estos años, a pesar de todo, sepultemos la doblez, la miseria, la rogancia, el dolor, la corrupción y la falta de moral. ¡Basta ya de tanta palabrería!

Necesitamos trazar, diseñar un modelo dominicano posible, que sea real, no un espejismo. Necesitamos un país, que proclamemos la verdad sobre todas las cosas y vivir de acuerdo con ella, para eso es preciso romper con las ataduras del pasado que las trampas del azar tendió. Este gobierno que nos gastamos no puede ser un sueño para el pueblo, tiene que ser el sueño de la razón, el destino dominicano tan esperado, es decir, un presente digno, lleno de sosiego y seguridad, para lo cual es necesario cortar las ataduras con que nació por culpa de las trampas del azar, porque queremos que se haga una reflexión sobre la convivencia del pasado y hacer a todo el pueblo dominicano una invitación a la reflexión, sin trampas, sin ataduras, sin hacer castillos en el aire.

Hemos sostenido al través de esta columna, que todos los dominicanos somos responsables de todo lo que ha sucedido durante estos últimos 30 años, inclusive de los involuntarios efectos de las acciones tomadas por otros ajenos a nosotros mismos, porque aún cuando no se quiera aceptar, todos los somos ese otro y todos debimos haber tirado la primera piedra. ¿Contra quién?, quizás contra nosotros mismos, por nuestro silencio o cobardía. Esa ha sido nuestra tragedia y no un drama, porque ahora, más que nunca hemos sido envueltos por las trampas del azar, cuyos hilos son tan finos como el aire, pero tan firmes como él; tienen la fuerza y el poder de lo duradero y la terrible consistencia de lo natural, lucen inocentes y desinteresados, porque son naturaleza y forman parte de la historia.

Hemos llegado, desafortunadamente hasta un punto de vista inalcanzable, donde sólo podemos observar las cosas y a las personas, desde diversos ángulos, tal vez inesperados y vemos a manera de un ejército de culpables e imbéciles, despreciables, hombres deleznables, hipócritas que sólo buscan su bienestar, que no les importa el país, que no pueden vivir en actitud, porque ellos siempre han vivido del engaño, la zancadilla y la componenda. Viven pisoteando a los demás. ¿Qué hacer, entonces? O se acepta ese ignominioso y siniestro juego, y se rompe con el pasado o te quedas dentro del estierco. O devoras tú o serás devorado. ¿Cómo conseguir salir de ese espanto? Cortando las ataduras del pasado. No se hará nada útil si no se actúa contra las trampas del azar.

jose.ramón@verizon.net.do

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