Atenciones médicas privatizadas

Atenciones médicas privatizadas

La revolución tecnológica expresada en la nueva era digital ha contribuido a un aceleramiento del proceso evolutivo de la humanidad. La expansión urbanística en tan corto tiempo ni siquiera permite detenerse a rememorar lo que ayer fue nuestra vida campesina. De golpe y porrazo una oleada de familias han pasado a engrosar las cada día más anchas periferias citadinas. Como resultado de esa hégira se ha producido una falta de acoplamiento entre los requerimientos de bienes y servicios poblacionales y la capacidad estatal para garantizarlos con equidad de un modo eficiente y oportuno. El sistema mundial vigente ha ensayado con poco éxito el modelo neoliberal de gobierno que consiste en privatizar áreas públicas que ayer eran responsabilidad estatal. Hoy vivimos flotando sobre una burbuja de préstamos olvidando aquel dicho mexicano que reza: “Quien de ajeno se viste en la calle lo desnudan”; lo lamentable del caso es que no solamente tenemos que devolver lo prestado sino agregarle los onerosos intereses que los prestamistas nos han impuesto.
Ayer los pobres tenían el refugio hospitalario cuando enfermaban y no contaban con los recursos para atenderse en una clínica. Con la progresiva entrada en vigencia del sistema hospitalario de autogestión, de ahora en lo adelante quien haga su entrada a uno de esos centros de atención deberá contar con una tarjeta de seguro de salud. Las aseguradoras decidirán el tipo y la extensión de cobertura de servicio al usuario o cliente que es como se llama ahora a quien ayer era un paciente o enfermo. La tasa de desempleo aunado a los bajos ingresos de muchas familias serán el cuello de botella con el que se encontrará una persona de escasos recursos cuando acuda al hospital.
Ante una grave situación de emergencia o enfermedad catastrófica viviremos el cuadro dantesco de ver con impotencia cómo se muere la gente a causa de su estado de indigencia. Las aseguradoras de riesgos en salud no son empresas caritativas; por naturaleza, las grandes corporaciones invierten sus capitales en busca de ganancia. De su lado, los otrora profesionales médicos, antes considerados discípulos de Hipócrates y de Galeno, ahora resultan en la práctica servidores de esos negocios que los contratan y les pagan de acuerdo a una tarifa impuesta a través de la ley del más fuerte.
Poco a poco vamos llenando un gran barril de pólvora el cual se hace más grande con el pasar de los días. Entrenemos el cuerpo de bomberos y las fuerzas de seguridad para atender y contener los efectos políticos de un gran estallido social. He sido testigo de la reacción de familias desesperadas ante la negativa al internamiento de un “usuario” en condición crítica. Esos episodios podrían multiplicarse a nivel nacional y en un momento determinado provocar una insostenible situación que no espere al 2020 para que se canalice democráticamente una solución política. Pocos conocen cuál es el umbral de tolerancia de un pueblo cuando percibe una disociación entre la percepción de gobernantes y la realidad de los gobernados. Nunca será tarde si la vida dura, repetía hasta el cansancio la fallecida abuela.
Cierro con una cita de Mateo 13:13 <<Por eso les hablo con parábolas, porque cuando miran no ven, y cuando oyen, ni escuchan, ni entienden>>.

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