Atahualpa Soñé – Conducta de adolescente

Atahualpa Soñé – Conducta de adolescente

Sabemos que la adolescencia es un período de transición que dejará huellas sobre la conducta del individuo; como el sujeto se habrá de sentir falto de seguridad en sí mismo e inseguro de la posición que ocupa, el adolescente tendrá la tendencia a ser retraído, agresivo y a sentirse incómodo.

Durante esta etapa el joven se torna extremadamente sensible y reservado de manera muy especialmente cuando se encuentra poner en una situación ridícula. La reserva en estas situaciones pueden tomar la forma de indiferencia o retraimiento, o una despectiva altanería.

Con gran intensidad se ve afectado por estados emocionales, en donde la fantasía y los estados explosivos temperamentales se hacen convergentes. Se va de manera fácil a los extremos, porque teme ser incapaz de demostrar su total competencia.

Muchos adolescentes exageran su dedicación a las tareas escolares, otros se lanzan febrilmente a los deportes, en tanto otros le dedican casi todo el tiempo a las actividades sociales.

El adolescente es siempre una contradicción, en su lucha por la independencia; protesta contra las decisiones protectoras de los adultos, pero cuando no es capaz de administrar su independencia, solicita la protección como cuando era un infante.

Sus palabras son típicamente contradictorias: es un idealista, pero su comportamiento no siempre lo va a demostrar. Frente a los demás su comportamiento es desconcertante, pues en un momento odia, y en el siguiente ama.

Realmente cabe esperar que en el período inicial de esta etapa se produzca inestabilidad, lo cual es una verdadera señal de que dicha etapa está haciendo sus demostraciones dirigidas a garantizar el desarrollo.

Cuando los signos de inestabilidad, indecisión, estados de fantasía, altanerías y otros tantos, no revelan su aparición o asomo, hemos entonces de buscar los motivos que nos permitan evitar que el adolescente se aferre a la dependencia infantil o a formas de conductas infantiles.

Debemos señalar que no es deseable la continuación de la inestabilidad y la inconsistente en forma pronunciada y durante un período prolongado, porque los mismos constituyen signos deficientes de adaptación y naturalmente evidencian que el adolescente confronta dificultades para desprenderse de sus hábitos infantiles, para establecer la sustitución por otros hábitos mucho más maduros.

Cabe señalar, que a pesar de la preocupación que sienten los adultos con respecto al adolescente, en este período de transición, hay pocos motivos esencialmente verdaderos para la preocupación.

Las presiones y tensiones son normales en esta etapa, sus rápidos movimientos, las cascadas del desarrollo, pronto nos mostrará la evidencia de que la conducta no es de gravedad, a menos que la misma no se torne permanente.

Mi indicación terapéutica a los padres de adolescente, es decir, mi tratamiento, consejo y prescripción en la presencia de este tipo de conducta, es la fase certera y probada de los hombres de la antihua inglesa, cuando se encontraban en situaciones imprevisibles: «Ya pasará… Ya pasará…».

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