Atención a las prioridades nacionales

Atención a las prioridades nacionales

JUAN BOLÍVAR DÍAZ
En vez de concentrar la atención nacional en una nueva y redundante consulta para reformas constitucionales, el presidente Leonel Fernández debería dedicar las mayores energías a enfrentar serios desafíos, entre los cuales resalta el de la seguridad ciudadana, la energía eléctrica, el elevado costo del petróleo y la ejecución del tratado de libre comercio con Centroamérica y Estados Unidos y la plena vigencia del sistema de seguridad social.

La atención presidencial debería también centrarse en buscar la forma de disponer mayor proporción del próximo presupuesto nacional, a elaborarse en los próximos tres meses, para la educación y la salud, como elementos fundamentales del desarrollo nacional.

La puesta en práctica de un régimen de verdadera austeridad, la ejecución de la reclamada y prometida agenda de lucha contra la pobreza y la corrupción y un programa para desmontar el galopante déficit del Banco Central son también cuestiones básicas, dignas de ocupar la mayor parte del tiempo del equipo gobernante.

Seguramente que muy pocos se atreven a decir al doctor Fernández Reyna que aún en círculos donde se le aprecia y respalda cunde el criterio de que él dedica excesiva atención a conferencias y seminarios, a viajes y asuntos internacionales, así como a cerrar la “brecha digital”, ignorando la brecha social y la brecha institucional.

En otras palabras, que en altos círculos empresariales y sociales se murmura frecuentemente que el presidente es más intelectual que ejecutivo, que disfruta del discurso y no aterriza en asuntos fundamentales.

Hasta en funcionarios del gobierno hemos escuchado preocupaciones porque a veces tienen dificultades para lograr la atención del mandatario para decidir sobre importantes cuestiones del ejercicio gubernamental.

A veces tienen que ejecutar asumiendo que tendrán la aprobación presidencial. Hay quienes confían que al cumplirse dentro de un mes la mitad del actual período gubernamental, el presidente Fernández y sus más cercanos colaboradores aprieten el paso para enfrentar problemas tan acuciantes como el de la energía eléctrica, que deprime la producción y el espíritu nacional con un peso determinante en las dificultades de los productores nacionales para el nuevo régimen de competitividad que impone el tratado de libre comercio.

Sería catastrófico que se llegara al final de un segundo gobierno de Fernández sin avanzar en la solución de la eterna crisis energética.

La alarmantemente creciente inseguridad ciudadana, objetiva y subjetivamente, se ha constituido en el primer desafío para el gobierno. Es indiscutible que el homicidio y las diversas expresiones de la delincuencia, y la caótica circulación vehicular están en crecimiento a la vista de todos. Pero además hay una sensación de agobio y desesperanza que crea un caldo de cultivo para magnificar y sobre estimar la inseguridad.

El gobierno ha hecho esfuerzos, pero ya resulta obvio que han sido insuficientes ante las dimensiones que alcanza la delincuencia y la recurrencia a la violencia como forma de dirimir las diferencias entre individuos, lo que genera crímenes que causan espanto.

Ya los reclamos han comenzado a expresarse en manifestaciones masivas en Santiago, Bonao, Montecristi, San Francisco de Macorís y en la capital.

A principios del año el presidente asumió el reto de forzar acuerdos para viabilizar el seguro familiar de salud del régimen contributivo, una de las piezas claves para dar vigencia a la ley que crea el Sistema Dominicano de  Seguridad Social.

Las elecciones aplazaron una cumbre multisectorial planteada, pero dos meses después, todavía no hay fecha para ese gran encuentro.

El que no entrara en vigencia el tratado de libre comercio el primero de mayo pasado ha sido otro elemento que alienta el pesimismo y la convicción de que no acabamos de aterrizar en nada, que aprobamos las leyes y normas para salir del paso y luego no cumplirlas.

Los precios del petróleo, que este año podrían llevar la factura dominicana sobre los 4 mil millones de dólares, es otro problema ante el cual no se siente preocupación gubernamental.

El tímido programa de emergencia implementado en septiembre pasado, decayó a fin de año con el derroche navideño y una nota gubernamental de que “habían cesado” los factores que lo originaron.

Son muchos los desafíos sobre cuestiones trascendentes como para que vayamos a distraernos con otra de las ya innumerables consultas sobre reformas constitucionales.

Lo que falta es ejecución, acción eficiente y decidida.

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