Decimos que existen Ataduras Emocionales, cuando la persona está volcada totalmente en un contexto familiar, social o laboral, que le lleva a doblegar su voluntad constantemente, priorizando el satisfacer, complacer y o aceptar situaciones, condiciones o planteamientos de otras personas de sus entornos, con el fin, de evitar conflictos o perturbaciones difíciles de sobrellevar.
Estas ataduras son hilos invisibles que van inmovilizando nuestra capacidad de acción y reacción, provocando así las relaciones de dependencia.
De forma consciente o inconsciente vamos permitiendo que actúen por nosotros, que tomen la iniciativa antes de que podamos decidir, vamos perdiendo nuestra capacidad de resolución y nos abandonamos en manos de quien ha asumido el rol de nuestro salvador. Muchas veces, esto lo podríamos hacer por comodidad, pero en la mayoría de los casos, es porque estamos invadidos por algún sentimiento de culpa, que nos induce a callar para no herir o contrariar a nuestro controlador, permitiéndole que se inmiscuya en nuestra vida.
Es el momento de que reconozcamos esas señales, para que podamos de inmediato enterrar esos miedos, culpas, y apego a la comodidad, a nuestros prejuicios sociales, rutinas y todo aquello que son nuestras más pesadas cargas.
Debe ser una prioridad para nosotros el liberarnos de las ataduras que hemos recibido y hemos aprendido durante nuestra experiencia de vida. Nuestros padres, maestros, profesores, compañeros, amigos, todos los que han tenido contacto con nosotros en nuestra vida, de una forma u otra, nos han causado esas ataduras mentales y emocionales que nos impidan crecer y evolucionar.
Antes de empezar a superar ese apego o atadura emocional, es importante comprender que en muchas ocasiones estos apegos son mentales y no solo emocionales. Si lo vemos de este punto de vista, entendiendo que el apego es el vínculo que se establece desde que nacemos con nuestra madre y permite forjar nuestra personalidad y las relaciones que establecemos con quienes están a nuestro alrededor, entonces, será más fácil aceptar que nos apegamos por diferentes razones, situaciones o por las mismas pautas de crianza que tuvimos, aunque en situaciones de duelo o desamor es más fuerte el apego, ya que hay un vacío emocional latente que espera respuestas a ese sentimiento. De manera que, hay que darse tiempo: no creamos que los aspectos positivos de deshacernos de esa atadura emocional serán instantáneos. En realidad se toman su tiempo, así que tengamos paciencia y busquemos ayuda profesional para que nos direccionen correctamente en el camino de llegar a superarlos.
Algo vital en este proceso de solución de una atadura emocional es trabajar en la autoestima y crecimiento personal, esto permite superar los miedos que hay que enfrentar. También el ejercitarse permite liberar tensiones y ayuda a mejorar el estado de ánimo.
No nos desesperemos, aceptemos que las tenemos y que podemos liberarnos de ellas, una de las formas es logrando esa introspección y análisis con nosotros mismos, el desarrollo de nuestra parte espiritual nos ayuda enormemente a identificar esas carencias y esas ataduras que tenemos. Recordemos que esas ataduras mentales y emocionales tomaron tiempo para formarse en nuestro interior, así que hay que dedicar tiempo para transformar esas ataduras en situaciones contrarias y positivas que nos ayuden a mejorar la calidad de nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, es decir, que debemos dedicarnos tiempo a meditar, a leer temas motivacionales y a incorporar en nuestro interior situaciones que nos causen felicidad. Romper ataduras es romper con aquellos lazos que nos sujetan al dolor, al sufrimiento, al detenimiento en nuestra evolución.